Me encantó ver que Aitor encajaba a la perfección con mi
gente. No era su entorno, pero se amoldó y estaba feliz, o eso me parecía.
Perdí la noción del tiempo por completo y cuando me quise dar cuenta ya era de
noche en las calles. Algunos ya se habían marchado hace rato, otros aún
bailaban sin descanso… había de todo. Me acerqué a preguntarle a mi chico si
quería marcharse y me dijo que eligiera yo. Terminamos decidiendo que sería
mejor irnos y pasar un rato a solas en su casa. Tras despedirnos de todo el mundo,
uno a uno, salimos de allí acompañados de Orozco, que también tenía que irse.
-Chicos, doy una fiestecita ahora en mi casa. ¿Por qué no os
venís? - Nos preguntó Antonio.
Tenía unas ganas tremendas de ir. En las fiestas de Antonio
siempre estaba a gusto. No iba una gran cantidad de gente, pero se respiraba un
entorno muy agradable. Miré a Aitor esperando su respuesta, y debió de notar
que a mí me apetecía porque me sonrió y asintió inmediatamente.
-Pues perfecto. – Dije entusiasmada. – Vamos detrás de tu
coche.
Nos montamos en nuestros respectivos vehículos y arrancamos
motores.
-Cari, si no te apetece ir no pasa nada, eh. – Le dije
mientras miraba a la carretera.
-Estás deseando ir, que lo sé yo.
-Ya… pero no te quiero obligar a nada.
-No me obligas. Si tú estás feliz, yo también.
Una vez más sus palabras me rozaron algo dentro. Aproveché
el semáforo en rojo para achucharle fuertemente y darle un beso en los labios.
Entramos en la casa y ayudamos a Antonio a preparar bebidas
y aperitivos. Según él, la gente comenzaría a llegar a las nueve y media. Y así
fue, a las diez ya éramos más de quince en la casa y seguían viniendo más.
Cuando vi a Pastora y Vanesa entrar por la puerta corrí hacia ellas para recibirlas entusiasmada.
-¡Malú! – Nos abrazamos las tres a la vez. - ¿Qué haces
aquí?
-Me ha invitado Antonio esta tarde. Genial que estéis aquí
porque…
- ¡No me lo digas! – Chilló Vanesa. No me hizo falta acabar la frase para que comprendiera de qué se trataba. - ¿Le has traído?
Asentí y las arrastré hacia la silla donde estaba sentado el
chico, que las recibió con varios besos y sin dejar de sonreír.
-¡Por fin os conozco! – Exclamó el joven. – Malú habla muy
bien de vosotras.
-Ella también habla maravillas de ti. – Me sonrió Vanesa
pícaramente y respondí con un pequeño puñetazo en su hombro.
-¿De verdad? – Ahora era Aitor el que me miraba vacilante.
Se desencadenaron las risas y no pararon en toda la noche.
Varias copas después estábamos los cuatro más animados. Pastora fue a por más
bebidas, pero la vi regresar apenas unos segundos después con las manos vacías
y la cara desencajada. Sin decir nada, me agarró del brazo y tiró de mí llevándome
a una zona apartada de la casa.
-Está aquí. – Me dijo nerviosa.
-¿Quién? No te entiendo.
-¿Quién va a ser? – Clavó su mirada en una persona que
estaba a lo lejos y lo comprendí todo.
-Joder, mierda. – Ahora era yo la histérica. – No puede ser.
¿Qué hace aquí?
-No tengo ni idea. ¿Qué vas a hacer?
-Me voy ya. - Concluí. - Con suerte no nos cruzamos.
Fui junto a Aitor y le dije que nos teníamos que ir. Me
pidió explicaciones que yo evité responder. Más tarde me inventaría alguna
excusa porque no podía decirle la verdad, pero ahora tenía que salir de ahí
cuanto antes. Aferramos nuestras cosas y andamos hasta la puerta de salida.
Tenía la mano rozando el pomo cuando sentí que alguien me tiraba del bolso.
-¿Pensabas irte sin decirme nada?
Mierda. No había podido evitar el encuentro. Me sonrió. Nos
habíamos visto por última vez hace casi un año y su sonrisa era tan bonita como
recordaba…
-No te había visto. – Mentí, y por lo mucho que me conocía
seguramente se dio cuenta.
-Venga ya… Después de todo lo que hemos vivido.
Me guiñó un ojo. Yo observé de reojo a Aitor, pero no supe
descifrar el significado de su expresión. Ni siquiera me estaba mirando, tenía
los ojos clavados en el suelo.
-Me tengo que ir. – Cogí a Aitor de la cintura y abrí la
puerta, sin más.
-Por lo que veo han cambiado mucho las cosas en tu vida. –
Escuché su voz a nuestras espaldas. – Nos volveremos a ver.
Cerré la puerta y me disponía a caminar hacia el coche, pero
mi chico me paró y me miró muy serio.
-¿Me vas a explicar quién es esa chica?
-No es nadie… -Bajé la mirada.
-Joder Malú. Si no fuera nadie no os miraríais con esos
ojos. Estoy seguro de que tiene algo que ver con que nos hayamos marchado
corriendo. ¿Me vas a decir la verdad o qué pasa?
-Aitor…
-¡Dímelo de una vez! – No fue un grito, era una súplica.
Estaba nervioso, más nervioso que nunca.
-Yo… No sé cómo empezar. – Tragué saliva. Iba a contarle
algo muy íntimo que no sabía prácticamente nadie.- Mi vida ha sido siempre una locura… Y
Patricia formo parte de ella.
Cerró los ojos y dejó caer las muletas para sentarse en el
suelo. Escondió el rostro entre sus manos.
-¿Por qué acabo? – Me lo preguntó en un susurro que apenas
escuché.
-Se fue. Su abuela enfermó y se trasladó al pueblo un
tiempo, me he enterado hoy mismo de su regreso. Las cosas dejaron de funcionar
con la distancia…
-¿Cuándo fue? – Bajó aún más la voz.
-Hace algo menos de un año.
-¡Joder! Me siento como un imbécil. Ahora mismo solo se me
pasa por la cabeza que empezaste a salir conmigo para olvidarte de ella.
-No es así.
-¡Es que no cortasteis porque la dejaras de querer! ¡Ni
porque discutierais mucho! ¡O yo qué sé! ¡Fue porque no pudisteis seguir! Si no
se hubiera tenido que ir seguiríais juntas…
-Pero no ha pasado eso. De una forma u otra te conocí, y
estoy feliz contigo.
El chico en esos instantes ni me escuchaba. Dio un puñetazo
al suelo y se levantó de golpe. Tenía los nudillos ensangrentados.
-Vete, Malú.
-No te quiero dejar así.
-No me apetece estar ahora contigo. Me ocultaste algo
importante y te dejé claro que la sinceridad era principal para mí.
-Deja al menos que te lleve a casa. –Puse mi mano en su
espalda pero me la apartó.
-¡No! ¡Vete, por favor!
-No puedes ni conducir…
-Ya me las apañaré solo.
Mi persistencia no
sirvió de nada y me marché derrumbada. Desde mi coche vi como Aitor bajaba la
calle apoyado en sus muletas. Choqué mi cabeza con el volante derrotada.
“No quiero ni verte, ni hablar, ni saber.
Yo quiero irme lejos, tanto como pueda
Quiero que me veas desaparecer.”
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Bueno, este capítulo se lo dedico a una amiga. Ella sabe quien es jjjj
No mentí al decir que en este capítulo venían curvas, ¿verdad? JAJAJAJA
De paso aprovecho para agradeceros que me leáis y me alegra mucho ver que la historia esté gustando. Quiero que os sintáis libres de opinar porque eso me aporta muchas cosas a mi y me ayuda a mejorar.
Muchas gracias por todo. Espero seguir sorprendiéndoos...
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