Trece días. Ese era al tiempo que pasamos juntas. Casi dos semanas en las que todos mis pensamientos iban dirigidos a ella y a lo bien que se le daba seguir el compás de mis labios. Cada día descubría cosas nuevas sobre ella, y cada cual me gustaba más. Se mordía el labio siempre que intentaba aparcar, el patrón de desbloqueo de su movil era una 'C' por el nombre de su hermana, le encantaban las películas de miedo aunque pasaba más tiempo con la cabeza escondida en mi hombro que mirando a la pantalla... Cada detallle me creaba la curiosidad necesaria para querer conocer el siguiente. Eran los primeros días típicos de una pareja. Sin discusiones. La mayor preocupación era cuál de las dos colgaba antes el teléfono al acabar una conversación. Estaba segura de que cuando la miraba mis pupilas se transformaban en corazones alegres dando brincos de emoción, cual icono del WhatsApp. Ocultar lo que sentía era prácticamente imposible. Y es que esas sonrisillas tontas a la pantalla o las huidas repentinas a la terraza para hablar por teléfono, según mi madre, me delataban. Pero no es fácil confesarle a tu madre que han dejado de atraerte los abdominales marcados de Ricky Martín. Que ahora lo que te atrae es el piercing del ombligo con forma de mariposa de tu novia que, para colmo, está más loca que una cabra. Lo más probable sería que mi madre lo aceptara pero, por sí acaso, yo seguía el dicho de "en boca cerrada no entran moscas". Ya surgiría el momento ideal para hacérselo saber.
-Yo debería irme a casa. - Patri se removió entre mis brazos. Empezaba a entrar la madrugada y ya habíamos visto dos películas. Románticas las dos, acordes a nuestro estado emocional.
-Quédate... - Le pedí besando su frente. - Mañana no tengo entrevistas hasta por la tarde.
-Me estarán esperando en casa. - Sus palabras decían que se tenía que ir, pero su cuerpo seguía recostado a mi lado, deslizándome los dedos por los brazos.
-Mandas un mensaje y ya está. - Me miró y pude poner mi infalible cara de niña buena. - Por favor.
Sonrió levemente y, sin decir nada, se levantó para teclear en su móvil. Segundos después lo volvió a meter en su bolso y se sentó a mi lado de nuevo, pasando una de sus piernas por encima de las mías.
-No me mires así cada vez que quieras algo o me acabarás matando. - Me reí y no le di mayor importancia a sus palabras, porque ambas sabíamos que seguiría usando esa mirada, al igual que ella me seguiría guiñando el ojo pícaramente cuando quisiera algo. Y ambas caíamos ante la otra.
-¿Qué te ha dicho tu madre? - Me miró como si no entendiera mi pregunta. - Me refiero a qué te ha dicho al decirle que no vas a dormir.
-¡Ah! - Empezó a reírse. - Mi madre ya está acostumbrada. Ya ni pregunta el por qué.
-Madre mía. - Puse cara de miedo absoluta y me separé de Patri. - ¡Me he enamorado de la más macarra del barrio!
-Serás imbécil... No soy macarra, simplemente me ha gustado siempre ir un poco a mi aire. Y mi familia ya lo ha asumido. Pero oye... - Se deslizó gateando por el sofá hasta quedar sobre mi cuerpo tumbado. Nuestros rostros estaban tan cerca que me iba a derretir de un momento a otro. - ¿De verdad te has enamorado de mi?
-Bueno... - Clavé mi mirada en sus labios. - Por ti siento cosas que nunca había sentido. No sé lo que es, pero me encanta. - Acto seguido besé sus labios fugazmente y la dejé ahí mientras me encerraba en el baño.
¿¡Cómo!? ¿¡"No sé lo que es, pero me encanta"!? Claro que estaba enamorada de ella. Lo sabía perfectamente. Pero no lo dije, quizá por miedo a que ella no sintiera lo mismo. Miedo a entregarme demasiado pronto. Porque a mi eso de 'estar enamorada' siempre me ha parecido algo muy serio. Dos simples palabras que recogían millones de sentimientos que te podían cambiar la vida. No soy capaz de comprender a esa gente que dice enamorarse de alguien cada sábado cuando sale de fiesta y conoce a una persona que le llama la atención. Yo no era así. Yo era la típica chica que no decía 'te quiero' hasta que no estaba muy segura de que era verdad, y mucho menos asumía fácilmente que estaba enamorada. Pero en este caso lo estaba. Loca e irremediablemente enamorada como nunca antes. Ese hormigueo en el estómago, ese brillo en la mirada, ese temblequeo en las piernas cuando ella se acerca... Todo se juntaba y me gritaba a los cuatro vientos que sí. Que no lo intentara ocultar. ¡Que era amor! Mi corazón también lo tenía claro. ¿Por qué siempre se ha relacionado al amor con el corazón? Supongo que será porque el amor aumenta, disminuye y vuelve loco el latir de cualquier corazón. Porque el corazón nos mantiene con vida, y el amor en cualquiera de sus acepciones, también.
Cuando salí del baño no la encontré por el salón. Ni en la cocina. Busqué en el piso de arriba y grité varias veces su nombre, hasta que se me ocurrió mirar en el jardín. Y ahí estaba. Sentada en el bordillo de la piscina, con los pies sumergidos en el agua. Se había quitado el vaquero para no mojarse.
-Te puedes meter en el agua, eh. - Rodeé la piscina para encender un par de lámparas que iluminan el jardín. - Aquí los vecinos no se enteran de nada.
-¿Y te metes conmigo? - Me miró de reojo deseando una respuesta afirmativa.
-No me apetece...
Lola y Rumba jugaban entre ellas a espaldas de Patri. Me acerqué a ellas y les tiré varias veces la pelota. Era divertido ver a los dos pequeños perros pelearse por el juguete. De pronto, mi chica me agarró por la espalda levantándome del suelo y saltó a la piscina conmigo en brazos. Ella se había quedado en ropa interior, pero yo no, y ahora chorreaba agua por los cuatro costados. Salí a trompicones por la escalera maldiciendo a todas las vírgenes y dioses que se me venían en mente.
-¡Gilipollas! - Me deshice de mi camiseta y me senté en el césped para quitarme las zapatillas. - ¡Me has empapado la ropa!
-Quería bañarme contigo y así era más fácil. - Salió del agua y se acercó a mí.
-Si me lo hubieras pedido un par de veces hubiera caído. Lo sabes. No hacía falta que me tiraras.
-Ya. Pero así ha sido mucho más divertido.
Empujó mis hombros hasta dejarme tumbada en la hierba. Puso sus manos a ambos lados de mi cabeza y me besó dulcemente. Me sonrió. Le sonreí. Ya ni me acordaba de que minutos antes me había tirado a la piscina. Volvió a mi boca con más ganas. Su lengua quemaba con la mía en cada roce, como un par de llamas bailando en el infierno. Cuando ya le había dado a mi boca todo lo que quiso pasó a mi cuello. Pequeños mordiscos y caricias con los labios que me iban erizando el vello. Subió de nuevo a mi boca mientras una de sus manos desabrochó ágilmente el botón de mi pantalón. Poco a poco me bajó la cremallera y jugueteó con el borde de mi ropa interior. Deslizaba los dedos por la tela, dejando entrever sutiles caricias muy cerca de mi intimidad que me ponían nerviosa.
-Para... - Cogí su mano para frenarla cuando estaba a punto de dar el siguiente paso. - No puedo hacerlo... - Se tumbó a mi lado mirando al cielo. - Lo siento mucho.
- No pasa nada. - Me tranquilizó que sus palabras sonaron totalmente sinceras. Cogió mi mano y la acarició.
-Patri. - Giré mi cuerpo hacia ella. - Nunca he estado con una mujer. - Sonrió y ladeó la cabeza para mirarme.
- Me lo había imaginado. - Se puso en la misma posición que yo y me rodeó con el brazo la cintura. - No creo que te haga nada que no te hayan hecho ya.
- Lo sé... - Susurré y aparté la mirada de sus ojos. - Pero yo si te haré cosas que no he hecho nunca.
- No hace falta que las hagas aún. - Se río. Era cómo si hubiera vivido esa situación mil veces y le hiciera gracia. En cambio, yo estaba avergonzada al hablar de esos temas.
-Quiero hacerlo. - Asentí rotundamente buscando otra vez sus ojos. En algún momento tendría que experimentar lo que era hacerlo con una mujer, y ganas no me faltaban. Pero siempre existe ese pequeño temor que te echa para atrás. Además, veía a Patri tan segura que no me sentía capaz de estar a la altura. - ¿Con cuántas has estado?
- No creo que sea relevante. - Garabateé en su brazo.
-Dímelo, anda.
-¿Para qué? - Rogué y supliqué durante un buen rato. Intercalaba besos y abrazos con mis súplicas poco efectivas. - Siempre me ha gustado la fiesta y vivo cerca de Chueca. - Soltó una media sonrisa como si con eso lo hubiera dicho todo.
-No vas a decirme nada más, ¿verdad? - Negó con la cabeza y me besó en la mejilla. - Tengo el listón muy alto...
-Escúchame. - Se sentó en mi vientre con un ágil movimiento y acercó su rostro al mío. - No hay listones. Olvídate de las anteriores. Ahora estoy contigo, y no quiero estar con nadie más. Y lo que menos me importa es cómo seas en la cama porque eso lo puedes aprender, o te lo puedo enseñar yo. - Sonrió dándome un beso en la comisura de los labios. - ¿Ha quedado claro?
- Clarísimo.
No sé cuanta verdad había en sus palabras, pero todo sonaba realmente sincero. Atraje su cuello hacia mi y nos besamos. Y ahí acabó la conversación. Ella dándome tranquilidad y yo deseosa de que llegara el momento en el que nos entregáramos la una a la otra. Si ya me hacia perder la cabeza con simples besos, no quería ni imaginarme lo que sería el sexo con ella. Antes de ella había habido varios hombres importantes en mi vida, pero ninguno me sonreía, me miraba o me tocaba como lo hacía Patri.
Esa noche la pasamos en mi cama abrazadas. Nos dormimos tarde porque estábamos entretenidas contándonos cosas. Y no todo lo que nos decíamos era importante, pero a mi me encantaba escuchar su voz y su manera de hablar. Me preguntó mil cosas sobre mi trabajo. Conciertos, canciones, entrevistas... No se dejó nada. Y lo que más me sorprendió fue que se pasó horas escuchándome alucinada, sin cansarse de mis relatos. Y lo sé porque de vez en cuando le decía que iba a dejar de hablar porque se iba a cansar de mis historias, pero se negaba rotundamente. Era cómo si todo lo que le contaba le hiciera ilusión, le brillaban los ojos, como si lo viviese en su propia piel. Me encantaba. Mi pasión era mi trabajo, y ver que compartía mi entusiasmo me hacia feliz. Me hacia darme cuenta de que con ella había dado en el clavo. Mi media naranja, mi medio limón o mi media berenjena. Daba igual el alimento, lo importante era que complementaba mi vida.
A la mañana siguiente lo primero que vi fue su rostro plácidamente dormido en su lado de la almohada. Mi cuerpo estaba al descubierto porque se había apoderado de toda la manta. Madre mía. Ni dormida se podía estar quieta. Pero estaba preciosa. Tenía los labios entreabiertos, el pecho siguiendo el compás de su respiración y una de sus piernas salía de entre las sábanas de una forma muy sensual. Besé su frente, su mejilla y finalmente su boca hasta que se movió y sonrió delicadamente.
-Buenos días. - Murmuró. De pronto, en un rápido movimiento que no me esperaba, me abrazó con fuera y echó parte de su cuerpo sobre el mío. - Felicidades, cielo. - Y me besó como sólo ella sabía hacerlo.
- Creía que te ibas a olvidar.
-¿Cómo me voy a olvidar de que hoy hacen dos semanas desde que me dejaste ser alguien importante en tu vida?
- No te dejé. - Susurré acariciando su rostro. - Tu entraste en mi vida como un torbellino y yo te recibí encantada.
-Te quiero. - Y mi corazón dio mil volteretas en medio segundo al escuchar aquello. Me lo había dicho más veces, pero aún me parecía increíble lo bien que sonaba.
-Yo también te quiero.
Desayunamos tranquilamente y, antes de marcharse, me preguntó si esa noche la podríamos pasar juntas. Y yo le prometí que sí, que todas mis noches serían suyas siempre que lo desease. Mis noches, mi días y lo que quisiera. Porque para ella siempre estaba disponible.
Y, totalmente puntual, a las nueve llamó al timbre de mi casa. Estaba guapísima. Se había puesto un vestido rojo con detalles blancos, poco formal, y lo combinaba a la perfección con unas sandalias.
-Ponte guapa que nos vamos. - Me guiñó un ojo. - Te espero en el coche.
Subí corriendo las escaleras para cambiarme en tiempo récord. Abrí el armario de par en par y observé la ropa. Algún día tendría que hacer limpieza porque hay prendes que ni me acordaba de que existían. Al final me puse una falda negra bastante corta y un camisa de tirantes blanca. Y, como no, unos tacones de infarto. Me maquillé muy sutilmente y me hice una coleta alta, que era lo más rápido. Cogí el bolso, salí de casa y me monté en su coche. Después de que me dijera mil veces lo guapa que estaba, nos besáramos dos mil y se negará a decirme donde íbamos tres mil, arrancó el vehículo. No tardamos más de veinte minutos en llegar. Era un edificio bastante antiguo en pleno centro de Madrid. Subimos en un pequeño ascensor que parecía que se iba a romper en cualquier momento hasta el cuarto piso. Sacó unas llaves del bolso y fue hacia una de las puertas.
-Bienvenida a mi estudio. - Dijo mientras abría.
Era un pequeño apartamento en el que sólo había un amplio salón y dos puertas. Una de ellas era el baño y la otra estaba cerrada. Pero lo que más me sorprendió era el salón. Había puesto bombillas de luz tenue y una gran mesa en el centro repleta de comida y una botella de vino. Se notaba que era un estudio porque en las esquinas había paneles, focos y alguna cámara, pero estaban bien disimulados. Casi parecía el reservado de un restaurante. Me comentó que todo era de su abuelo. Al parecer el hombre también fue fotógrafo y al fallecer ella se quedó con ese piso tan mágico.
Nos sentamos en la mesa y cenamos. Había preparado varios aperitivos, una ensalada y pasta. De postre compró pequeños pastelitos de diferentes formas y colores. Deliciosos.
Pero el momento importante llegó después de la cena, cuando tomó mi mano y me condujo hasta la puerta que había estado cerrada toda la noche. Tanto mis ojos como mi boca se abrieron cuando vi lo que estaba dentro. Un colchón muy fino con sábanas blancas en el centro de la sala, y alrededor pétalos de rosa. Igual que había visto en las películas, pero nunca te esperas que te vaya a suceder. Me abrazó por la espalda y me besó el cuello.
- Llegaremos hasta donde tú quieras llegar.
Cada milímetro de mi piel tembló al oír aquello. Iba a desafiar con ella a todos mis temores. Me giré y nos besamos. Lentamente. Aumentando poco a poco el calor de nuestros cuerpos. Con suma delicadeza nos dejamos caer en el colchón, donde continuamos dándonos cariño hasta perder la noción del tiempo. Mi ropa quedó a un lado, y la suya también. Todo lo hacíamos muy despacio. Sin prisa, para guardar aquel momento en la memoria el resto de nuestras vidas. Se puso sobre mí y juntó nuestros cuerpos mientras mordisqueba y besaba mi cuello. Despojó a mis pechos del sujetador y empezó a jugar con ellos. Cada roce era como un viaje a las estrellas. Nos besábamos apasionadamente. Una de sus manos se deslizó por mi vientre hasta llegar a la goma de mi tanga y me miró a los ojos, como pidiéndome permiso para dar un paso más. Asentí con una débil sonrisa y cerré los párpados con fuerza mientras sujetaba su cuello, atrayéndolo con más fuerza a mi boca. Se deshizo del tanga con mi ayuda y acarició mi intimidad. Muy despacio. Al ritmo exacto que requería la situación. Y clavé mis un uñas en su espalda al notarla dentro de mí.
-¿Te gusta así? - Me preguntó con un débil hilo de voz.
Asentí y di paso a mis respiraciones jadeantes porque cada vez estaba más ardiente. Y, con un cambio de ritmo apropiado por su parte, me subí de su mano a la escalera que me llevó al cielo. Segundos después, cuando logré calmar mi respiración, supe que había llegado el momento. Mi momento. La puse a ella debajo y le quité la ropa interior. Besé sus labios y tragué saliva intentando que el nudo de mi garganta desapareciera, llevándose consigo los nervios e inseguridad. La miré informándole de que iba a hacerlo y sonrió levemente.
-¿Me ayudas? - Pregunté cogiendo su mano. No lo dudó, y dirigió su mano sobre la mia hasta se sexo.
-Simplemente haz lo que te gustaría que te hiciese.
Y, siguiendo sus instrucciones, fui moviendo mis dedos sobre su cuerpo a la vez que la besaba. Verla suspirando así me encantaba. Le gustaba, y eso me animaba a seguir. Cada vez con más ganas. Haciéndola más mía. Y me colé en ella con un impulso de su mano sobre la mía. La sentí como nunca antes lo había hecho. Sus movimientos desencadenaban los míos, y su respiración entrecortada me invitaba a poner más fuerza. Hasta que me inundé de ella, y sentí una felicidad diferente a cualquiera vivida con anterioridad, pero extrema. Quería seguir haciéndola sentir así el resto de mi vida. Dejé caer mi cuerpo a su lado y, para mi sorpresa, la noche no acababa ahí. Comenzó un descenso de besos de mi cuello hasta mi intimidad. Una vez ahí, entrelazó los dedos de una de sus manos con la mía, y la otra se perdió en mi pecho. El simple hecho de sentir su respiración en esa parte de mi cuerpo conseguía volverme loca. Y más aún enloquecí cuando su boca y su lengua tocaron mi piel. Arqueé la espalda y apreté con fuerza su mano. Nunca me había sentido así de sensible en la cama. Un roce me parecía un mundo de sensaciones. Y lo hizo de nuevo. Me llevó a la cima más alta y disfrutó convirtiéndome en líquido. Era toda suya y ambas éramos conscientes. Y yo también quería que ella fuera mía, y supe que de nuevo había llegado mi momento. Pero me frenó mientras se reía cuando descendía por su vientre.
-Ven aquí. - Tiró de mí y me tumbó su lado, reposando la cabeza en su pecho. - Ya tendremos tiempo de descubrirnos.
-¿Cómo he estado? - Pregunté aún sin aliento.
-Fantástica, como siempre. - Se rió de nuevo. Mentía, pero no era momento de entrar en discusiones tontas. Simplemente me recosté a su lado envolviéndola entre mis brazos. Por primera vez nos habíamos sentido piel con piel. - Malú... - Murmuró. - Yo... Yo si me he enamorado de ti. Lo hice el día que te conocí.
-Yo también. Me he enamorado de ti como nunca pensé que me enamoraría de alguien.
Y fuera miedos, temores o debilidades. Me quería tanto como yo a ella y ahora lo sabía. A partir de ahí, único importante era el camino que nos quedaba por recorrer juntas. Un futuro a su lado, viviendo el presente con ganas y amando los recuerdos que vayamos dejando en el pasado.
Sublime como siempre, leerte es una experiencia única. GRACIAS por regalarnos capitulazos como éste, es un gustazo enorme leerte, de verdad. A ver si nos sorprendes prontico con otro. Un besazo.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti!! Gusto el mio al ver estos comentarios. De verdad. El día 7 la segunda temporada ;)
EliminarPfff, increiblemente bien... tramendo flashback dios... muchisimas gracias por hacernos disfrutar asi en cada capitulo de verdad. Un beso.
ResponderEliminarOhhhh :') mil gracias!! Un besazo ;)
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