-¿Qué hace ella aquí? – Preguntó mi padre encolerizado cuando vio entrar a
Malú por la puerta.
-Te guste o no, ella es mi novia. – Me quité los restos de
lágrimas de la cara.
Noté a Malú impactada por la situación y se me cayó el alma
a los pies. No se merecía tener que aguantar ese momento. Me acerqué a ella y
la abracé. Necesitaba sentir que me iba a apoyar. Me hundí en su hombro
mientras ella acariciaba delicadamente mi pelo. La calidez que desprendía su cuerpo me transporto por unos segundos fuera de aquel barullo.
-Aitor… ¿Qué ha pasado? – Musitó. Intenté responder con
todas mis ganas pero el nudo que se apoderaba de mi garganta me detuvo. - ¿Quieres que te deje a solas con ellos?
-No… -Logré decir. – Por favor, quédate.
Asintió y me apretó con más fuerza. Podía escuchar cómo los
sollozos de mi madre aumentaban y mi padre refunfuñaba, pero no pensaba separarme
de Malú hasta coger las fuerzas suficientes. Entre sus brazos me sentía seguro
y después de la declaración de mis padres unos minutos antes era lo que más
necesitaba. Cuando me sentí listo, me separé poco a poco de mi chica y la cogí
de las manos.
-Mi hermana se ha ido… -Revelé. – No sabemos dónde está.
-¿¡Cómo!? – La cantante abrió los ojos desmedidamente y se
llevó las manos a la cabeza. - ¿Qué ha pasado?
-Mis padres se la han querido llevar a Valencia a hacer la
carrera. – Expliqué. – Allí vive parte de nuestra familia. Pero, como era de
esperar, a ella no le ha parecido bien. – A medida que le contaba a Malú lo sucedido me iba poniendo
nervioso. – Tiene toda su vida aquí, joder… Es normal.
-Allí tendría mejores oportunidades. – Intervino mi padre.
-¡No, papá! – Grité. – ¡Sabes que no querías que se fuera
por eso! No soy imbécil, joder.
-Hijo… - Bajó el tono de voz y miró al suelo.
-Sé que lo que queríais es separarme de Malú.
-No lo entiendo… - Dijo mi chica extrañada. - ¿Qué tiene que ver?
-Malú, si mi hermana se fuese no aguantaría allí sola mucho
tiempo. No nos llevamos especialmente bien con la familia de Valencia… -
Suspiré. – Se sentiría sola y me pediría que fuera con ella. – Pensé mejor. –
Bueno, conociéndola no me lo pediría… Pero yo iría porque notaría que me
necesita. – Me giré hacia mis padres. – Y vosotros sabíais perfectamente que
eso podía pasar. Aunque no me fuera a vivir con Raquel, la iría a visitar y me
alejaría de Malú. Eso es lo que pretendíais.
-Cariño, lo que queremos es protegerte. – Dijo mi madre
entre gimoteos.
-¿De qué, mamá? ¿De Malú? Pues os equivocáis totalmente,
porque con ella es con quien más seguro me siento. – Sentí que me faltaba
fuerza en las piernas. La presión podía conmigo. Fui a sentarme al sofá, lo más
lejos posible de mi madre. – Mientras vosotros intentáis demostrar que os
importo queriendo separarme de ella, Malú es la que está realmente a mi lado.
No os dais cuenta, pero lo que conseguís es juntarnos más.
Y se hizo el silencio. Mi madre seguía cabizbaja, con la
cabeza entre las manos. Por su parte, mi padre andaba de un lado para otro de
la sala. Las palabras que les dije a mis padres eran ciertas. Intentando
alejarme de Malú, la acercaban más. Y yo no quería pasar ni un momento lejos de
ella. Ya la había perdido una vez y no estaba preparado para hacerlo de nuevo.
Me lleve las manos a los ojos. Mi cabeza era un alboroto de dudas, pero la
principal era el por qué de que mis padres no quisieran que estuviera con la
cantante. No eran capaces de ver que cuando estaba con ella era más feliz que
en cualquier otro momento. Que fuera
famosa no cambiaba nada. Ni se habían limitado a conocerla y darse cuenta de
que era una persona maravillosa. La única razón que se me ocurría era que aún vivieran
anclados en Lucía. Siempre habían tenido algo especial con esa chica. Hasta el
día que les confesé que habíamos cortado porque me había engañado trataron de
defenderla. Según ellos debía perdonarla porque era la persona ideal para mí.
Pero yo ya estaba muy cansado de seguir con aquella relación que me consumía
por dentro…
Entre tanto, escuché el sonido de unos tacones aproximándose
a mí. Malú se arrodilló frente a mí y cogió mis mejillas con sus manos. Se
acercó a mí, hasta quedar frente, y me miró a los ojos.
-Aitor tenemos que ir a buscar a tu hermana… -Susurró. – Ya
solucionaremos lo demás luego.
Asentí y me levanté rápidamente. Lo más importante era
encontrarla. Intenté pensar claramente, pero con ese dolor en la cabeza no
se me ocurría dónde podría estar.
-¿Se os ocurre dónde puede estar? – Pregunté a mis padres.
-Últimamente pasa mucho tiempo con su amiga Andrea… -
Respondió mi madre.
-Malú y yo vamos a casa de Andrea. –Dije mientras andaba
hacia la puerta. – Vosotros id a casa por si vuelve.
-Vale hijo, cualquiera cosa me llamas.
Salimos apresuradamente de mi edificio y nos montamos en el coche. Le fui indicando a Malú el trayecto hasta casa de la chica. Eran amigas
desde hace mucho tiempo, así que recordaba perfectamente dónde vivía. Muchas
noches había llevado o recogido a mi hermana de aquella casa. Malú aparcó en
doble fila y se quedó en el coche mientras yo subía. La puerta del portal
estaba abierta y no tuve que llamar al telefonillo. Pulsé varias veces al
timbre. Parecía que no había nadie. Cuando estaba a punto de irme abrieron la
puerta. Andrea me miró sorprendida.
-¿Qué haces aquí? – Preguntó con voz temblorosa.
-¿Dónde está Raquel?
-No tengo ni idea, Aitor. – Supe que mentía porque no me
miró a los ojos.
-Andrea, por favor. Yo tampoco quiero que se vaya a
Valencia. – Me miró. – He hablado con mis padres para prohibírselo, pero ahora
tengo que encontrarla.
Se quedó pensativa durante unos segundos que a mí se me
hicieron eternos.
-Está bien… -Aceptó. – Me llamó llorando y le propuse que
viniera aquí, pero se negó. Me dijo que estaba con Óscar y que no me
preocupara.
-¿Óscar? – Me extrañé. Nunca había oído hablar de él.
-Sí, claro, su… -Empezó la frase hablando muy deprisa, pero
al darse cuenta de que no sabía de quién hablaba frenó de golpe. – Mierda, no
lo sabías.
-No me jodas… - Me quedé en shock momentáneamente. Era
normal que mi hermana tuviera novio, porque era joven y guapa, pero lo raro es
que no me dijera nada. Aunque pensándolo bien… también era extraño que el único
novio que me presentó fuese en primaria. – Dame su dirección.
-Raquel me mata… - Afirmó Andrea llevándose la manos a la cabeza.
Finalmente, la chica me dio la dirección del joven. Se lo
agradecí con un efímero abrazo y bajé a la calle en busca del coche de Malú. Me
costó encontrarlo porque ya no estaba en doble fila, lo había aparcado al final
de la calle.
-Vamos a casa de Óscar. – No sé esperaba que fuera a entrar
al vehículo y se sobresaltó, incluso se le cayó el móvil.
-¿Quién es Óscar? – preguntó mientras buscaba el teléfono
que se había perdido entre sus pies.
-Eso mismo me preguntaba yo hace unos minutos… - Me miró con
cara de no comprender nada. – Arranca y te explico mientras vamos.
Le conté a Malú lo poco que me había dicho Andrea. En
realidad, solo sabía que estaba en casa de Óscar, un chico al que no conocía de
nada y que salía con mi hermana. Se supone que protegiéndola. Pero, ¿cómo me
iba a fiar? No sabía nada. Ni su edad, ni su aspecto, ni su mentalidad. Mi
cabeza puso en marcha sus engranajes para inventar mil historias. ¿Y si era
mucho más mayor que mi hermana y quería aprovecharse de ella? ¿O un niñato
inmaduro? Confiaba en que Raquel hubiera sabido elegir con algo de cabeza a su
pareja. Todos sabemos que el amor anula cualquier tipo de coherencia y nos
arrebata la opción de elegir. Porque de pronto pasa alguien a tu lado que despierta
en ti una sensación nueva, diferente, que te encarcela en vida. Ese amor que te
atrapa y te apaga el cerebro. Y yo lo había vivido. Probablemente por eso tenía
miedo. Porque sé lo que es el amor correspondido, pero también conozco la
sensación de aferrarte a alguien que solo pasaba de paso por tu vida y no te lo
advirtió.
Llegamos a la dirección que nos habían indicado. En esta
ocasión Malú sí subió conmigo. No hizo falta que se lo pidiera, simplemente
sabía que la necesitaba.
-Tranquilo. – Me susurró la cantante. Asentí y llamé a la
puerta.
Escuché unos pasos acercarse y mi corazón se detuvo. Pero
nadie abrió la puerta, al contrario, se escuchó cómo alguien corría en
dirección contraria. Segundos más tarde volvieron a aproximarse. Se oían
unos murmullos indescifrables. Malú y yo nos miramos extrañados. De pronto, la
puerta se abrió y Raquel se echó a mis brazos mientras sus lágrimas descendían.
-No vuelvas a desaparecer así. – Supliqué.
-Lo siento, lo siento. – Repetía una y otra vez las mismas
palabras.
"Es más fuerte que yo estar sin ti, y mírame que profundo caí."
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