domingo, 28 de septiembre de 2014

NEFASTO INTENTO DE ARREGLAR LAS COSAS. (2x13)


-No sé, chicas... Tengo dudas. - Comienza a relatar Susana. - Con Óscar tengo la estabilidad que siempre me ha gustado pero con Iván estoy sintiendo cosas diferentes, cosas que jamás había sentido. 

-Tía, ¿cuál es mejor en la cama? - El comentario de Irene desatada risas en la mesa, aunque personalmente no me parece el más adecuado para una chica que tiene el corazón hecho un mar de dudas. - Menos risas, lo digo muy en serio. Puede que con el tiempo se gaste el amor, pero si al menos tienes sexo, algo que te llevas para el cuerpo. 

-¡Serás bruta! - Exclamo. 

-¿Ahora me vas a decir que el sexo no es importante? 

-Claro que lo es pero no hasta ese punto. - Pretendo acabar ahí mis palabras y dejar que otra siga dando argumentos, pero todas me miran incitándome para que siga hablando y la verdad es que tengo muchas cosas que decir. - Lo veo totalmente al revés. El sexo con los años pasa a ser peor o incluso muchas veces desaparece. Y cuando eso acaba solo queda el amor. Compartir miradas cargadas de complicidad, conversaciones hasta las tantas de temas poco importantes pero que te encantan solo por mantenerlas con alguien a quien quieres, ese abrazo en el segundo exacto que te hace revivir... - Levanto la vista del vaso en el que tenía la mirada perdida durante mis palabras y me encuentro a las chicas embobadas. - Si os digo la verdad, yo no me imagino con ochenta años teniendo una noche de sexo frenético con mi pareja. - Dejo entrever una pequeña sonrisa en mis labios. - Yo me imagino con ochenta años sentada en una mecedora, a su lado, viéndola reír al recordar todos los momentos que vivimos cuando éramos jóvenes. Y sé que en ese momento los orgasmos habrán quedado a un lado. Los recordaremos, pero será más importante mirarnos a los ojos, entrelazar las manos y darnos cuenta de que hemos llegado hasta allí juntas. 

Todas mis amigas han enmudecido. Clavan sus ojos en el suelo, en la mesa, en sus bebidas... Se escuchan las voces y conversaciones del resto de la gente que está en el bar, pero de nuestro grupo no sale ni el más mínimo sonido. No sé si es que no saben qué decir o directamente no quieren decir nada. En raras ocasiones he visto a las chicas tan serias y calladas como ahora. Entonces pienso en mi pequeño discurso, y analizándolo me doy cuenta de lo que he hecho. Por primera vez en todo el tiempo que hemos pasado juntas, de una forma o de otra, me he imaginado dentro de muchos años con Malú. Y mira que pienso habitualmente en ella y en lo mucho que quiero que dure lo nuestro, pero nunca me había ido hasta tan lejos. Ancianas. Quién sabe dónde estaremos con 80 años... Pero las palabras me han salido del corazón, totalmente sinceras, por lo tanto no tengo dudas de que es lo que quiero. Quiero ir arrugándome a su lado. Quiero quejarme de mis enfermedades, como toda señora mayor, a su lado. Quiero pasear por el parque en muletas, silla de ruedas, andando o como sea, pero a su lado. E incluso me atrevo a decir que quiero morir a su lado. 

-Joder, qué cambio has pegado, Patri. - Sonia termina con el silencio que habían formado mis palabras. - Quién diría que tú fuiste la mente perdida y ligona del grupo...

-Lo de mente perdida lo sigo manteniendo. - Reímos tímidamente, como si todavía estuviéramos guardando unos minutos de silencio tras mis palabras anteriores. 

-¿Qué te da Malú para tenerte así? 

-Iba a decir que sexo, pero después de todo lo que ha dicho... Parece que eso no es importante. - Murmura Irene, la misma que antes proponía que nuestra amiga se quedase con el chico que fuera mejor en la cama. 

-Hombre, sexo también me da. ¡Que todavía no somos viejas! - Ahora las carcajadas se disparan sin temor, destensando el ambiente. - Bueno, amores, me voy. 

-¿Ya? - Exclama una de ellas extrañada mientras mira su reloj de pulsera. - Pero si solo son las ocho. Ahora íbamos ir a tomar unos chupitos. 

-Id vosotras, yo me tengo que marchar. - Me levanto y empiezo a besar las mejillas de mis chicas. 

-¿Malú? - Pregunta Susana, queriendo saber el motivo de mis prisas. 

-Malú y mi madre juntas, la cosa se pone seria.

Siempre me encantaran estas tardes de cotilleo con las amigas de toda la vida. Ellas han conocido cada etapa de mi vida, desde mi adolescencia descarriada hasta la actualidad, donde he encontrado a una persona que me proporciona todo lo que necesito. Consejos que se quedan en el fondo de las cervezas que se van acabando, risas aseguradas y personas que te escuchan sin pedir nada a cambio. ¿Quién no quiere una tarde así? Desconectar del trabajo, familia e incluso pareja es algo necesario. 

Cuando me fui al pueblo seguí en contacto con mis amigas. No era lo mismo que estando en Madrid pero todas las semanas recibía llamadas, mensajes e incluso alguna visita de ellas. Al principio me encantaba, pero siendo sinceros, yo solo deseaba que viniera Malú. Y fue realmente cuando se acabó con ella, cuando lo dejamos, cuando comencé a valorar la amistad. Me di cuenta de que estaban ahí, a mi lado, aunque no las pudiera tocar con mis propias manos. Pero las sentía cerca. Las visitas aumentaron al igual que las llamadas y las preocupaciones por mi. Siempre estaban al corriente de mis movimientos y si algún día me venía abajo, que os aseguro que pasó en bastantes ocasiones, ellas me levantaban. En esa etapa en la que no tenía novia y mi familia estaba lógicamente más preocupada por el estado de mi abuela, fueron ellas las que me ayudaron a seguir adelante. 


Cuando giro la esquina que da a la calle de Malú veo que ya me está esperando en la acera. No llego ni dos minutos tarde. Al acercarme noto que me intenta decir algo haciendo mil gestos con las manos y poniendo unas expresiones muy raras. Se sienta en el sitio del copiloto, a mi lado, y lo primero que hace es bajar la música hasta que solo se escuchan susurros. 

-¿Se puede saber qué haces? ¡Escuchaba tu dichosa música cuando aun estabas a tres calles de aquí! - Ni siquiera lo había pensado. Siempre que voy sola en el coche pongo los decibelios al máximo y me sumerjo en las canciones. Y ella lo odia, se pone muy nerviosa cuando la pongo tan alta. Dice que no es necesario que la música esté alta para que transmita y seguramente tenga razón, pero a mi me gusta. - Además, vienes escuchando esto que sabes que no me gusta nada. 

-"Todo lo que hago es para hacerte reír. Si te veo llorar otra vez me voy a tener que ir o me va a estallar el pecho aquí mismo y voy a mancharlo todo de dolor, que es un color feísimo. " - Canto la popular canción de rap después de volver a subir el sonido. Rápidamente apaga el reproductor con una mano y con la otra me tapa la boca. - ¿Por qué no te gusta el rap? 

-Sí me gusta. 

- No mientas. 

-No miento. El rap me gusta, lo que no me gusta es el rap que pones tú. - Pongo los ojos en blanco. Según ella el tipo que escucho es demasiado bruto y dice más palabrotas que palabras, pero se equivoca, escucho de todo, lo que pasa es que ella solo se fija en eso. - Bueno, pues si tanto te gusta dime una canción. 

-"Amor real" - Sonríe orgullosa de sus palabras y yo le respondo con un conjunto de carcajadas por las que recibo una de esas miradas suyas que matan. 

-Esa no vale, se la sabe todo el mundo. 

-Es que es muy bonita... - Niego con la cabeza y le reto a que me diga otra canción de rap que le guste. 

-"Mariposas" de Rayden. 

-¿En serio? Cariño, eres una cursi. ¡Te gustan las más ñoñas!

-Ya verás cuando le diga que mi novia dice que es un ñoño... - Me giro y la observo sorprendida, con los ojos muy abiertos. Una media sonrisa se desprende de sus labios. 



-No me lo creo, no me lo creo... ¿Conoces a Rayden y no me habías dicho nada?

Durante lo que queda de trayecto hasta casa de mis padres de lo único que hablamos es de quedar con el rapero. Bueno, si digo la verdad, solo hablo yo. Ella se ríe de mi actitud y me da largas, pero en mi cabeza solo está la opción de conocerle y, a partir de ahí, ir conociendo a otros de mis artistas favoritos. Con Malú he tenido la oportunidad de compartir veladas con artistas, actores o presentadores de todos los estilos, pero nunca me había hablado de raperos, y la ilusión me sale por los poros. 

Según nos bajamos del coche los nervios afloran en mi cuerpo. La escena se repite. Vamos a ver a mi madre, a contarle que estamos juntas y tratar de convencerla de que así somos felices. No será fácil, todos somos conscientes, pero personalmente lo necesito. Necesito que se lleven bien. Son de las mujeres que más me han aportado en la vida y quiero con todas mis fuerzas que se acepten. Cuando estamos a punto de entrar al portal llaman al movil de Malú rompiendo el momento de tensión que habíamos creado. Casi se me sale el corazón del pecho por el susto. Es su madre, así que me pide que espere y lo coge. 

-No estoy en casa, mamá. - Hablan durante más tiempo del que me esperaba. Me acomodo en las escaleras del interior del portal mientras las escucho. Se lo cuentan todo. Desde lo que han desayunado hasta las veces que se han lavado la cara en el día. Ya no sé si es que tienen mucho que decirse o simplemente quiere tardar lo máximo posible en ver a mi madre. Bostezo voluntariamente para llamar su atención y tuerce el gesto. - Mamá, te dejo porque tu nuera es una pesada. 

-¡Es que se me va a quedar el culo plano de estar aquí sentada!

-Dice mi madre que te portes bien conmigo. - Lo que me faltaba. Le arrebato el móvil y me lo pongo en la oreja para hablar con mi suegra. 

-Pepi, es que tu querida hija no te ha dicho que mientras habla contigo yo estoy esperándola sentada en el suelo. - Me responde con risas y murmura algo sobre Malú que no entiendo. Tras mandarnos muchos besos y hacernos prometer que un día de estos iremos a comer, cuelga. Le tiendo el aparato a mi chica para que se lo guarde. - Cuanto antes subamos, mejor. 

-La verdad es que no sé qué hacemos aquí. 

-Arreglar las cosas con mi madre. - Cojo su mano y entramos al ascensor.  Ahora mira al suelo y pone cara de pocos amigos. 

-No tenía que haber cedido...

-¿Te recuerdo por qué accediste a venir?

No hace falta que se lo recuerde. Ya lo sabe. Se le escapa una pequeña risa que a mi no me hace demasiada gracia. Me hizo prometerle que vendría a ver a mi madre si un día quedábamos con Aitor. Le dije que sí porque, como ya he dicho muchas veces, es una necesidad que mi madre y ella arreglen sus problemas. Pero en realidad no quiero compartir una tarde con su ex. No me cae mal, al contrario, pienso que es un chico muy majo que siempre ha tratado a Malú de diez, pero prefiero hacer miles de cosas antes que quedar con él. Mi chica está ilusionada. Dice que me va a caer genial y que acabaremos siendo grandes amigos los tres, pero yo veo muy lejos tener esa relación con él. No sería fácil para nadie y menos para Aitor. Y lo tengo  tan claro porque sé lo que es estar enamorado de la cantante. Estar enamorado de ella marca, deja huella, y no creo que la haya olvidado. 

Los pocos segundos que pasan desde que llamamos a la puerta hasta que se abre son realmente largos. Afortunadamente es mi hermana la primera persona a la que vemos. Sus muestras de cariño nos sirven para ir aminorando los nervios. Carol nos comenta en voz muy baja que nuestra madre, Paloma, está en el salón esperando y que ha estado todo el día hablándole de lo buena pareja que hacemos para intentar convencerla de que lo nuestro no tiene nada de malo. Realmente no sé si habrá servido de mucho, pero le agradezco el gesto envolviéndola entre mis brazos y besando su mejilla. Efectivamente, cuando entramos al salón vemos a mi padre en el sofá viendo la televisión y a mi madre poniendo la mesa. Al darse cuenta de nuestra presencia el ambiente se carga de tensión. Mi padre es el primero en moverse y apresuradamente se levanta para abrazar a mi novia. Él siempre la ha querido. Nuestra unión siempre ha sido muy fuerte. Cuando volvimos a Madrid y decidí que quería recuperar a Malú él fue el primero en enterarse. Me pidió que me lo pensara mucho porque no quería verme sufrir, pero que si al final decidía hacerlo siempre tendría su apoyo. Y así ha sido. En cambio con mi madre no pasa lo mismo. Se acercan y su saludo se basa en un par de fríos y simples besos en las mejillas. Ni sonrisas ni miradas directas a los ojos. Pero en el fondo prefiero eso a que empiece la velada con cuchillos volando por los aires. Malú se queda en el salón hablando con mi hermana y yo aprovecho el viaje de mi madre a la cocina para acorralarla. 

-Podrías quitar esa cara, mamá. - Cierra de golpe el cajón de los cubiertos y fuerza una sonrisa que carece de verdad. - Estás exagerando mucho las cosas...

-¿Tú también exagerabas cuando se fue y te pasaste días sin salir de la cama por su culpa?

-No sabes la historia. No fue su culpa. Simplemente no era nuestro momento. 

-Si no sé la historia es porque tú no me la has contado. 

-No tenía ganas de hablar con nadie sobre el tema. Entiéndeme. 

-Eso puedo llegar a entenderlo, pero lo que no entiendo es por qué tu padre sí sabe todo.  - Ahora entiendo por qué mi madre no solo estaba siendo fría con Malú, sino que también conmigo. Lo que le ha sentado mal es ser ella la ultima en enterarse de las cosas. - Y tu hermana también lo sabe. 

-Si lo saben es porque con ellos se podía hablar. Tú no podías ni oír pronunciar el nombre de Malú, pero ellos me escuchaban y me ayudaban. 

Le dejo con la palabra en la boca y salgo de la cocina. No me apetece seguir escuchando sus tonterías. Ojalá pudiera decir que mi madre me apoyó hasta el final cuando se acabó mi relación con la cantante, pero no puedo. Es verdad que estuvo conmigo secándome las lágrimas, pero también necesitaba consejos y su respaldo cuando le dije que estaba enamorada de Malú y que iba a hacer todo lo posible para recuperarla. En cambio, lo único que recibí por su parte fue un "si sale mal te diré que te lo avisé". Y salió bien. Volví con la artista, y mi madre aún no me ha dedicado ninguna palabra de enhorabuena. 


Debo agradecerle a mi hermana que la cena no fuera tan incómoda como podría haber sido. Mi madre solo me miraba de malas formas, y Malú es como si no existiera para ella. Me desespera que estén tan cerca y a la vez tan lejos. Y me desespera más cuando recuerdo que antes las cosas no eran así.

-Hija, ¿tú tienes algo con Miguel? - Paloma le hace la pregunta a mi hermana cuando ninguno nos lo esperamos. A mi chica se le cae la cuchara en la sopa salpicando toda la mesa. Cualquiera sabe que cuando una madre sospecha siempre logra sacar la verdad. 

-¡Mamá! ¡Sabes que Miguel es como un hermano para mi! 

-Ya, Carol. Pero es que cada vez que sales me dices que te vas con él. - Mi hermana me pide ayuda con la mirada, pero la verdad es que no sé qué decir para sacarla de ese lío. - Además, últimamente no estás nunca por aquí. Sé que tienes a alguien...

-Carol ya tiene una edad. Es normal que salga. - Comento. 

-¿Es una chica? No tengas miedo a decírmelo. Sabes que eso es lo de menos. 

- ¿¡Qué dices!? Patri se llevó todo el lesbianismo de la familia. - Aprovecho que la tengo al lado para darle una colleja. Mi chica, a mi otro lado, se ríe por la situación. - A mi me gustan los hombres. 

-¿Entonces? ¿Por qué no me lo cuentas? 

-Mamá... - Carol deja los cubiertos en el plato y se tapa la cara con las manos. Coge aire en repetidas ocasiones, preparándose para hablar. Acaricio su muslo por debajo de la mesa intentando transmitirle calma. - Dame tiempo. Te lo contaré cuando esté preparada. 

-Ya sabes que Patri y yo te apoyamos. - Indica Malú alargando su brazo para acariciarle el cabello. 

-¿Pero vosotras ya lo sabéis? - Pregunta mi madre indignada. - ¿Se puede saber por qué siempre soy la última en enterarme de las cosas en esta casa? 






viernes, 19 de septiembre de 2014

DÉJAME A MI. (2x12)

-Estoy demasiado cansada. - Esconde su rostro en mi cuello y rodea mi vientre con una de sus manos. Giro la cabeza y voy dejando besos por su frente. - Yo también quiero darte besitos, pero ni para eso me quedan fuerzas. - Lo dice poniendo morritos y con una voz poco entendible.

-Es que te tienen explotada, cielo. Das tres noches seguidas de conciertos y al día siguiente tienes que madrugar para ir a una reunión.

-Calla, que lo peor es que la reunión la propuse yo. Era importante.

-Para ti todo lo relacionado con tu trabajo es importante. - Tengo razón y lo sabe, por eso suelta una diminuta risa que no va más allá de su garganta.

-Pero esto más. - Le pido que me hable de por qué es tan importante esa reunión pero se niega. Dice que no le apetece hablar de trabajo. La verdad es que me sorprende porque si tan importante es me lo hubiese contado, ya fuese entusiasmada o disgustada. Pero lo dejo pasar para no molestar y acaricio su brazo. - Me duelen hasta las pestañas.

Cambio mi posición en el sofá y se queja con refunfuños porque ya no puede recostarse sobre mi cuello. Deja caer su cabeza sobre el respaldo del sofá y cierra los ojos de nuevo. Delicadamente, para no hacer daño a su débil cuerpo, abro las piernas para sentarme entre las suyas. Primer paso conseguido sin problemas. Aún con los párpados juntos, me enseña una pequeñísima sonrisa. Puede que otra persona ni siquiera supiera apreciar esa curvatura de labios, pero yo la conozco más que a mi misma. Entonces subo los manos, y con mucho cuidado poso mis dedos sobre sus pestañas. Las peino con las yemas, con roces casi inapreciables.

-¿Se puede saber qué haces? - Me pregunta frunciendo el ceño.

-¿No decías que te duelen las pestañas? Pues te hago un masaje.

-Uy, ¿entonces hoy se va a cumplir todo lo que pida?

-Prueba. - Sonríe pícaramente y a saber la cantidad de ideas que vuelan ahora por su mente.

-Quiero un besito. - Me acerco a su boca y cumplo su deseo. Prácticamente soy yo la única que mueve los labios. Ella simplemente sonríe, y me deja besar su sonrisa. - Quiero ir a tu habitación. - Me bajo de su cuerpo y la cojo en brazos. No pesa nada. Apenas mido diez centímetros más que Malú, pero son suficientes para poder con ella. Ando despacio, manteniendo el peso de su cuerpo hasta que llegamos a la habitación. - Ahora quiero un abrazo de los tuyos. - Ese deseo tampoco me importa cumplirlo. Me siento en la cama con ella sobre mi, entrelazando sus piernas alrededor de mi cintura. Ella deja caer sus brazos y yo la envuelvo con los míos. No sé cuanto tiempo pasamos así, pero no me importa. Lo característico de mis abrazos es que duran hasta que algo nos impide seguirlos. - Me duele la espalda.



- Túmbate boca abajo.

Obedece sin rechistar porque se puede esperar lo que viene ahora. Yo misma le quito la camiseta con algo de ayuda por su parte. Cojo la crema que tengo en la mesilla, me siento en su trasero, desabrocho su sujetador y empiezo con la tarea. Mis manos recorren su piel lentamente. Suben y bajan. Y no sé si será posible, pero con cada movimiento sobre su espalda trato de dejar impregnado parte del amor que siento hacia ella. Subo hacia sus hombros y hago un poco más de presión. No entiendo mucho de esto, pero juraría que está bastante más tensa de lo que debería. Sigo mi masaje en la zona lumbar. Ahora apenas aprieto, casi son caricias con la simple intención de causarle gusto. Y debe ser así, porque poco después su respiración profunda me indica que se ha quedado dormida. Me bajo de su cuerpo con sumo cuidado para no despertarla y le doy un beso en la mejilla.

-Qué bonita eres... - Susurro.

No hay respuesta, obviamente, pero tampoco la necesito. Simplemente quería decirlo. Porque al verla dormir me parece la mujer más bella del universo. Es extremadamente dulce su forma de cerrar los ojos, respirar profundamente y dejarse llevar por el sueño. Antes de salir de la habitación vuelvo a mirarla. Tiene los labios entreabiertos, dejando escapar el aire en dosis muy pequeñas. Y, una vez más, no puedo evitarlo. Cojo mi cámara y le hago una fotografía. Necesito inmortalizar ese momento. Su cara descansando. En realidad, sería genial poder hacerle fotos siempre porque cada uno de sus gestos te llevan a otro mundo, pero me conformo con guardarlos en mi mente y poder recordarlos cada vez que me apetece seguir enamorándome de sus maneras.

Hoy es uno de es uno de esos días que me apetece compartir sólo con ella. Uno de esos días en los que su felicidad cerca de mi es lo único que necesito para que los minutos pasen sin ser pesados. Me apetece que le brillen los ojos, que le bailen las emociones y hacerla reír a causa de esas cosquillas en el costado que tantas carcajadas me regalan. Echo la mirada atrás y me acuerdo de esas noches que pasamos en Portugal. No tenían nada de especial, y a la vez lo tenían todo. Nos limitábamos a abrazarnos en el sofá, cerca de la chimenea, mientras nuestros labios jugaban entre ellos y la película quedaba en un segundo plano. Eso era secundario. Nosotras somos suficientes. Y ahora no estamos en Portugal, pero los sentimientos son los mismos o puede que incluso hayan aumentado, porque como he dicho en incontables ocasiones, cada día me enamora más.

Pasan las horas y mi plan de querer hacerla feliz se va desvaneciendo al ver que no se despierta. Está realmente cansada. Jugueteo con el móvil, repaso las fotografías de Dani, veo algún programa absurdo en la televisión... Pero el aburrimiento no cesa. Son más de las seis de la tarde y mis ganas de ella aumentan cada segundo. Más de una vez estoy a punto de ir a despertarla, pero no lo hago por miedo a las consecuencias. Sé perfectamente lo mal que le sienta a mi chica que le interrumpan sus citas con Morfeo. Quiero hacer mil cosas con ella y no puedo. De todas formas, aunque estuviera despierta no podríamos hacer mucho. Estoy segura de que el cansancio no le permitiría llegar ni a la vuelta de la esquina. Por un momento me pongo nerviosa porque la inactividad provoca ese efecto en mi, pero se me pasa rápido cuando una ráfaga de inspiración me ilumina las ideas. Me pongo música con los auriculares para no molestar y me dispongo a hacer realidad lo que pasa por mi mente.



-Cariño, ¿qué haces? - Me quita los cascos y me abraza por detrás. Al girar la silla estamos frente a frente y me quedo admirada. Ante mis ojos tengo la prueba de que hay personas que no necesitan maquillajes o joyas para brillar, porque la luz que desprenden por sí solas es suficiente para dejar sin respiración a cualquiera. Lleva una de mis camisetas amplias, que le llega hasta la mitad del muslo. Se frota los ojos con las manos tratando de desperezarse y quitarse todas las legañas que ha acumulado en las horas de siesta. Dejo el móvil a un lado. Me pongo de pie y beso sutilmente su frente mientras mis manos se posan en la parte baja de su espalda.

-¡Buenas tardes, Bella Durmiente! - Se ríe en voz muy baja y, con las manos, se alborota aún más el pelo. - Prepárate que vamos a pasar una tarde increíble.

-Cari, yo sé que te dije que saldríamos a cenar por ahí, pero es que no tengo fuerzas.

-¿Alguien ha hablado de salir por ahí? - Me hago la extrañada y su gesto de confusión casi hace que me ría. - Ponte el vestido ese violeta que me compré en Almería. Está en las perchas de la derecha.

- Pero si ese es muy básico. Para bajar a comprar el pan a la playa... Y poco más.

-Tú déjame a mi.

Giro su cuerpo en dirección a la escalera y le doy una palmada en el trasero. Se va muy despacio y con pasitos muy cortos. En estos momentos sus andares sexis se han cambiado por otros completamente diferentes mucho más graciosos y adorables. Aunque a mi el movimiento de sus caderas me matará siempre, sea como sea. Cuando la veo desaparecer por las escaleras cojo el ordenador y ultimo los detalles de mi plan. Después paso por la cocina y echo un vistazo para comprobar que no se me ha olvidado nada. Parece que todo está perfecto.

-Ya estoy lista. - Baja por las escaleras con mi vestido puesto. En cuanto la veo tengo claro que se lo voy a regalar, porque le queda extremadamente bien y voy a disfrutar más viéndoselo a ella puesto que poniéndomelo yo. Se ha peinado y maquillado muy bien. Y está muy guapa, pero sé que en unos minutos se arrepentirá de haber perdido el tiempo en eso.

- Genial, te cuento el plan. - Me acerco hasta ella y junto las manos. - Vamos a merendar en una terraza que conozco con unas vistas increíbles, después de compras por todas las tiendas que te puedas imaginar, más tarde vamos a cenar algo de comida basura y por último vamos a un cine a ver una peli. Tranquila, que la sala a la que vamos es especial, y no habrá gente molestando. - La cara que se le ha quedado al escuchar todo eso es una mezcla entre agobio y ganas de matarme. Aún así cambia el gesto, a duras penas, y me dedica una sonrisa. Lo hace por mi, por complacerme, pero hoy la que quiere hacer cosas por ella soy yo.

-Genial.

-¿Y sabes qué es lo mejor? - Niega con la cabeza. - Que no vamos a salir de mi casa.

Sin dar más explicaciones tiro de su mano escaleras arriba. Por poco subo los escalones de dos en dos. Al llegar a mi habitación descorro las cortinas de la terraza, que hasta ahora habían estado cerradas, y salimos. Aparto una de la sillas de la pequeña mesa y le hago un gesto para que se siente. Ella me lo agradece con una sonrisilla y asintiendo con la cabeza. Rápidamente entro a la habitación para coger una libreta y un bolígrafo, y vuelvo a la terraza unos segundos después.

- ¡Hola! ¿Qué va a querer tomar? - Me meto en el papel de camarera a la perfección porque no es la primera vez que lo hago. Ella se ríe y yo trato de que no me lo contagie por todos los medios.
- Una Coca-Cola, por favor. - Dice cuando las carcajadas cesan y puede hablar. Yo asiento y lo apunto en la libreta.

- ¿Y va a pedir algo para la chica rubia tan guapa con la que ha venido? - Añado.

- Yo creo que ella querría una cerveza.

-Yo también lo creo. - Bajo corriendo a la cocina para coger las bebidas y algo de picar, y coloco todo en la bandeja del desayuno. Subo las escaleras despacio porque mi pulso no es muy bueno, y los vasos en mis manos corren grave peligro. - Aquí tiene. - Coloco las cosas en la mesa, con posavasos incluidos.
- Muchas gracias. - Vuelvo a entrar a la habitación, dejo la libreta, y salgo de nuevo a la terraza para sentarme junto a mi chica.

-¿Ya han traído la bebida? Qué rápidos son aquí... - Observo la mesa y pego un trago de mi cerveza. - Encima has pedido lo que quería. Muchas gracias, cielo.

- La verdad es que el servicio es bueno. - Murmura. - Yo creo que a la camarera le has gustado.

-¿En serio? ¿Y cómo es?

-Es rubia y está como un tren. - Coge una patata y se la lleva a la boca. - Me ha dicho que eres muy guapa. Pero vamos, que no tiene nada que hacer contigo.

-¡Hombre, eso tendré que decidirlo yo!

-Qué va... - Niega con la cabeza y se aproxima a mi. No puedo apartar la mirada de sus labios, que muestran una sonrisa muy apetecible. - No te voy a dejar escapar.

Podría describir el beso que viene a continuación, pero ninguna palabra o metáfora que se me ocurra estaría a la altura, así que no me atrevo. Pasamos una hora aproximadamente en nuestro bar improvisado. Si ella no puede salir a la calle, yo haré todo lo posible para que la calle venga a ella. Cuando nos cansamos bajamos corriendo las escaleras, dejando las bebidas en la mesa y orgullosas de nuestro irreal "sinpa". Las carcajadas son mayores cada vez que le digo que como no se de prisa la camarera nos va a ver y nos pondrá una denuncia.

-Ahora toca compras, ¿preparada? - Se apoya en la mesa exhausta por la carrera.

Nos sentamos en el sofá con el portátil enfrente. Había dejado previamente abiertas las pestañas de sus tiendas de ropa y complementos favoritas, para que sea más rápido. Y trato de que sea igual que en un establecimiento físico. Comparamos vestidos, elegimos camisas, dudamos entre distintas tallas... Y a la hora de pagar nos peleamos para ver quién es más rápida escribiendo los números de su tarjeta en el teclado.

- ¿Qué día llegan los zapatos rojos? - Me pregunta.

- Ni idea...

- ¿Y hemos puesto tu dirección o la mía? - Me tapo la cabeza con las manos. La verdad es que no me he fijado y tengo un cacao mental tremendo. Pero viendo su felicidad, se me pasa rápidamente.

Entre compras y besos robados, cuando nos damos cuenta la estrellas ya imperan en el cielo. Hemos comprado demasiado, hasta perder la cuenta de los artículos, pero por una vez no pasa nada. Ni nos hemos fijado en las fechas en las que nos llegarán los paquetes, así que iremos recibiendo cada día las diferentes cajas. A su casa o a la mía. Y reiremos al recordar esta tarde de compras online en la que perdimos los estribos. Yo por ella pierdo todo lo que haya que perder. La cabeza, la razón, las inseguridades... Lo que nunca dejaré escapar son las ganas que me invaden el cuerpo cada mañana de verla y sentir que está conmigo. Malú me ata y me desata. Me sube al cielo y me baja al infierno. Me enreda y desenreda. Aunque ella se piense que yo siempre llevo las riendas, está muy equivocada. Es verdad que mi personalidad nunca ha sido tímida, pero tampoco había sido como es ahora. Nunca me había imaginado, por ejemplo, haciendo el amor en un probador con una persona que tiene pareja. O tumbándome en medio de la carretera para ver junto a mi novia el amanecer. Pero ella me provoca esas actitudes. Y a veces, aunque nadie lo note, dudo. Temo. Porque soy humana y es normal. Pero la locura a su lado es demasiado placentera como para no querer experimentarla.

En medio de una discusión por ver quién paga un bolso negro que usaremos las dos, suena el timbre de la puerta. El sonido a mi no me pilla por sorpresa, pero a Malú le hace dar un brinco adorable en el asiento. Voy a abrir corriendo y ahí está el chico del Telepizza con toda la cena. Fue difícil que me trajeran las pizzas a una hora exacta, pero mis dotes de convicción dieron resultado, como otras muchas veces.



-¿Y toda esta comida? - Me pregunta abriendo las bolsas y las cajas. Hay 2 pizzas familiares y varias cajas con aperitivos. - Aquí hay para alimentar a un regimiento...

-A ti te encanta comer, que lo sé yo.

-Y yo sé que te encanta desayunar pizza. - Me mira de soslayo y se ríe. Tiene razón. Desde siempre me ha encantado levantarme por la mañana y ver los trozos de esa comida italiana en la cocina, deseando ser devorados por mi hambriento estómago.

Creo que, después de esta cena, puedo asegurar que mi báscula mañana tendrá ganas de tirarse por la ventana. Siento que me pesa el cuerpo y habré perdido de un plumazo una semana entera de ejercicio. Y para colmo tengo restos de tomate y queso por toda la cara gracias a la juguetona de mi novia. Cuando le dan esos brotes de niña pequeña corre peligro todo lo que tiene a su alrededor, incluido mi corazón. Porque empieza a dar brincos, agitarse y revolucionarse. La sangre bombea tan fuerte que las aurículas no dan a basto, y transmiten el nerviosismo a cada rincón oculto de mi cuerpo.

-¿Puedes dejar de mancharme? - Intento apartarla y lo único que consigo es tener salsa barbacoa por los mofletes. Le quito el trozo de pizza que sujeta e intenta coger otra porción de la mesa, pero rápidamente agarro sus manos. - Te voy a castigar al final.

-¿Me vas a poner a pensar contra la pared como en los colegios? - Creo que ni ella se ha dado cuenta de lo mal que viene esa frase para una mente turbia como la mía. Le lanzo una sonrisa pícara.

-Yo te pongo encantada contra la pared, pero harías de todo menos pensar. - Por un momento se pone roja y sonríe hacia el suelo. Parece mentira que después de tanto tiempo aún se siga ruborizando cuando le digo ese tipo de bromas. Pero cada vez tengo más claro que es bipolar, porque otras veces es ella la primera en subirme la temperatura corporal con dos frases. - Vamos, límpiame. - Acerco mi cara y me agarra del cuello. Antes de que pueda decirle que coja la servilleta tengo sus labios recorriendo mis mofletes manchados. Pero no me salen las palabras para quejarme porque lo está haciendo de una forma tan delicada que pedirle que parase sería pecado. En un momento tengo los pelos de punta. Inconscientemente he cerrado los ojos y dejado de respirar, aunque sólo me doy cuenta de esto cuando se levanta para recoger la mesa y su piel deja de estar en contacto con la mía. 

Me pongo en pie tras ella y le quito todo lo que lleva entre las manos. Hoy no va a recoger. Le pido que no se preocupe por la basura, que ya habrá tiempo para limpiar y que si no nos damos prisa vamos a pillar la película empezada. Sigue mis pasos hacia nuestra habitación. La habitación que me regaló por mi cumpleaños y que está siendo testigo de tantos momentos inolvidables. Cojo el mando y me acomodo en uno de los pufs, y ella hace lo mismo sobre mí. Mi cuerpo siempre estará encantado de poder servirle de asiento. Enciendo el proyector, que está conectado al portátil, y observo cada una de las películas. Automáticamente quedan descartadas todas las de acción y aventuras porque no le gustan demasiado. Las de risa tampoco me apetecen, supongo que tengo otro tipo de día. Así que queda elegir entre las románticas y las de miedo. Con cualquiera de los dos géneros, por unas razones o por otras, tendría a Malú enganchada a mi cuerpo.

-¿"Scream" o "Un paseo para recordar"? -Pregunto tras haber llegado a la conclusión de que esas eran las mejores para hoy.

-La que tu prefieras.

-No, elige tú.

-Elige tú, que a mi me da igual.

-Que no, que tú. Yo he visto las dos. - La tonta discusión se prolonga durante unos minutos hasta que termino por ceder.- Vale, pues vemos "Scream".

-¿La de miedo? Jo, pon mejor la de amor.

-¡Eres una tocapelotas! - Pongo la que ella ha querido y lanzo el mando al suelo. Me hago la enfadada, pero rápidamente se me pasa cuando me abraza con fuerza y alza la cabeza para darme un beso en la mandíbula.

Podría decir que las películas de amor no me gustan y que hubiera preferido mil veces poner la de miedo. Podría decir que "Un paseo para recordar" me ha aburrido y he acabado dormida cuando iba por la mitad. Y podría seguir diciendo un montón de cosas de ese tipo, pero la verdad es que serían mentira. Lo cierto es que me he pasado más de media película con los ojos derrochando lágrimas y el alma temblando. Esta película es amor. Amor por encima de todo. De gente, de enfermedad y de los propios protagonistas. Yo quiero amar, y creo que lo hago, como lo hacen ahí. Por más que la vea, nunca me canso. Hay una parte que me encanta: 

"-¿Tienes miedo? 

+Tengo miedo a perderte, a no estar contigo. 

-Eso jamás ocurrirá.Contigo siempre."



Y no es la parte más bonita de la película, ni la que más lágrimas le saca a la gente, pero a mi me arde por dentro. Porque yo prometí mil veces que nunca dejaría de estar con ella, y juro que lo decía con el corazón en la mano. Y cuando por un tiempo no pude cumplirlo me sentí una de las personas más sucias de este mundo. Por culpa de una o de otra estaba fallándole. Pero pasó el tiempo y nos reencontramos. Y el amor volvió, aunque estoy segura de que nunca se había ido. Siempre estuvo oculto en mi interior. Por lo tanto mi promesa de estar siempre juntas hubiera estado siempre en pie, porque a pesar de que no estuviera físicamente junto a ella, lazos invisibles nos unían estrechamente hasta que nuestros caminos volvieron a entrelazarse. 

-Amor, ¿puedes dejar de llorar ya? - Se ríe tímidamente y se aparta las lagrimas que ella también está desechando. - Menos mal que preferías la otra película...

-No sé qué me pasa con esta película... Pero siempre termino llorando. 

-Pues no lo sé. Será el tema de las enfermedades, que te afecta. 

-Será... - No lo es. No es ese tema. Pero hay cosas que es mejor guardarse para sí mismo. - Oye, cielo, tengo algo que pedirte. 

- No podemos ir a la frontera con Francia para estar en dos sitios a la vez como en la película, lo siento. - Bromea. Me río nerviosamente, pero en realidad lo que voy a decir no es fácil. - Venga, dilo. 

-Malú, quiero que vayamos a ver a mi madre. 


--------------------------

¡Hola! A ver, quiero pedir perdón por tardar tanto en subir y estar medio ausente. Pero es que os prometo que se me hace imposible subir, de verdad. Muchísimas gracias por la paciencia y el apoyo. Espero que os haya gustado :')

@NovelaconMalu






lunes, 15 de septiembre de 2014

VUESTRAS IMAGINACIONES IV


1. Flashgirl. 

Alzo la cabeza esperando que el sonido que ha retumbado por todo el jardín sea una simple imaginación mía, y no me da tiempo a nada más cuando observo que alguien intenta colarse en mi casa saltando por el muro de hormigón situado al lado de la puerta principal. Su melena rubia la delata. Creo que nadie podrá llegar a tener, jamás, una cabellera tan perfecta como la de Patri. Por mucho que lo intenten. Salta con una agilidad sorprendente y se sacude el pelo mientras pestañea de manera repetitiva intentando aclimatarse al cambio de luz que le ha provocado la farola que le ha ayudado a invadir mi propiedad. Me sonríe a quemarropa, sabiendo que me voy a derretir con ese gesto. Pero hoy no tiene la respuesta que ella espera y se acerca con la cabeza torcida haciendo desprender de sus ojos un brillo especial. Ese que utiliza cuando intenta convencerme de algo.

 

¿No puedes venir a horas normales? - Espeto con rabia mientras me pongo la camiseta por encima – Me has asustado, joder.

 

Va cariño, te echaba de menos – Me suplica acercándose peligrosamente a mi – Además que hace mucho calor y nos podríamos meter en la piscina. Ahora no nos ve nadie.

 

Métete tu. Pero la próxima vez mandas un mensaje. Es lo habitual que hace la gente cuando echa de menos a su novia.

 

La oigo quitarse la ropa y tirarse desnuda al agua. Sé que lo hace para provocarme, pero esta vez no puede ser. No es la primera vez que salta hacia mi jardín sin esperar a que nadie le conteste. Y no sería la primera vez que se hace daño al hacerlo. Pero su locura le impide ver la peligrosidad de invadir propiedades privadas encaramándose entre farolas y muros. Y es el miedo a que algún día caiga mal el que me hace enfadarme con ella hasta el punto de no querer verla.

 

De repente noto sus besos por el cuello pero mi mente decide no hacerles caso y seguir caminando hacia las escaleras que llevan a mi habitación. Pero mi cuerpo traiciona, como siempre, a mi cerebro  y decide dejarle el espacio justo a sus labios para que se paseen por esa parte de mi cuerpo que sabe que me vuelve loca. Y me traiciona todavía más cuando noto que pega su cuerpo mojado a mi espalda, haciéndome notar su excitación con la punta de sus pezones. No puedo evitar girarme para fundirme con sus labios. Hoy, más que nunca, tiene la capacidad de excitarme con apenas un roce de su lengua con la mía. Y me encanta ese poder que tiene sobre mí. En apenas segundos estamos en el borde de mi cama y sin apenas milímetros de separación entre ambas. Decide girarse y tumbarse, con la mínima delicadeza posible, arrastrándome para que caiga encima de ella, clavando las rodillas en el colchón, alrededor de su cadera.

 

Déjate hacer – Me susurra alejándose de mi boca.

 

Me quejo. En estos momentos no permito que nadie, ni siquiera ella, rompa la locura irracional que crea el baile de nuestros labios. Porque sé que habrá locuras racionales, pero también sé, que sus besos desconocen ese término. Y por mucho que después lo niegue, me encanta que lo desconozca, que bese cada parte de mi cuerpo como si fuera el último, que recorra con su lengua todos los rincones de mi cuerpo, haciéndome entrar en esa dinámica de locura irracional de la que jamás podré salir.

 

Sujeta mis caderas con fuerza para, sin esperármelo, levantarlas y dirigirlas hacia su rostro. Y yo no puedo hacer más que sujetarme con dificultad al cabecero de la cama. Con la dificultad de saber que en apenas segundos la humedad de su boca se entremezclará con la de mi propia excitación.  Esta vez no hay tiempo para caricias, ni para susurros cariñosos, ni siquiera para los besos con dulzura previos al momento cumbre. Suelto un gemido ahogado al notar una mordedura en mis piernas. Conoce demasiado bien mi cuerpo. Tanto que sabe tocar con sus dientes el límite exacto de la frontera del placer. Antes de que mis cuerdas vocales terminen de emitir el leve sonido placentero noto como su lengua se adentra en mi sexo, moviéndola con la exactitud perfecta que solo ella sabe, con movimientos justos y certeros. Con la velocidad necesaria en ese momento. La que ella impone sin pudor. Y mi cadera comienza dejarse llevar cuando Patri decide que sus dedos también deben entrar en acción. Sin pausa. Me balanceo sobre su rostro en busca del orgasmo que sé que no va a tardar en llegar.  Mi pecho suplica su presencia cuando su mano libre se aleja de él. Había estado desde un principio acariciándolo sin piedad. Al mismo tiempo siento que su otra mano se desliza saliendo de mi cuerpo. Giro ligeramente mi mirada hacia atrás, buscando una explicación. Y es en ese instante cuando veo que una de sus manos busca su propio sexo y que acompasa ambas manos. Una en su sexo, otra en el mío. Y su intento de buscar la excitación de ambas hace que me encienda mucho más. No puedo dejar de mirar como mi chica acelera los movimientos de su mano en su propio sexo y ya me da igual que siga tocándome como lo hace ahora mismo. Y son sus movimientos, su imagen... Es ella la que hace que lleguemos a la vez al paraíso que tanto ansiábamos. Y es su último suspiro el que choca con mi sexo el que hace que se me erice hasta lo más profundo de mi ser.

 

Me deslizo suavemente para quedarme tumbada completamente encima de ella, acompasando nuestras respiraciones todavía aceleradas. Intenta besarme en la punta de la nariz, pero aun no ha conseguido hacerlo sin rozar mi piercing de ésta. Creo que es el único beso que se le resiste. Por más que se lo repito, ella siempre piensa que me puede hacer daño si lo mueve. Y por más que lo prueba, su extraño movimiento hace que su labio inferior se pellizque con la apertura del pendiente, haciendo que una carcajada conjunta se escape de nuestras gargantas y se junte, sin permiso, con la excitación que hay flotando por las cuatro paredes de mi habitación. Una excitación que hasta el más tonto e ingenuo notaría. Diría que hasta podría palparla.

 

La próxima vez, avísame – Digo mientras sujeto la mano que poco antes estaba dentro del cuerpo de Patri.

 

Lo siento, yo no... - Me dice buscando mi mirada mientras el rojor se apodera de sus mejillas.

 

Tonta – Le callo besándola suavemente – No sabes lo que me ha gustado verte.

 

Nos abrazamos y creo que ese es el paraíso perfecto. Haría mil veces el amor con ella solo por estos momentos. Por tenerla entre mis brazos tranquilamente mientras las gotas de sudor pelean por juntarse con nosotras. Lo haría por escuchar, como siempre, el “Te quiero” que rebota en las paredes y se queda ondeando hasta que decidimos callarlo con otro “Te quiero” que suena mejor que el anterior.

sábado, 13 de septiembre de 2014

VUESTRAS IMAGINACIONES III

1. @Novelateconozco.

- Cómo sea ella la mato, juro que la mato. - Voy gruñendo mientras bajo las escaleras y me dirijo a la puerta. - Esta es tonta. - Por el video portero veo a Patri girando sobre si misma y buscando algo en su bolso, seguramente las llaves.
Le abro la puerta para que entre y veo como se lleva la mano al pecho del susto que se lleva. - Pero quieres entrar!! - Le grito al ver que esta quieta como un pasmarote. Con alguna dificultad llega hasta la puerta principal.

- ¿Te he despertado? - Pregunta con miedo.

- Es lo que pasa cuando me estaba costando coger el sueño y tocan al timbre.

- ¿Yo he tocado el timbre? - Dice extrañada y señalándose a si misma. Madre mía, la borrachera que lleva es importante. Pongo los ojos en blanco y la cojo del brazo para que entre.
La llevo a la habitación y empiezo a desvestirla para meterla en la ducha. Me cuenta toda su noche de fiesta y yo no entiendo ni una palabra de lo que me dice. La empujo hacia la ducha y abro el grifo de agua fria. Pega un grito ahogado y a pesar de mi enfado no puedo evitar reirme.

- Dios! Esta helada. - Se queja.

- Te jodes, eso por despertar a tu novia.

La tentación de meterme con ella y hacerle el amor es demasiada alta. Pero no, el enfado y el saber que en cuatro horas tengo que ir a trabajar, me frenan.
En otra ocasión ni me lo hubiera pensado.
La ducha de agua fría parece haber hecho efecto, por lo menos ya vocaliza.

- ¿Nos comemos un helado? -

- ¿Ahora?

- En verano cualquier hora es buena para comer helado. Vamos!

Y ahí estábamos casi a las cinco de la mañana tiradas en el sofá, comiendo helado y hablando.

- Y después de estar dando vueltas como unos tontos, hemos  acabado en la discoteca de siempre. - Mientras Patri me cuenta su fantástica noche se me van cerrando los ojos, pero a ella parece no importarle, no deja de hablar. - Por cierto,  he visto a Jorge, te manda saludos. - La miro extrañada, no sé de que Jorge me habla. - Jorge, tu ex, el que me presentaste ese día en el restaurante. - Ya ni me acordaba de que había estado con él, hace bastante tiempo ya de eso. - Que no es por nada, pero tenías el gusto en el culo, esta muy estropeado.

- Jorge siempre ha estado muy bueno, reconócelo. Además, yo siempre he tenido muy buen gusto, tss.

- Te voy a decir yo dónde tienes el gusto. - En un segundo la tengo encima de mi cuerpo dejando besos y mordiscos por mi cuello, con sus manos volando por mis piernas y haciendo que la temperatura de mi cuerpo aumente. Y mi cabeza recordándome que que ya solo me quedan tres horas de sueño.

- Patri no.

- Patri si....

En menos de dos horas me ha revolucionado. Me ha enfadado, me ha hecho reir, me ha excitado y me ha llevado a tocar el cielo. Si una persona te hacer sentir todas esas sensaciones y más, es que merece la pena tenerla en tu vida...Y Patri merece mucho la pena.

2.  Chica de la voz bonita :')

Hice caso omiso a la llamada, y busqué la posición idónea para descansar. Por la hora que era supuse que sería algún borracho. Cuando creí que ya había conseguido encontrarla y mi cuerpo estaba aparentemente relajado, el irritante ruido de la puerta volvió a sonar. Sobresaltada me dirigí a abrir con la intención de mostrarle a la misteriosa persona que se escondía tras la puerta mi indudable enfado. Al abrir, y ver de quién se trataba, mis ideas cambiaron por completo. ¿Qué hacía ella aquí? Y ¿por qué no me había avisado de que venía? ¿Y a estas horas? Miles de preguntas se acumulaban en mi cabeza, pero no era capaz de comenzar a soltarlas por orden sin atragantarme.

-No preguntes, primero déjame explicarte.

-Carol ¿qué cojones ha pasado? - Mi corazón en ese momento sentía que su lugar estaba en otro lado y deseaba salir por mi boca lo antes posible.

-¡Relájate! ¿Puedo...? - apartó su mirada de la mía y la puso dentro de mi casa.
En ese momento mi mente no paraba de darle vueltas a todo e intentaba buscar una explicación a esa inesperada visita.

Con Carol no había tenido nunca mucha relación y por eso me alarmaba tanto que estuviera aquí, hoy, sin previo aviso, a las cuatro de la madrugada. Todas las conclusiones a las que mi cabeza llegaba tenían algo en común, Patri.

-Dímelo ya por favor, ¿le ha pasado algo a Patri?

-No exactamente...- su mirada se entristeció de un segundo a otro y sus ojos encerraban un mar de lágrimas que le pedían a gritos salir - Es mi madre Malú, ha tenido un accidente de coche y está muy grave en el hospital.

  - ¿Qué? -Mente en blanco, palabras que taladraban mis oídos haciendo que cada una de ellas llegara más adentro de mi sin freno alguno, cara descompuesta y sentimientos a flor de piel.

  - Ella salía de trabajar y llegando a casa, un conductor con unas copas de más, se la llevó por delante... - su voz era débil, apenas imperceptible para una persona a más de dos metros de nosotras.- Recibimos una llamada y directamente fuimos al hospital. Patri no quería preocuparte y menos sabiendo lo que ha pasado, pero sentía que tenía que decírtelo.

  - Lo  siento... - Mis  palabras estaban buscando un hueco por el que salir, pero el nudo que se formó en mi garganta impedía que su búsqueda finalizara con éxito.

  - Sé que las cosas entre mi madre y tú no están bien, pero Patri ahora te necesita más que nunca. 

¿Y qué se supone que tenía  que hacer yo ahora? ¿Ignorar todo lo que me había  dicho y ayudarla a recuperarse? Mi corazón me decía que fuera  corriendo a apoyar a la mujer de mi vida, que probablemente se encuentre en uno de los peores momentos de la suya, pero mi cabeza se negaba  a dejar fluir mis sentimientos. Sabía que era orgullosa, pero ¿tanto como para dejar tirada a Patri en una situación tan delicada como esta? Necesitaba pensar, aclararme las ideas, dejar enfriar el asunto y que las cosas trascurrieran por su debido camino, pero no había tiempo. Ella me necesitaba más que nunca y no entendía cómo podía ser tan egoísta y estarlo pensando todavía, cuando al contrario, ella seguro que no hubiera tardado si cinco segundo en coger sus cosas y venir a por mi. Yo necesitaba tiempo y Carol una respuesta. Y ninguna de las dos cosas las tenía.

3. @Desi_madrid21

Me levanto pensando en matar al que en ese momento este llamando a la puerta y susurro - con lo que me ha costado dormirme coño - Voy lentamente abrir. Con calma pero sin prisa.

Abro la puerta y la cara me cambia por completo. De repente el sueño que sentía había desaparecido y mi cuerpo,  en ese momento,  se lleno de preocupación. En la puerta estaba mi madre, la mujer que me trajo al mundo.  Estaba cabizbaja con los ojos hinchados de tanto llorar. Cuando iba a preguntar que habia pasado , se me adelantó y me abrazo llorando desconsoladamente. La metí en casa como pude sin despegarme de ella ni un solo instante,  quería demostrarla que siempre estaría a su lado como tantas y tantas veces había estado ella conmigo. Nos sentamos en el sofá y cuando por fín se tranquilizó decidí dar el paso y preguntar.

- ¿Mamá,  que ha pasado?- Mientras acariciaba su mano.

-Malú, no aguanto más esta situación... Todo el día discutiendo, enfados,  si ni si quiera mirarnos a la cara. Lo quiero pero no puedo más cariño, no puedo más.-Se volvió a derrumbar entre mis brazos mientras las lágrimas empezaban ha aparecer en mi rostro.

-Mamá... No sabía que estuvierais tan mal.  Porque no me habías dicho nada? Sabes que estoy a tu lado - Acompañado de un dulce beso en la frente.

-Cariño no quería preocuparte.  Estas de gira y hasta arriba de cosas. No quería que esto afectará a tu trabajo. Se lo importante que es para ti.  Tu hermano Jose tampoco sabe nada pero... Hija, he tomado una decisión.

-Vais a separaros? - mis lágrimas llevaban tiempo pidiendo salir a gritos. Por mucho que intentaba aguantar , por mi madre,  no lo pude evitar.

- SÍ Malú,  quiero el divorcio.

CONTINUARÁ.....

4. @Apruebadeti_

Me sobresalto inevitablemente. Mis nervios se disparan al son de mis latidos, que aumentan de ritmo conforme pasan los segundos. No es normal que alguien me visite a horas tan extrañas. Al menos sin avisar. Estaba sola porque Patri tenía una cena de amigas de adolescencia. De estas en las que te lías contando anécdotas hasta el amanecer.

Entro sin darme demasiada prisa. De nuevo el sonido del timbre vuelve a retumbar en todos los lugares de la casa. Es realmente ensordecedor en el silencio de la madrugada. Una camiseta que tengo tirada por el salón me sirve para cubrirme.

Me asomo por la mirilla. Pero la poca luz de la calle no me permite distinguir de quien se trata. Aún así abro la puerta. Mi sexto sentido me dice que debo hacerlo. Rara vez me falla. Y no me equivoco.

Allí está. Con esa carita de niña buena que tanto me gusta. Aparta su melena rubia hacia atrás con un gesto de lo más sexy. Lleva una camiseta de tirantes semi-transparente y unos shorts de color azul que me invitan a abandonar la poca cordura que me queda cuando la tengo delante. Conozco su locura, así que no me sorprende que esté rondando mi puerta a las tantas de la madrugada. Ella es así. Niego con la cabeza mientras la miro sonriendo.

—Hola... -susurra con un suave hilo de voz apenas imperceptible. Necesito leer sus labios para adivinar sus palabras.

Su tono de voz sumado a la hora que marcan las agujas del reloj hacen que la preocupación me invada. Tal vez esta no sea una de sus locuras.

—¿Que haces aquí? ¿Estás bien? ¿Has bebido? ¿Ha pasado algo? -disparo una pregunta tras otra sin darle tiempo para contestar.

—Sssshh! Pareces mi madre cariño... -dice posando su dedo índice sobre mis labios. Y acto seguido lo que deja sobre ellos es un beso. Un dulce beso que me sabe a gloria.

—Patri, ¡son las cuatro de la mañana! ¿Que quieres que piense? -digo sin dejar de observar sus preciosos ojos —Además... Tu no tendrías que estar con tus...

Su dedo vuelve a aterrizar en la pista de mis labios impidiendo que mis palabras salgan a la luz. Me calla sin más. Pero me dedica una de sus sonrisas para quitarle hierro al asunto. Y sucumbo. Claro que lo hago. Me quedo prendada de ella y una sonrisilla de enamorada se adueña de mis labios. Porque si. Porque ellos solos, sin consultarlo con nadie, han decido sonreír.

—¡Vístete! Quiero llevarte a un sitio.

—Cielo, definitivamente te has vuelto loca.

—Malú, deja de quejarte. Tienes cinco minutos a partir de ya -dice tajante con un aire de mandona que me pone a mil.

Obedezco sin rechistar. Sé que acabará convenciéndome. Siempre lo hace. Subo hasta mi habitación. Me visto con lo primero que saco del armario. Una camiseta y un pantalón corto. Con este calor seria capaz de irme en ropa interior. Pero no es cuestión de ser portada hasta en los periódicos de la prensa internacional. Me convertiría en la Miley Cyrus española. Y ya no tengo edad para eso.

Mi chica continua en el mismo lugar que antes. Cuando me ve aparecer abre el primer cajón del recibidor y registra entre un montón de llaves que guardo allí. Sin pensarlo dos veces saca las de mi coche. Se apropia de ellas y me dirige de la mano hasta el vehículo. Desconozco el motivo, pero esta exultante. Y me encanta verla así. Así que sigo sin dudar cada una de sus indicaciones.

Subo en el asiento del copiloto. No tengo ni idea de donde vamos a las cuatro y pico de la madrugada. Lo único que tengo claro es que las ojeras de mañana me van a llegar hasta el suelo. Y odio mis ojeras.

Trato de adivinar a donde nos dirigimos. Pero me resulta imposible. La escasa señalización no ayuda demasiado en mi intento fallido por encontrarme. La oscuridad de la noche se apodera de la carretera por la que circulamos. Tanto que la mayoría del camino lo hacemos con las luces de largo alcance. Suerte que no nos cruzamos ni a un solo coche.

Y llegamos hasta donde ella quería. Nos detenemos en algún lugar del mundo. A saber en cual. No se ve absolutamente nada. La miro con cara extrañada. Patri se parte de la risa al verme así. Risa que me contagia sin saber por qué. Le encanta sorprenderme. Baja del coche. Abre mi puerta y me invita a hacer lo mismo.

—Cierra los ojos -ordena.

—Cielo, no se ve un carajo. ¿Crees que es necesario que los cierre?

—Hazme caso por favor.

Cierro los ojos. Y no es muy distinto a tenerlos abiertos. Oscuridad en cualquier caso. Noto sus manos posarse delicadamente sobre mi cintura. Me estremezco al sentirla. Doy pequeños pasos. Tan pequeños que Patri se encarga de acelerarlos. Y me acoplo a ellos. Camino con la confianza que solo ella es capaz de transmitirme. Podría caminar con los ojos cerrados al borde de un precipicio a cien mil metros de altura si fuera ella la que guiara mis pasos.

Paramos de golpe. Apoya su cabeza en mi hombro. Noto su respiración en mi cuello. Y eso me vuelve loca. Sonrío todavía con los ojos cerrados.

—Ya puedes abrirlos... -susurra en mi oído sin cambiar su posición.

Y lo hago. No sé donde estoy. No sé que lugar es ese. Pero tengo Madrid a mis pies. En pequeñito. Como si se tratará de una fotografía. Multitud de luces blancas iluminan ese precioso paisaje. Se distinguen a lo lejos los edificios más imponentes de la ciudad. Me quedo fascinada ante tanta belleza. Me encantan las ciudades de noche. No se que tienen... Pero algo tienen.

La miro sin decir nada. Mis palabras se han quedado pequeñas para enfrentarse a este momento. Así que me basta con compartir una mirada. Una mirada llena de complicidad. Sin decir nada le agradezco que me haya traído hasta aquí. El destello chispeante de sus ojos es casi más bonito que todo aquello. Está preciosa. Alumbrada solo con el fuerte reflejo de la luna. Acaricio su cara con suavidad y la beso lenta pero intensamente.

Sabe responderme a la perfección. Nuestras lenguas se buscan sin ninguna prisa. Saben que se van a encontrar siempre que lo deseen. Porque están destinadas a ser una sola. Igual que nuestros labios. Con ambas manos pego su cuerpo al mio. Y la siento complemente. Ni una sola pizca de aire seria capaz de pasar entre ellos. Y no me importa. Me quedaría así de por vida. Porque de esta forma me siento segura.

Pero es ella la que deja de besarme. Se sienta en el césped y me mira desde abajo. Abro sus piernas y me siento en medio de ellas. Dándole la espalda y utilizando su cuerpo como respaldo. Sé que le gusta. Besa mi cabeza y me rodea con sus brazos. Y ese gesto me mata lentamente. Consigue romperme en mil pedazos con las cosas mas insignificantes. Y no es la primera vez. He vivido multitud de momentos así con ella. Pero esta noche estoy sintiendo cosas a las que todavía no puedo ponerles nombre. Quizá sea magia.

—A veces vengo aquí cuando nos enfadamos -dice deshaciendo el silencio. —Observo los edificios, las luces, la inmensidad de la ciudad. Toda la gente que habita en ella... Y me pregunto por qué.

—¿Por que, que? -pregunto con curiosidad.

—¿Por que yo entre tantas personas?

Y esa pregunta llega de la nada quebrando todos mis esquemas. No me molesta. Al contrario. Y aunque me pilla desprevenida no necesito pensarla ni dos milésimas de segundo.

—Porque eres mi más bonita casualidad... Porque me enseñas cada día a ser mejor persona... Porque gracias a ti sé lo que es el amor... Porque muero cada vez que te veo sonreír.... Porque no imagino una vida en la que no estés tú... -susurro haciendo pequeñas pausas entre cada motivo.

Giro la cara para mirarla. Noto como traga saliva. Aprieta los labios y una lágrima recorre su mejilla. Está totalmente emocionada. Me sorprende su reacción. Pero a la vez me encanta.

—Te quiero mucho tonta -y sello mis palabras con un beso.

—Malú...

—Dime.

—Cásate conmigo.

………

Y ahora yo reto a la jefa @novelaconmalu a que continúe mi continuación. Jijiji No me mates...

--------------- 

JAJAJAJAJAJAJAJAJA bueno, como habéis visto la señorita @Apruebadeti_ me ha retado a continuar su relato y yo, teniendo en cuenta que durante toda su continuación no he podido dejar de sonreír.... Acepto el reto. Dejaré claro que  lo que yo he escrito como continuación NO TIENE NADA QUE VER CON LA TRAMA PRINCIPAL DE LA NOVELA. LO QUE PASE AQUÍ NO INFLUYE EN LA HISTORIA.  


Y bueno, aquí os dejo mi continuación a la continuación. Espero que os guste: 

5. Continuación de la continuación. @NovelaconMalu

Siempre he pensado que el matrimonio no sirve para nada. Que es un simple papel donde pone muchas cosas sin sentido,o quizás tienen sentido y yo no se lo encuentro. Y al final firman los involucrados, al igual que si compraras un coche o un piso. ¿Acaso el amor es comparable a una venta? Tengo miles de descripciones imperfectas para el amor, pero desde luego "compra" no está entre ellas. Lo único que podemos cambiar por el amor es más amor. Ni dinero ni otras estupideces. Creo que no es necesaria una firma para demostrar que quieres pasar la vida con la persona a la que quieres. Eso se demuestra con otras cosas posiblemente mucho más simples. Hechos. Besos. Palabras. Sonrisas. Mariposas en el estómago. Te quieros que recortan kilómetros. Un corazón desbocado a causa de un suspiro deseoso. Miles de opciones lejos del matrimonio. Porque cuando el tiempo pasa el papel se puede romper, y lo único que nos queda son los recuerdos de todas esas acciones. 

La tengo enfrente. Mirándome a los ojos muy de cerca y pidiéndome con ellos una respuesta. Le brillan más que nunca, y eso ya es decir. Quizá es una de las respuestas más cortas de mi vida, un si o un no, pero también una de las más difíciles. Diga lo que diga va a traer consecuencias, y todas me dan miedo. ¿Para qué una boda? Ni siquiera me lo ha pedido con un anillo como el resto de la gente. Ella es especial incluso para pedir matrimonio. Al pensar esto se me escapa un sonrisa pequeña que provoca la suya. Y pasa. Pasa que me cuelgo de la curva de sus labios y me sumerjo en la inmensidad de su mirada. 

Y ahí, teniéndola nerviosa junto a mi, me da por pensar en todo lo que hemos vivido juntas y los sentimientos que me ha transmitido en tanto tiempo. Ninguno tiene desperdicio. Ese "no te vas a librar de mi tan fácilmente" al que le di menos importancia de la que merecía. El primer roce de nuestros labios en la pista de skate que me enganchó a ella. Esa primera vez, con nervios e inseguridades pero repleta de magia. Todas las demás veces, de todo tipo: relajadas, fogosas, tiernas... Su infinidad de locuras, como cuando me llevó a esa piscina desamparada. Su debilidad al darse cuenta de que la ha liado, como cuando se emborrachó. La ilusión en nuestro rincón de Almería. Su sonrisa jugando con mi hermano pequeño. El dolor de nuestra primera y única ruptura, que sirvió para darnos cuenta de que lo nuestro es inquebrantable. El reencuentro en la fiesta, donde volvió a despertar mil cosas que creía muertas. Sentirme libre corriendo de su mano por Madrid. Perder con ella la cabeza, aunque estuviera saliendo con otra persona, o dentro de un probador mexicano. Notar como me descompongo en un hospital extranjero y disfrutar de la forma con la que me hace fuerte. El bienestar que siento en los viajes lejanos al poder abrazarla sin complejos. 

Acabo de poner algunos de nuestros momentos juntas, pero podría seguir durante toda mi vida. Y toda mi vida quiero seguir sumando experiencias a su lado. Me ha dado tanto que me siento incapaz de negarle el matrimonio. Con papel o sin él, voy a quererla igual. Si algo nos ha enseñado el transcurso del tiempo es que nuestra relación es fuerte, y una ceremonia no la va a romper. Entonces, ¿por qué negarle mi mano? Empiezo a verle un poco el sentido a casarme. No es porque me guste a mi, es porque a ella le hará feliz. Y si hay algo que pueda sacarle una sonrisa, yo deseo llevarlo a cabo. Porque mi felicidad depende de la suya. Os juro que no me imagino subida al altar vestida de blanco. Eso no es para mi. En cambio, si a mi lado está ella, también vestida de blanco y con esa sonrisa que enamora, no tengo ninguna duda de que quiero hacerlo. 

Y me pregunto... ¿A cuánta gente le habrá pasado esto? Te tiras toda la vida renegando del matrimonio porque no le ves sentido hasta que, de pronto, alguien te hace entenderlo. Entender que detrás de las firmas en un papel hay dos personas que se quieren y, sobre todo, que quieren pasar la vida juntas. Entender que hay cosas que no las haces porque te hagan directamente feliz a ti, pero te aportan felicidad al saber que otra persona las va a disfrutar. 

-Por favor, responde. - Se ríe de manera nerviosa. No sé cuanto tiempo llevaré sumida en mis pensamientos. - Sé que nunca has creído en el matrimonio pero...

-Sí, quiero. - La interrumpo. Se queda bloqueada, con los ojos abiertos y mi mano entre las suyas. - Sigo pensando que ese papel no va a hacer que duremos más. Pero también sé que no va a hacer que duremos menos, simplemente por el hecho de que lo nuestro no va a acabar nunca. Así que... Quiero. 

Más brillo en los ojos. En los míos y en los suyos. Se apresura hacia mi boca y me besa. Besos lentos. Rápidos. Cortos. Largos. Intercalando te quieros. De todo tipo. Sé que no me he equivocado al dar esa respuesta, aunque sólo sea por ver esa reacción. No me voy a arrepentir porque la he hecho feliz, y eso es lo que más me llena en esta vida. Por su mejilla desciende una lágrima de felicidad, y cuando me quiero dar cuenta estoy llorando como una loca. 

-¿Estás segura? - Me pregunta aún sobre mis labios. 

-Al principio no, ahora si, y quién sabe qué pensaré luego. Pero, ¿desde cuándo la seguridad nos ha dado cosas bonitas? Casi todo lo bueno que hemos vivido ha sido gracias a tus locuras, y presiento que esta vez no va a ser menos. Te quiero y quiero hacerte sonreír todos los días. 

- Te prometo que lo haces. - Vuelve a besarme, ahora mucho más sutil. Me da las gracias con cada movimiento de sus labios sobre los míos, pero lo que no sabe es que las gracias se las tengo que dar yo a ella, por miles de razones que creo innecesario enumerar. - Te quiero. 



-----------


Como ya he avisado, no se van a casar realmente en la novela. Sólo lo he escrito por el reto. Muchísimas gracias a los participantes y espero que me sigan llegando textos. ¡Gracias! :')






viernes, 12 de septiembre de 2014

VUESTRAS IMAGINACIONES II

1. Flashgirl. 

Me levanté y, sin dudarlo, puse rumbo hacia mi habitación. Estoy convencida de que se trata del hijo de los vecinos. Un niño de 15 años, demasiado consentido, que últimamente su máxima diversión es tocar timbres ajenos para despertar al vecindario y que éstos, los conozca o no, se unan a su fiesta particular, donde el alcohol era lo único que no tenía fin. Bueno, el alcohol y la energía que desprendía hasta altas horas de la madrugada.

 

Ni siquiera he podido meterme en la cama cuando vuelvo a oír un ruido procedente de la calle. Esta vez no es el timbre, pero creo saber como puede continuar esto. Me acerco al ventanal con el único objetivo de pegar un par de gritos a aquél adolescente rubio que suele vestir con la gorra del revés. Pero justo cuando abro mi boca, tengo la obligación de cerrarla de nuevo. Lo que veo no me lo esperaba, y un cosquilleo de intranquilidad recorre mi cuerpo como si de un relámpago se tratara. Mis pies comienzan a caminar sin ritmo acompasado, con una torpeza inusual en mi, pero mi mente es tan traicionera en estos momentos que no me deja ni parar a pensar la manera de andar sin tropezarme. En apenas segundos llego a la puerta que da al jardín pero se me ha adelantado y ésta ya se está abriendo suavemente. Sé que intentan hacer el menor ruido posible para no despertarme.

 

- ¡Joder Malú! Que susto me has dado – Me grita Patri con una de sus manos en el pecho - ¿Qué haces aquí? Al no contestar pensé que estabas dormida.

 

Y yo me quedo ahí, sin poder emitir sonido alguno. Perdiéndome en los nervios que me ha creado verla cruzar la puerta del jardín. Y no reacciono hasta que noto una leve caricia en la mejilla seguido de un “¿Estás bien?” que me transmite una paz entremezclada con un toque de intranquilidad que nunca podré explicar con claridad.

 

- ¿Que te ha pasado? ¿Tu no estabas con tus amigas camino al viaje de tu vida? ¿Por qué has vuelto? ¿Ha ocurrido algo con...? - Replico sin a penas vocalizar y mucho menos dejar espacio para que mi chica conteste. Y es ella misma la que me coge de las manos, que hasta ese instante se habían mantenido haciendo aspavientos estúpidos, y me besa ligeramente en los labios para hacerme callar.

 

- No ha pasado nada, solo que me he dado cuenta que no quería estar allí. - Me dice sin soltar las manos y mirándome con una profundidad que hace que me vuelva muy pequeña y me transporte al paraíso que solo ella puedo crear con el verdor de sus ojos.

 

- Llevas años planeando ese viaje. No me vengas con chorradas. ¿Que cojones ha pasado, Patri? - Le suelto impaciente. No entiendo como ni por qué está aquí, a mi lado, pero sé que algo ha pasado para que anule unos planes con los que llevaba soñando desde que empezó el instituto. Ella y sus amigas deseaban perderse por selvas que sólo ellas sabían dónde se encontraban.

 

- He parado en una gasolinera y he mirado el móvil instintivamente – Empieza a explicarme sin apartar mínimamente su mirada. Y yo me muero lentamente con ella. No me puedo resistir a la verdad que desprende con ella – He visto el fondo de pantalla, la de nuestros meñiques entrelazados, y me he dado cuenta que me equivocaba. Tengo estas semanas de vacaciones y en lo único que puedo pensar es en volverme a Madrid y verte. He tenido que darme la vuelta al darme cuenta que el viaje de mi vida estaba aquí, contigo. Peleándome con tus perras porque me roban minutos de mi vida contigo, mirándote en el backstage de cada concierto pensando que esos bailecitos me los harás después en privado - Suelta con una risa pícara antes de volver a la poca seriedad que le caracteriza- Me he dado cuenta que el viaje de mi vida es quedarme dormida observando fijamente como la mujer de mi vida se hace la dura para intentar aguantar despierta más que yo. No quería irme dos semanas sabiendo que ese momento es muchísimo mejor que todo lo que pueda descubrir perdida entre matojos.


2. Anónimo 18. 


Pego un pequeño salto porque no me lo esperaba. La verdad es que estas no son horas para ir llamando al timbre así que como seguramente será un graciosillo o graciosilla intentando molestar un poco lo dejo pasar y sigo intentando conciliar el sueño. Aunque no me dura mucho porque de nuevo vuelven a llamar pero, ahora, se suman también fuertes golpes en la puerta. Empiezo a asustarme de verdad, no sé quién puede ser  y qué estará pasando. Si Patri estuviera a mi lado estoy segura de que ya me hubiera tranquilizado. Tiene esa capacidad de transmitir tranquilidad y seguridad con dos sencillas palabras. Pero ahora ella está en México ejerciendo el trabajo de fotógrafa que empezó hace tiempo con mi gran amigo Dani Martín, ya que el disco lo va a grabar allí y eligieron también hacer las fotos en el país americano. Se ha ido solo para tres semanas que a mí se me hacen eternas y más ahora que he acabado mi gira y estoy de vacaciones. Y así es como me siento cuando Patri no está, sola, insegura y aburrida.

Llego a la puerta y miro por la mirilla y, por suerte o desgracia, no veo a nadie. Me enfurece mucho la gente incompetente que solo se divierte molestando a los demás, así que igualmente abro la puerta para ver si por suerte pillo al desgraciado o desgraciada que ha venido a tocar las narices a mi casa.

-¡Anda! Ya pensaba que no me ibas a abrir…- dice mi hermano José saliendo otra vez del coche.

- ¿Se puede saber qué haces aquí a estas horas? ¿Ha pasado algo? ¿Estás bien?- Suelto todas estas preguntas del tirón, cosa que provoca la risa contagiosa de mi hermano.

-No, hermanita, tranquila. No ha pasado nada. Simplemente no puedo dormir porque tengo mucho calor y como he visto que estaba en línea en el Whatsapp pues… he venido a molestarte un poco.-  dice tan tranquilo y orgulloso – y soy yo el que debería preguntarte a ti qué haces a estas horas despierta… - tiene razón. No había caído en que tampoco es normal que esté despierta a estas horas.

-Pues mira, sorprendentemente me pasa lo mismo que a ti. Venga entra y nos comemos un helado de esos grandes para refrescar y desahogar mis penas con alguien. – le digo con la intención de contarle cuánto echo de menos a mi chica.

Pasamos un gran rato comiendo, hablando, llorando, riendo y alguna vez que otra discutiendo y así así se nos hacen las cinco de la mañana.

De repente alguien llama a la puerta, por segunda vez ya en esta noche. Miro extrañada a mi hermano. En cambio noto que su mirada es más pícara que otra cosa.

-Acompáñame a abrir, que tengo miedo. – le digo pasando de largo su tranquilidad.

-Venga. – dice levantándose del sofá.

Nos acercamos rápidamente a la puerta, y esta vez abro de inmediato sin mirar por la mirilla.

-¡¡SORPRESA!!


3. @Lan28Fan

El timbre sonaba. Me acerqué a la puerta con cautela y con un poco de intranquilidad por saber quién llamaba a esas horas, de repente abro la puerta y ahí estaba él, sí Melendi, cabizbajo, con una mano apayada en el marco de la puerta, su rostro se escondía entre la oscuridad de la noche, no me podía creer que estuviera en mi casa, buscándome de madrugada, alcé su rostro con mi mano y noté su mirada perdida, gire la cabeza ligeramente hacia la derecha y le invité a pasar.

-Pasa, sientate por favor. (No sabia el porque de la visita tan repentina, me tenia intrigada)

-Gracias...

-¿Que te pasa Melen? (Pregunté atónita a su visita)

-Siento molestarte a estas horas Lula, pero no sabia a quien acudir...

-Hey, (Dije con voz suave, cogí sus manos que las tenia sobre las rodillas, y me di cuenta, de al menos, uno de los problemas)- ¿y esas manchas de sangre? Por favor Melen mirame

-Ya esta se terminó todo Lula, hoy se rompió de golpe. (Caía una lágrima de su rostro entristecido)

-Melendi por favor dime que pasa

-Dama y yo nos separamos. 


4. @Fans_Malu_Fans


A duras penas, me levanto y voy hacia la puerta, maldiciendo a la familia entera de quien estuviese ahí fuera. Al abrir la puerta me encontré a Patri, una Patri desconocida para mi, estaba asustada y había perdido su particular sonrisa.

- ¿Patri? ¿Qué..

No me dejó acabar. Se lanzó a mis brazos. La conduje hacia dentro mientras le acariciaba suavemente su espalda. Comenzó a llorar y yo cada vez estaba más preocupada.

- Tranquila. ¿Qué ha pasado, cielo?

Se apartó un poco y se subió la camiseta, a la vez que me enseñaba su brazo derecho. Tenía moratones por todas partes y algún que otro rasguño.

- Pa.. Patri- intenté arrancar cogiendo sus manos- ¿Qué te ha pasado? ¿Cómo... Cómo te lo has hecho?- pregunté. La miré a los ojos esperando una respuesta.

- Abrázame- dijo en un sollozo- abrázame fuerte.

Le obedecí. Nos quedamos un buen rato allí de pie, hasta que noté que ya estaba más relajada. La senté en el sofá y le traje un vaso de agua fría.

- ¿Estás mejor?

- Sí, gracias amor - dijo con una media sonrisa en la cara. Le di un beso en los labios y le cogí de las manos.

- Bueno. Ahora que estás más tranquila, cuéntame que ha pasado- le dije dulcemente.


5. @sara_h_c


El timbre me sobresalto y me levante mosqueada para verquien era… Y allí estaba ella, Patri, la mujer de mi vida, mi ángel caído, me miraba  sonriente y yo estaba bastante sorprendida porque ha saber que hacia aquí a estas horas.


-Hola eh, puedes decir algo no?- Me lo dice con la sonrisamas maravillosa en la cara y yo solo puedo sonreir y abrazarla.


-Que estas tramando? – le digo metida en su cuello y ella solo puede sonreír. 


-Que bien me conoces joder… - me dice besándome como ella solo sabe y el mosqueo que yo tenia porque me habían despertado, se me ha pasado hace ya rato- vístete corre, que al final vamos tarde- me dice llevándome a la habitación casi a rastras.


-Cariño son las 4 de la mañana, es imposible llegar tarde a algún sitio  a esta hora- Me sienta en la cama y empieza a sacarme ella la ropa al ver que yo me resisto.


-Malú te aseguro que para lo que vamos hacer si que llegamos tarde…- Al final me convenció y comencé a vestirme, la verdad estaba ansiosa por lo que pudiera ser.


A las 5 íbamos camino de lo que mi chica definió como el mejor madrugón de mi vida, no se yo si eso fuera ser posible, odio madrugar y lo sabe. Llevamos ya una hora de camino y aun  no llegamos, no paro de hacerle preguntas para sonsacarle algo pero no suelta prenda.

Estamos ya lejos de Madrid, muy a las afueras y lleva la música puesta, lo canturrea todo, se le ve feliz, disfruta intrigándome… A las dos horas llegamos, llegamos a lo que tiene pinta de ser un cortijo bastante grande, yo lo voy mirando todo, cuando entramos del todo, fuera solo hay dos caballos arreglados y atadas, mi chica me mira sonriendo, mi cara tiene que ser un cuadro, pues no paro de sonreir mirándolo todo.


-Enserio? Un paseo a caballo?- mi chica asiente sonriendo y me mira.


-Y eso no es todo, esto no es un simple paseo a caballo, hay mas sorpresas, pero eso mas adelante- me da un beso rápido y baja del coche.


Del maletero sacar todo lo que necesitamos para montar, había pensado en todo. Mientras yo me cambio ella guarda algunas cosas que no distingo en una mochila y acto seguido se cambia y se pone una ropa parecida a la mia.


-Estas lista?- asiento y corro hacia ella besándola, agradeciéndole todo esto.


Nos subimos y empezamos a andar, Patri va guiando por donde tenemos que coger, tenia bastante estudiado el plan por lo que parece… empezaba a amanecer cuando llegamos a un gran lago, en la orilla había una mesa con todo un desayuno  preparado, paro el caballo y  me quedo totalmente sorprendida, mi chica me mira sonriendo, sabe lo que me gustan estas cosas. Ella da el primer paso y se baja del animal y me aguanta el mio para que me  pueda bajar, los suelta y yo, acto seguido me subo encima de ella cual Koala y la beso, como nos gusta, como nosotras sabemos…


Desayunamos viendo amanecer entre risas, besos y charlas animadas. El calor empieza a salir mas de lo que ya estaba y se lo hago saber.


-Creo que tendríamos que irnos, hace demasiada calor ya no?- Mi chica niega con la cabeza y de su mochila saca dos trajes de baño.


-No cariño, este dia es de desconexión y creo que este es un gran sitio- empieza a cambiarse bajo mi atenta mirada y en cuanto lo esta, va corriendo y se tira al lago.


-Cambiate y vente! Esta buenísima! – Me grita como una loca y no puedo mas que reirme y empezar a cambiarme para encontrarme con ella.


Cuando estoy cambiada, me meto en el lago con ella, y lo único que quiero es poder agradecerle la mañana tan perfecta que me esta haciendo pasar, aunque a su lado todas las mañanas son buenas, ya no noto ni el cansancio de no haber dormido, con ella se me olvida todo.


-Gracias, gracias, gracias por esta mañana, por este dia… por todos los días. Eres lo mejor de mi vida- hablo intercalando besos por toda su cara.


Ella me coge de la cintura y me besa como solo ella sabe, volviéndome loca. Y nuestra mañana transcurre allí, las dos solas, sin mas, porque no necesitamos mas.

-----------------------------------------------------

Aquí teneis el segundo grupo de vuestras imaginaciones. Me encantan todas. Muchas gracias a los que habéis participado y espero seguir leyendo relatos.... Ya hay gente que me ha confirmado más. Jajajaja graaaaaacias.