domingo, 4 de mayo de 2014

Capítulo 16.

Transcurrieron varios días y todo iba viento en popa. Pasábamos las horas muertas entre su casa y la mía. Apenas podíamos salir juntos a la calle para que sus fans no nos pillaran, pero se nos ocurrían mil cosas que hacer en casa. Ver películas, hablar, cantar… o simplemente darnos cariño. Me hubiera gustado pasar más tiempo con ella, pero con el nuevo disco estaba bastante liada. Aun así, procuraba disfrutar al máximo los momentos que la tenía conmigo. Cada vez me sentía más cerca de ella y ocupaba una parte más importante en mi vida. A veces me sumergía tan hondo en su mirada, que me despistaba, y cuando trataba de encontrar la salida no podía. Y me quedaba ahí, esperando. Esperando que en algún momento ella misma me sacara de allí. Y siempre lo conseguía. En ocasiones con besos que me llevaban directo a las estrellas, o con caricias que me embaucaban. Pero siempre lo lograba. Ella me llevaba a lo más hondo, para luego impulsarme a lo más alto. Y yo encantado de que jugara conmigo de esa forma.

-No te vayas. –Agarré su cintura y la aproximé a mí.

-Sabes que no puedo quedarme. –Pasé por completo de sus palabras y la besé. Pero me apartó sin dejar de sonreír. –Vas a hacer que pierda el avión.

-Mejor, así no tienes que irte. - Y era la más pura realidad. No quería que se fuese. No se iba un tiempo desorbitado, pero se iba. Y a mi no me apetecía pasar ni un solo día sin rozar su piel.

-¡Qué dramas eres! ¡Vuelvo en dos días! – Golpeó mi pecho con la palma de su mano.

-Pero en dos días te puedo echar mucho de menos. – Agaché la cabeza y suspiré profundamente para aparentar una enorme tristeza. - ¿Tú te vas a olvidar de mí?

-Claro que no, bobo. – La cantante pellizco mi moflete. –Además, Barcelona está aquí al lado.

-¡A saber la de cosas que pueden pasarte en dos días allí!

-Pues no muchas, porque me voy a pasar rodando el nuevo anuncio para L´Oreal casi todo el rato…

-Está bien… Pero llámame mucho eh. –Le di un beso en la frente al que respondió con uno corto en los labios y se marchó de mi piso.

Aunque la conversación era de broma y sabía que no la podía retener porque se trataba de su trabajo, no mentí al decir que la iba a echar de menos. Se había convertido en mi día a día. Menos mal que me llamó mi padre para que le visitara esa tarde. En el rato que estuviera en su casa podría olvidarme de lo que extrañaba a Malú.

A las cinco me recogió en mi casa porque yo aún no podía conducir. Se pasó el camino bastante raro. Mi padre era muy charlatán y apenas soltó cinco frases en el trayecto. Pero cuando entramos a la casa lo comprendí todo.

-Papá, ¿qué hace ella aquí?

-Aitor, quiere decirte algo. – Le fulminé con la mirada. Me sentía traicionado por mi propio padre. – Como tú no le cogías el móvil me pidió que le hiciera el favor de…

-¿Quién coño eres para hacer eso? – Subí la voz y noté como se ponía nervioso. – Si supieras todo lo que me ha hecho, respetarías mi decisión.

No me respondió y entró a la cocina, dejándome a solas con Lucía.

-Mira, no entiendo que haces aquí. Me enteré de la que le liaste a Malú en aquél bar y estuve a punto de llamarte para decirte todo lo que se me pasó por la cabeza en aquel momento, pero gracias a ella me contuve y no lo hice. ¡No te ha hecho nada! Si tienes algún problema resuélvelo conmigo, porque como me entere de que vuelves a acercarte a ella… - Una lágrima empezó a recorrer su mejilla. – Lucía, mejor vete de aquí.

-No. Lo que te tengo que decir es importante.

Me suplicó que la escuchara mientras lloraba. Sería por todo lo que habíamos pasado juntos, no sé, pero no tuve la fuerza para negarme. Verla llorar así me sentó como un jarro de agua fría. Comenzó a andar hacia el sofá y nos sentamos uno al lado del otro.

-Aitor. Me han ofrecido un trabajo en Nueva York. – A mí me parecía una gran noticia, pero su cara no aparentaba lo mismo. – Sería redactora de una revista importante.

-Pero Lucía, eso es genial. – Fui yo el que la cogió de las manos. – Es lo que siempre has querido.

-No. No es lo que siempre he querido para mí. – Sonó muy serio. – Es lo que siempre he querido para nosotros.

Sus últimas palabras me dejaron sin habla. Era verdad. Cuando estábamos juntos, soñábamos con eso cada noche. Ella trabajaría en lo que amaba y yo estaría a su lado apoyándola en cada decisión. Viviríamos en un piso amplio como los de las películas y tendríamos un perro blanco gigante. Pero eso se acabó. Ya no pensaba en eso. Ahora mis intenciones eran muy diferentes. Y sobre todo, no eran con ella.

-Destruiste eso cuando me engañaste con otro. – Solté sus manos. – No me vengas con historias.

-Sé que me equivoqué. Lo asumo ¿vale? – Sus sollozos era más profundos y las lágrimas brotaban con mayor rapidez. – Pero te quiero. No he dejado de quererte.

-¿Qué pretendes? – Estaba fuera de lugar.

-Pídeme que me quede. Sé que no es como antes, pero si me lo pides no me iré, y comenzaremos de nuevo todo.

Eso sí que sorprendió. Yo estaba con Malú y quería seguir estándolo, de eso no cabía duda. Pero después de todo lo vivido, tener a Lucía tan apartada de mí sería muy raro. Que ya no estuviéramos juntos no quería decir que no la apreciara. Estaba hecho un lío. Por mi cabeza pasaban todos los momentos buenos que vivimos, pero también estaban los malos. Intenté ponerlos todos en una balanza imaginaria. Imposible. La tenía frente a mí, derrumbándose, y solo pude abrazarla.

-No puedo tomar esa elección por ti. Es tu vida, y te guste o no, yo ya no formo parte de ella.

Me miró fijamente a los ojos. Y de nuevo, volvió a hacerlo. Me besó. Puso sus labios sobre los míos durante varios segundos y yo no la aparté, no pude. Se levantó y se encaminó hacia la puerta. Desde allí me lanzó una pequeña sonrisa, aún con los ojos húmedos.

Puede que no la viera en mucho tiempo, o quizá sí. No me había dicho su decisión final. Miles de dudas recorrían mi mente. No la quería como pareja, pero tampoco en Nueva York. O sí. Cuanto más lejos, más me centraría en lo mío con la cantante. Pero también estaba seguro de que con ella no iba a estar nunca más. Mis intenciones eran que se relajasen los sentimientos entre nosotros y, en un futuro que en ese momento veía muy lejano, poder ser amigos. Para ello me tragaría mi orgullo, porque al fin y al cabo fue ella la que me engañó. Pero estaba dispuesto. Vivir odiando y anclado en el pasado es una tontería. Si tenía que irse a América, no iba a ser yo quien se lo impidiera. El tiempo pondría todo en su lugar. Pero me temía que tendría que esperar aún hasta enterarme de si dejaba España o no...

Mi móvil sonó, sacándome de mis pensamientos. Seguro que era Malú. Y sonreí. Y, una vez más, me di cuenta de que ella era la que me alegraba los días. En cuanto la viera en persona le contaría lo de Lucía. Nada de mentiras. Si quería que lo nuestro durara tenía que conseguir una relación basada en la confianza.

Pero no era ella. Un número desconocido apareció en la pantalla. La única forma de saber quién era sería contestando…

-¿Si?

-¿Aitor Gómez Ruíz?

-Sí, el mismo. ¿Quién es?

-Soy Juan, tu médico.

-Ah sí. Hola Juan. ¿Qué pasa?

-Verás… - Silencio incómodo – Tenemos los resultados de la radiografía de ayer.

“Ojalá que encuentres todo lo que un día yo te di,
Ojalá que de ese modo,
Tú te olvides ya de mí.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario