jueves, 17 de abril de 2014

Capítulo 6.

Llegué al segundo día de grabación con la esperanza de poder pensar lo menos posible en Aitor y concentrarme más en las escenas. Al entrar me limité a hacer un gesto con la mano y pasé a mi camerino, donde pude quedarme tranquila un rato hasta que llegó Paula para arreglarme.
-Que sepas que puedes contar conmigo. – La maquilladora soltó esas palabras rompiendo el silencio que había permanecido en la sala en todo momento. Fue lo único que se dijo allí. Antes de irse nos fundimos en un abrazo que me dio fuerzas para salir al set.
Como el día anterior, la jornada terminó y sabía perfectamente que había estado muy mal, tanto con mis compañeros como con las interpretaciones. Nada de bromas. Seguro que alguien del equipo venía a preguntarme qué me pasaba y no me apetecía responder a nadie. Cogí mis cosas y en escasos minutos me encontraba de camino al coche. Se me hizo raro ser la primera en abandonar el sitio cuando normalmente era la última. Solía entretenerme siempre.
Cuando estaba a punto de llegar al vehículo mi teléfono comenzó a sonar. Revolví entre las mil cosas que llevaba en el bolso hasta que al fin di con el aparato. Era Vero. Dudé unos instantes en si cogerlo, pero no pude evitarlo.
-¡Malú!, ¿dónde te has metido? – Su voz era notablemente seria, cosa poco común en ella.
-Pues estoy a punto de coger el coche.
-¿Tan pronto? Sueles ser de las últimas.
-Ya, pero hoy… tenía cosas que hacer. – Nada más decirlo supe que había sonado falso y me eché una mano a la cabeza.
-A mi no me engañas. A ti te pasa algo y no te vas a ir sin contármelo. Ya voy.
Colgó antes de darme tiempo a contestar y no tardó en llegar. Se situó frente a mí con los brazos cruzados, en silencio. Yo miraba al suelo, ni si quiera me atrevía a mirarla a los ojos.
-Vamos a dejarnos de tonterías y dime lo que pasa.
Vero tenía razón. Me estaba comportando como una inmadura. Solté un suspiro y empecé a contarle toda mi historia con Aitor. Se limitaba a asentir o, de vez en cuando, soltar alguna risa. Pero no me interrumpió en todo el rato que me tiré hablando.
-María Lucía de mi alma y de mi corazón. –La miré extrañada ante su comentario que no me cuadraba para nada en la situación. Al ver mi cara desconcertada me mostró su gran sonrisa. – Podías habérmelo dicho antes y confiar en mí.
-Confío en ti, pero entiende que me resulta difícil hablar de esto.
Al oír mis palabras me dio un corto abrazo y me besó la frente.
-Ay… los amores. Pues tenemos que buscar a ese chico.
-¿Y cómo piensas hacerlo?
-Tú déjalo en mis manos, tengo más contactos de los que te imaginas. Solo dime el nombre de esa cafetería. – Y así lo hice. Me dio otro beso y se fue guiñándome un ojo.
De camino a casa, con el disco que me regaló él en el reproductor, me sentí bastante aliviada. Contarle a mi amiga el problema que escondía me había venido genial para desahogarme.
Al llegar mis perras me recibieron con su habitual entusiasmo. Verlas siempre me animaba, una pena que pueda pasar tan poco tiempo con ellas con tanto trabajo. Dejé que me lamieran por todas partes y luego me puse el pijama. Me eché en la cama pensando en cuanto tardaría Vero en darme noticias del chico al que no lograba sacar de mi mente. Entre recuerdos y comeduras de cabeza me quedé dormida antes de lo que esperaba, con Danka en mis pies, Lola a un lado y Rumba al otro.
Lo primero que hice al despertarme al día siguiente fue mirar el móvil en busca de un mensaje de Vero, pero no hubo suerte. Cientos de mensajes de trabajo, pero de mi amiga ni rastro. Además tenía Twitter colapsado, tendría que sacar tiempo como fuese para decirle algo a mi maluleras.
Me arreglé y me fui a los estudios de La Voz, donde tenía ensayo con mis dos semifinalistas. Intenté estar con ellos lo más contenta y amable posible para que no se llevaran una impresión errónea de mi, y creo que fue bastante bien. Ambos cantaron increíblemente bien. Manuel había elegido “Tu Jardín con Enanitos” de mi Melen. Al principio me mostré un poco reacia ante su decisión, pero me prometió que si le escuchaba interpretarla cambiaría de opinión. Y no se equivocaba, la hizo totalmente suya y lució su maravillosa voz, dejándome impresionada e incluso consiguiendo emocionarme. Puede que influyera que estaba sensible, pero aún así me encantó la versión.
En medio del ensayo con Andrea mi teléfono sonó y pedí perdón, pero era mi amiga y tuve que cogerlo. No quiso interrumpirme mucho. Quedamos a la hora de comer en su casa, al parecer se había enterado de todo y quería contármelo en persona.
Desde esa llamada me pasé el rato que me quedaba allí con ganas de irme. Me invadía el nerviosismo y la desesperación. Necesitaba saber lo que pasaba.
Y para terminar de joderme, al salir a la carretera me encontré con un descomunal atasco en mis narices que me hizo retrasarme más de una hora y media.
-Por fin estás aquí hija. – Nos dimos un abrazo y pasamos a su acogedor salón.
- Había un atasco de cojones…
Me sirvió una cerveza con algo de picar y nos sentamos en el sofá. De pronto su rostro cambió, dejó de sonreír.
-A ver… no sé cómo decirte esto… -Sus palabras me asustaron. No traía buenas noticias.
Empezó contándome que había hablado con el jefe del chico para conseguir la información y se resistían a contarle nada, pero tras mucho insistir logró que se lo dijeran. Se silenciaba cada par de palabras pensando en cómo continuar las frases. La noté incómodo, pero necesitaba saber ya la verdad. Dio mil rodeos y acabó contándomelo. Aitor había tenido un accidente. Noté una fuerte punzada en el pecho ante la noticia. Me eché hacia atrás, con la cara desencajada y con la mente en blanco. Me costaba creerme lo que acababa de escuchar. Me dolía algo dentro de mí. Tampoco era capaz de entender cómo alguien a quien acababa de conocer había calado tan hondo en mí...


“Búscame, allí donde no llegue la razón.

Búscame, en la línea de tus manos.

O búscame,

No pierdas la esperanza, la vida rompe lanzas,


Y lo hará.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario