miércoles, 23 de abril de 2014

Capítulo 9.

-Quita esa cara de sieso, vamos a hacer algo. – Su sonrisa nunca se evaporaba. No entendía como podía estar haciendo todo eso por mí.

-Aquí no se puede hacer nada.

Claro que se podían hacer cosas fantásticas. Podía acariciar su piel, abrazarla o degustar sus labios. Pero no creo que ella aceptara mis formas de diversión. Eso era lo que me estaba frustrando y no me dejaba disfrutar de su compañía. Yo quería que estuviera conmigo, pero tenía la sensación de que lo hacía por pena y eso me estaba matando.

-Tengo una idea.

Se levantó, encendió la tele y empezó a navegar entre los canales hasta llegar a MTV. Estaba sonando “Wake Me Up” de Avicii y se puso a bailar por toda la habitación como si no hubiera mañana. De nuevo, había conseguido hacerme sonreír y olvidarme de los problemas. Verla moviéndose así me encantó, sentí que se me paraba el corazón. Estaba más guapa incluso que de costumbre y sus ojos brillaban intensamente.

-Yo no puedo bailar… Me das envidia. – Puse pucheros intentando dar pena, pero ella no se inmutaba. – ¡Ni siquiera puedo aplaudir por lo bien que lo haces!

Lo único que la paró fue el final de la canción. Cayó rendida en el pequeño sofá que había en la sala. Estaba roja y pequeñas gotas de sudor comenzaban a recorrer su frente.

-Te faltan piezas en la cabeza. –Exclamé sin poder parar de reír.

-Puede, pero te he hecho reír. –Me sacó la lengua y me dio un mini infarto. Esa chica me estaba volviendo loco.

No sabía de dónde sacaba las fuerzas, pero se levantó y bailó frente a mi atenta mirada varias canciones más. Yo solo podía acompañarla cantando alguna estrofa o animándola para que no parara. Ver sus curvas en movimiento se acababa de convertir en mi afición favorita.

Mi móvil sonó y Malú aprovechó para ir al baño. Era mi hermana, siempre tan oportuna.

-¿Interrumpo?

-Un poco.

-¿En serio? ¿Qué hacíais?

-Bailar.

-No mientas, en tu estado no aguantarías de pie ni tres segundos.

-Pues no te lo creas.

-¡Qué borde!

-¡Y tú qué cotilla!

En ese momento dejé de hablar. Mi respiración se cortó al ver a la cantante salir del baño. Tenía todo el pelo hacia un lado y se había quitado el jersey negro que llevaba para quedarse con una camiseta de tirantes del mismo color que resaltaba su perfecto cuerpo. Recuperé por un segundo la cordura y me di cuenta de que mi hermana seguía al otro lado del teléfono.

-Raquel… te dejó. Luego hablamos. – Colgué y tragué saliva sin poder dejar de mirarla.

-¿Qué pasa? ¿Se me ha corrido el rímel? - Preguntó llevándose las manos a los ojos.

- Jajaja no. Es que… estás muy guapa. –Mi voz sonó temblorosa. Me había puesto nervioso.

-Vaya, gracias. –Ella no se esperaba mi cumplido y deslizó su mirada al suelo, roja como un tomate.

-¡Seguro que te piropean normalmente! ¡No te hagas la sorprendida! – Ésta vez fui yo el que la hizo reír.

Se sentó y me cambió de tema. Me contó que en tres días la devolverían el coche y varias cosas más, pero me vi obligado a interrumpirla porque algo se me pasó por la cabeza.

-Llévame a dar una vuelta.

-¿Qué? - Frunció el ceño.

-Vamos. Súbeme en la silla y sácame de ésta habitación. No he salido de aquí desde que llegué. - Supliqué.

La chica obedeció y comenzó a arrastrarme hacia el exterior. No había nada especial fuera. Un pasillo largo, todo muy blanco y algunas personas andaban de un lado para otro. Me iba describiendo lo que veíamos como si fuera un guía turístico. Era una broma absurda, pero no dejé de reír en todo el recorrido. Después de más de media hora de paseo nos desorientamos y no teníamos ni idea de donde estábamos. Hacía rato que no nos encontrábamos a nadie.

-Oye, yo creo que es por ahí.

-No, ese pasillo ya lo hemos visto.

- Pero éste cartel lo hemos pasado cinco veces.

Al girar una esquina nos encontramos con un pasillo mucho más largo que los anteriores y totalmente vacío.

-Agárrate.

Antes de que me diera tiempo a preguntar nada la chica echó a correr a toda velocidad.

-¡Malú! ¡Cuidado! ¡Nos la vamos a pegar!

Mis gritos no sirvieron de nada. Acabamos el pasillo y dio la vuelta para repetir la acción durante un par de veces más. De un lado para otro.

-Estás como una cabra, no me vuelvo a poner en tus manos. –Mis palabras solo la provocaron risas mientras entrábamos en la habitación que por fin habíamos encontrado después de tanta vuelta.

-Pero si te ha encantado. –Era cierto pero admitirlo no entraba en mis planes.

La enfermera no tardó en llegar con la cena. Tocaba sopa. Malú se tumbó en el sillón a leer una revista y yo tenía que tomarme la cena incómodamente con la mano izquierda mientras veía las noticias.

Al levantar la vista del plato me encontré con la delicada imagen de la joven profundamente dormida. No me extrañó porque se había pasado toda la tarde en movimiento para que no me aburriera. Se me pasó por la cabeza despertarla pero al momento pensé que era un error, a lo mejor le daba por gritarme o algo. Dejé la bandeja en la mesilla y cogí una manta que tenía a los pies para echársela por encima. Casi me caigo de la cama al estirarme para ponérsela. Quité la televisión para que el ruido no la despertara y me quedé embobado unos minutos mirando como dormía antes de apagar la luz.

Ya lo tenía claro: esa chica era lo mejor que me había pasado en mucho tiempo y no lo podía dejar escapar.

“¿Cómo decir que te debo la vida?
¿Cómo pedirte que siempre estés vivo?
Dame la esperanza de besarte si me falta el aliento.”

1 comentario:

  1. �������� me tienes enamorada de esta historia me encanta

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