viernes, 4 de julio de 2014

Capítulo 35.

-¿Qué hace ella aquí? – Preguntó mi padre encolerizado cuando vio entrar a Malú por la puerta.

-Te guste o no, ella es mi novia. – Me quité los restos de lágrimas de la cara.

Noté a Malú impactada por la situación y se me cayó el alma a los pies. No se merecía tener que aguantar ese momento. Me acerqué a ella y la abracé. Necesitaba sentir que me iba a apoyar. Me hundí en su hombro mientras ella acariciaba delicadamente mi pelo. La calidez que desprendía su cuerpo me transporto por unos segundos fuera de aquel barullo. 

-Aitor… ¿Qué ha pasado? – Musitó. Intenté responder con todas mis ganas pero el nudo que se apoderaba de mi garganta me detuvo.  - ¿Quieres que te deje a solas con ellos?

-No… -Logré decir. – Por favor, quédate.

Asintió y me apretó con más fuerza. Podía escuchar cómo los sollozos de mi madre aumentaban y mi padre refunfuñaba, pero no pensaba separarme de Malú hasta coger las fuerzas suficientes. Entre sus brazos me sentía seguro y después de la declaración de mis padres unos minutos antes era lo que más necesitaba. Cuando me sentí listo, me separé poco a poco de mi chica y la cogí de las manos.

-Mi hermana se ha ido… -Revelé. – No sabemos dónde está.

-¿¡Cómo!? – La cantante abrió los ojos desmedidamente y se llevó las manos a la cabeza. - ¿Qué ha pasado?

-Mis padres se la han querido llevar a Valencia a hacer la carrera. – Expliqué. – Allí vive parte de nuestra familia. Pero, como era de esperar,  a ella no le ha parecido bien. – A medida que le contaba a Malú lo sucedido me iba poniendo nervioso. – Tiene toda su vida aquí, joder… Es normal.

-Allí tendría mejores oportunidades. – Intervino mi padre.

-¡No, papá! – Grité. – ¡Sabes que no querías que se fuera por eso! No soy imbécil, joder.

-Hijo… - Bajó el tono de voz y miró al suelo.

-Sé que lo que queríais es separarme de Malú.

-No lo entiendo… - Dijo mi chica extrañada. - ¿Qué tiene que ver? 

-Malú, si mi hermana se fuese no aguantaría allí sola mucho tiempo. No nos llevamos especialmente bien con la familia de Valencia… - Suspiré. – Se sentiría sola y me pediría que fuera con ella. – Pensé mejor. – Bueno, conociéndola no me lo pediría… Pero yo iría porque notaría que me necesita. – Me giré hacia mis padres. – Y vosotros sabíais perfectamente que eso podía pasar. Aunque no me fuera a vivir con Raquel, la iría a visitar y me alejaría de Malú. Eso es lo que pretendíais.

-Cariño, lo que queremos es protegerte. – Dijo mi madre entre gimoteos.

-¿De qué, mamá? ¿De Malú? Pues os equivocáis totalmente, porque con ella es con quien más seguro me siento. – Sentí que me faltaba fuerza en las piernas. La presión podía conmigo. Fui a sentarme al sofá, lo más lejos posible de mi madre. – Mientras vosotros intentáis demostrar que os importo queriendo separarme de ella, Malú es la que está realmente a mi lado. No os dais cuenta, pero lo que conseguís es juntarnos más.

Y se hizo el silencio. Mi madre seguía cabizbaja, con la cabeza entre las manos. Por su parte, mi padre andaba de un lado para otro de la sala. Las palabras que les dije a mis padres eran ciertas. Intentando alejarme de Malú, la acercaban más. Y yo no quería pasar ni un momento lejos de ella. Ya la había perdido una vez y no estaba preparado para hacerlo de nuevo. Me lleve las manos a los ojos. Mi cabeza era un alboroto de dudas, pero la principal era el por qué de que mis padres no quisieran que estuviera con la cantante. No eran capaces de ver que cuando estaba con ella era más feliz que en cualquier otro momento. Que fuera famosa no cambiaba nada. Ni se habían limitado a conocerla y darse cuenta de que era una persona maravillosa. La única razón que se me ocurría era que aún vivieran anclados en Lucía. Siempre habían tenido algo especial con esa chica. Hasta el día que les confesé que habíamos cortado porque me había engañado trataron de defenderla. Según ellos debía perdonarla porque era la persona ideal para mí. Pero yo ya estaba muy cansado de seguir con aquella relación que me consumía por dentro…

Entre tanto, escuché el sonido de unos tacones aproximándose a mí. Malú se arrodilló frente a mí y cogió mis mejillas con sus manos. Se acercó a mí, hasta quedar frente, y me miró a los ojos.

-Aitor tenemos que ir a buscar a tu hermana… -Susurró. – Ya solucionaremos lo demás luego.

Asentí y me levanté rápidamente. Lo más importante era encontrarla. Intenté pensar claramente, pero con ese dolor  en la cabeza no se me ocurría dónde podría estar.

-¿Se os ocurre dónde puede estar? – Pregunté a mis padres.

-Últimamente pasa mucho tiempo con su amiga Andrea… - Respondió mi madre.

-Malú y yo vamos a casa de Andrea. –Dije mientras andaba hacia la puerta. – Vosotros id a casa por si vuelve.

-Vale hijo, cualquiera cosa me llamas.

Salimos apresuradamente de mi edificio y nos montamos en el coche. Le fui indicando a Malú el trayecto hasta casa de la chica. Eran amigas desde hace mucho tiempo, así que recordaba perfectamente dónde vivía. Muchas noches había llevado o recogido a mi hermana de aquella casa. Malú aparcó en doble fila y se quedó en el coche mientras yo subía. La puerta del portal estaba abierta y no tuve que llamar al telefonillo. Pulsé varias veces al timbre. Parecía que no había nadie. Cuando estaba a punto de irme abrieron la puerta. Andrea me miró sorprendida.

-¿Qué haces aquí? – Preguntó con voz temblorosa.

-¿Dónde está Raquel?

-No tengo ni idea, Aitor. – Supe que mentía porque no me miró a los ojos.
-Andrea, por favor. Yo tampoco quiero que se vaya a Valencia. – Me miró. – He hablado con mis padres para prohibírselo, pero ahora tengo que encontrarla.

Se quedó pensativa durante unos segundos que a mí se me hicieron eternos.

-Está bien… -Aceptó. – Me llamó llorando y le propuse que viniera aquí, pero se negó. Me dijo que estaba con Óscar y que no me preocupara.

-¿Óscar? – Me extrañé. Nunca había oído hablar de él.

-Sí, claro, su… -Empezó la frase hablando muy deprisa, pero al darse cuenta de que no sabía de quién hablaba frenó de golpe. – Mierda, no lo sabías.

-No me jodas… - Me quedé en shock momentáneamente. Era normal que mi hermana tuviera novio, porque era joven y guapa, pero lo raro es que no me dijera nada. Aunque pensándolo bien… también era extraño que el único novio que me presentó fuese en primaria. – Dame su dirección.

-Raquel me mata… - Afirmó Andrea llevándose la manos a la cabeza. 

Finalmente, la chica me dio la dirección del joven. Se lo agradecí con un efímero abrazo y bajé a la calle en busca del coche de Malú. Me costó encontrarlo porque ya no estaba en doble fila, lo había aparcado al final de la calle.

-Vamos a casa de Óscar. – No sé esperaba que fuera a entrar al vehículo y se sobresaltó, incluso se le cayó el móvil.

-¿Quién es Óscar? – preguntó mientras buscaba el teléfono que se había perdido entre sus pies.

-Eso mismo me preguntaba yo hace unos minutos… - Me miró con cara de no comprender nada. – Arranca y te explico mientras vamos.

Le conté a Malú lo poco que me había dicho Andrea. En realidad, solo sabía que estaba en casa de Óscar, un chico al que no conocía de nada y que salía con mi hermana. Se supone que protegiéndola. Pero, ¿cómo me iba a fiar? No sabía nada. Ni su edad, ni su aspecto, ni su mentalidad. Mi cabeza puso en marcha sus engranajes para inventar mil historias. ¿Y si era mucho más mayor que mi hermana y quería aprovecharse de ella? ¿O un niñato inmaduro? Confiaba en que Raquel hubiera sabido elegir con algo de cabeza a su pareja. Todos sabemos que el amor anula cualquier tipo de coherencia y nos arrebata la opción de elegir. Porque de pronto pasa alguien a tu lado que despierta en ti una sensación nueva, diferente, que te encarcela en vida. Ese amor que te atrapa y te apaga el cerebro. Y yo lo había vivido. Probablemente por eso tenía miedo. Porque sé lo que es el amor correspondido, pero también conozco la sensación de aferrarte a alguien que solo pasaba de paso por tu vida y no te lo advirtió.

Llegamos a la dirección que nos habían indicado. En esta ocasión Malú sí subió conmigo. No hizo falta que se lo pidiera, simplemente sabía que la necesitaba.

-Tranquilo. – Me susurró la cantante. Asentí y llamé a la puerta.

Escuché unos pasos acercarse y mi corazón se detuvo. Pero nadie abrió la puerta, al contrario, se escuchó cómo alguien corría en dirección contraria. Segundos más tarde volvieron a aproximarse. Se oían unos murmullos indescifrables. Malú y yo nos miramos extrañados. De pronto, la puerta se abrió y Raquel se echó a mis brazos mientras sus lágrimas descendían.

-No vuelvas a desaparecer así. – Supliqué.

-Lo siento, lo siento. – Repetía una y otra vez las mismas palabras.



"Es más fuerte que yo estar sin ti, y mírame que profundo caí."

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