-¿Os conocéis? – Preguntó Óscar extrañado.
Dos respuestas diferentes salieron a la vez de sus bocas. Un
“sí” por parte de la chica y un “no” por parte de Aitor. Ambos se observaban
confundidos. No sabría describir lo que decían sus miradas. Desconcierto,
incomodidad, tensión… Incluso puede que los ojos de mi novio trataran de
esconder en vano una pizca de miedo. Ninguno se movía. Prácticamente ni
pestañeaban y probablemente hasta les costara respirar. Era como si el mundo se
hubiera parado. Solo existían ellos y cualquier persona a su alrededor sobraba.
Raquel, Óscar y yo estábamos de más. Y era realmente irritante estar ahí sin
saber qué hacer ni qué decir. Puede que esta situación no durara ni un minuto,
pero a mí se me hizo interminable.
-Ella fue mi fisioterapeuta una temporada. – Explicó Aitor
devolviéndole la vida a ese embarazoso silencio. Bajó la cabeza y se rascó la
nuca de forma nerviosa.
-¿Tu fisioterapeuta no se llamaba Ángel? – Sabía que se
estaban quedando muchas explicaciones en el tintero y quería saber más.
-El de ahora sí, pero antes era Ainhoa.
-¿Y por qué cambiaste? – Estaba pareciendo un
interrogatorio, y en el fondo lo era. Los demás
nos observaban sin decir nada, y Aitor estaba tardando demasiado en
responder a mi pregunta.
-Cambié el horario de las citas y ya no pudo venir más. - Intervino Ainhoa.
Asentí aunque sabía que era mentira. Aitor no tenía nada
importante que hacer porque no podía trabajar, así que no tendría ningún
problema en adaptarse a otro horario. Me miró avergonzado porque sabía que
había pillado la farsa. Óscar también se había dado cuenta de que las cosas no
iban bien y quiso tranquilizar el momento. Cerró la puerta de la calle e hizo
las respectivas presentaciones. Bueno, en realidad la única presentación era la
de Ainhoa conmigo, porque mi novio conocía a la chica mejor de lo que yo me
esperaba. Se saludaron con dos fríos besos y ellos entraron a la cocina, dejándonos
solos a Aitor y a mí.
-¿Qué ha sido eso? – Pregunté exaltada en un susurro.
-Nada. – Ni siquiera me miraba. – Ya te he dicho que era mi
fisio…
-Por favor, no me mientas, joder. – Puede que sonara muy
borde, pero esa tesitura me estaba sacando de mis casillas. Alzó la cabeza para
mirarme.
-Solo fue un beso. – Afirmó rotundo. Bufé y me llevé las manos a
la cabeza. – Además, en ese momento tú y yo no estábamos juntos.
-Lo que me jode es que no me hayas dicho nada hasta ahora. –
Me senté en el sofá y él me imitó.
-No lo vi importante. No sentí nada, te lo prometo. – Me
pasó la mano por la espalda pero se la aparté bruscamente y no le sentó nada
bien. – No me puedo creer que te pongas así cuando fuiste tú la que te
acostaste con otra y te perdoné.
-¿Vamos a volver a lo mismo? – Dijo eso porque sabía que me
sentaba fatal. – Quedamos en que estaba olvidado. Pasó, me perdonaste y
volvimos. No me lo puedes echar en cara porque tú fuiste el que vino a mi
casa con una carta perdonándome y pidiéndome que volviésemos.
-¿Y tú no querías volver? – Se indignó. – Si es así
simplemente bastaba con que no hubieras abierto la puerta.
-¡Sabes que si quería volver! – Subí la voz. – Lo único que
me jode es que siga habiendo mentiras entre nosotros.
Salvados por la campana. Raquel, Ainhoa y Óscar entraron al
salón librándonos de que la discusión empeorara. La comida fue una de las más
incómodas de mi vida. Ni tenía nada que decir ni me apetecía hacerlo. La
fisioterapeuta y Aitor ni se dirigieron la palabra. Los que sacaban las
conversaciones eran Raquel y Óscar pretendiendo romper el hielo. De vez en
cuando mi novio bajaba de la nube y decía algo de poca transcendencia. Mi boca
seguía cerrada. Nadie me preguntó qué me pasaba porque tampoco era muy difícil saberlo.
Todo el mundo había notado que entre mi chico y la hermana de Óscar había
pasado algo. Definitivamente aparentar y fingir no era lo suyo. Pero tampoco lo
mío. Tenía claro quesi hablaba iba a sonar borde y agravaría la comida, más de lo
que ya lo estaba.
Dieron las cinco de la tarde cuando estábamos de sobremesa.
Cafés y deliciosos pasteles, aunque ni eso servía para endulzarme la reunión. Me
relajé un poco cuando me preguntaron sobre mi trabajo. Sí, normalmente a la
gente esas cosas le estresan, pero a mí no. Yo hablaba encantada sobre mi gira,
mi disco, mis videoclips… Eso era mi vida. Lo contaba siempre entusiasmada y
solía contagiar ese sentimiento a las personas que me escuchaban. Además,
estaba viviendo un momento precioso. No podía irme mejor. La gira sumaba
conciertos continuamente y abríamos nuevos frentes. En un par de días me llevaba el
show a México. Por primera vez iba con toda la banda. Mis nervios eran tantos
como la ilusión que me hacía actuar allí.
El reloj marcó las seis y yo me tuve que ir. Había quedado
con Patri y tenía ganas de verla porque llevaba días sin hacerlo. Al fin y al
cabo estábamos intentando construir una buena amistad, a pesar de que la chica
seguía queriéndome como algo más y me lo recordaba cada vez que me veía. Le
había ocultado mi vuelta con Aitor para no hacerla más daño, pero cada vez era
más difícil seguir fingiendo.
-¿Esta noche vienes a mi casa? – Me preguntó Aitor acompañándome
a la puerta.
-Sí, tenemos que hablar. – La típica frase que todas las
parejas temen. - ¿Pero cómo vas a volver luego a casa? Hemos venido en mi
coche.
-Tranquila, he hablado con Óscar y me acerca él. – Tenía mala
cara. Le quería y verle así no me gustaba. Me dio un suave beso en los labios y
llamé al ascensor. – Malú. – Dijo mi nombre cuando estaba a punto de marcharme.
– Te quiero.
- Y yo. - Sonreí tímidamente y las puertas se cerraron.
Había quedado con la fotógrafa en Madrid. Primero iríamos de
compras y luego cenaríamos en algún restaurante de la zona. Dejé el coche en
una pequeña calle cerca de la tienda en la que habíamos quedado. Encontrar
sitio por allí no era fácil, pero la suerte estaba de mi parte. Bajé del
vehículo y me encontré a la chica jugueteando con el móvil sentada en un banco.
Cuando me vio aparecer se levantó rápidamente y me dio un caluroso abrazo.
-Ya tenía ganas de verte. – Confesó aún entre mis brazos.
-Yo también tenía ganas de verte. – No podía mentir, era
así. Estar con ella animaba a cualquiera, y después de la comida que había
pasado necesitaba una buena dosis de felicidad.
Dimos varias vueltas por allí. Ropa nueva, zapatos nuevos e ilusiones renovadas. La tarde iba viento en popa y no podía estarle más agradecida. Cenamos en un sitio de tapas bastante famoso en el que nos hicieron esperar casi una hora porque no teníamos reserva. Pero tampoco teníamos prisa. La velada transcurrió entre risas, bromas y recuerdos, como en los viejos tiempos. Nos bebíamos los minutos a una velocidad vertiginosa, y cuando quisimos darnos cuenta pasaba la media noche.
Caminamos hasta nuestros coches, que casualmente estaban en la misma calle. Patri se subió a su coche sin decirme nada, ni siquiera se despidió.
-¿Ni te vas a despedir? - Pregunté apoyada en su ventanilla.
-Sígueme con tu coche. - Ni le tembló la voz al decir esas palabras.
-¿A dónde?
-Hazlo, por favor. - Juntó las manos y puso pucheros a modo de súplica.
-Está bien. - Acepté a pesar de que sabía que me podía meter en un lío.
-¡Pero no dejes de seguirme! - Gritó cuando estaba entrando en mi coche, y le respondí con un simple guiño.
Y obedecí. No puse problemas. Me llevaba por calles oscuras que no me sonaban y en algunos momentos parecían tan turbias que me daban ganas de dar media vuelta y volver. Pero irremediablemente tenía fe ciega en ella.
Me hizo un gesto para que aparcara en doble fila y ella hizo lo mismo un poco más adelante.
-Si me ponen una multa la vas a pagar tú. - Bromeé cuando se acercó a mí. - Bueno, ¿qué hacemos aquí?
-¿No sabes dónde estamos? - Preguntó con su perenne sonrisa.
Observé los alrededores y pude comprobar que el sitio me resultaba familiar, pero no recordaba de qué. Todo estaba muy oscuro y para colmo no había farolas, por lo tanto la misión de identificar el lugar se dificultaba. De pronto, giré la cabeza para volver a mirar a la chica y me encontré unas manos avalanzándose hacia mí, cubriéndome la cabeza con un gorro que me tapaba casi hasta la nariz y no me dejaba ver nada.
-¿Qué haces? - Intenté quitármelo pero ella me lo impedía con todas sus fuerzas.
-No te muevas. Es sólo un momento.
Me cogió de los hombros para dirigirme por la calle a tientas. Llegamos rápidamente. Escuché como sacaba unas llaves y abría una puerta.
-Cuidado con el escalón. - Me advirtió cogiéndome de la mano. Pasamos sin muchos problemas y se hizo el silencio. Sólo se escuchaban nuestras pisadas con un poco de eco. Se situó a mi espalda y sujetó el gorro. - ¿Preparada?
Asentí tragando saliva. Estaba tremendamente intranquila y sentía cosquillas recorriéndome el cuerpo de punta a punta. A medida que iba desponjándome del gorro, iba abriendo los ojos lentamente. Y al ver dónde estábamos me dio un vuelco al corazón. Demasiados recuerdos acechaban mi mente, volviendo a despertar sensaciones que una vez sentí en mi propia piel. Era el lugar donde nos dimos nuestro primer beso. La pista de skate en la que descubrí que sus labios y los míos encajaban a la perfección, y pensé que no se separarían en la vida. Pero las circunstancias hicieron que esto no pudiera ser así.
Giré sobre mi misma para quedar cara a cara con la chica. Me zambullí en sus ojos brillantes y quisé naufragar en ellos. Cogí sus manos para acercar nuestros cuerpos. Ya no podía evitarlo más. Me di cuenta de que llevaba mucho tiempo reprimiendo mis sentimientos, y eso tenía que acabar. Fui yo la que tomé la iniciativa, disminuyendo la distancia entre nuestras bocas, que cuando al fin se palparon me lanzaron directamente a otra galaxia. Sentí exactamente lo mismo que en ese primer beso, la única diferencia fue que en esta ocasión yo di el paso inicial. Lo necesitaba. Y, al igual que en ese primer beso, sentí algo encenderse dentro. La llama. Esa llama que creía apagada, pero que en realidad sólo estaba cogiendo fuerzas para iluminarse con más intensidad. Y una lágrima en mi mejilla que escondía un valioso significado.
"Cuántas veces vivimos algo mágico,
Cuántas veces hablamos por teléfono,Cuántas veces me tuviste entre el sí y el no"
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¡Hola! Como ya he dicho por Twitter entramos en la recta final de la novela. ¡Sólo 4 capítulos más!
Muchas gracias y espero seguir recibiendo opiniones ;)
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