-¿¡Cómo!? ¿¡Te has liado con Malú!?
-¡Raquel! yo no he dicho eso. –Mi hermana se volvió loca cuando le conté toda mi historia con la cantante.
-Pero si la tienes en el bote…
Hasta ese momento no me había planteado eso. Yo sentía algo, eso lo tenía cada vez más claro, pero veía imposible que una mujer tan perfecta como Malú pudiera sentir algún tipo de sentimiento más allá de la amistad hacia mí.
Mi hermana se levantó de repente y empezó a buscar algo entre mi ropa del armario. No entendí para qué, pero sacó del bolsillo de mi pantalón el móvil.
-Toma. –Me tendió el aparato. Yo seguía sin pillarlo.
-¿Qué quieres?
-De verdad, hermanito, no eres muy listo.
-¡Oye! – Alcé la mano para pegarle una pequeña colleja y me miró sorprendida, con los ojos muy abiertos. – Un respeto a tu hermano mayor.
-Mira a ver si tienes un mensaje suyo. – resopló desesperada. – La dejaste tirada en vuestra primera cita.
Vaya. Mi hermana tenía razón. Obviamente no era mi intención no acudir a la cita, pero la realidad es que ella estuvo esperando y no aparecí. Seguro que le habían entrado ganas de matarme.
Desbloqueé mi iPhone y quedé sorprendido ante lo que encontré. 27 llamadas y 263 whatsapps.
-Mierda. – Definitivamente la suerte no estaba de mi lado.
-¿Qué pasa?
-Tenía muchas cosas pero no me ha dado tiempo a verlas porque no queda batería, se ha apagado.
-¿Y el cargador?
-¡Pues en casa! ¡No salí de casa con la intención de empotrarme con el coche y acabar en un hospital!
-Vale, vale. Cómo te pones… mañana te traigo el mío.
Llegó la noche y mis padres insistieron en quedarse conmigo, pero no se lo permití. En el hospital no me iba a pasar nada y ellos tenían que descansar, llevaban muchas horas pendientes de mí sin pegar ojo.
La cena que me sirvieron me pareció asquerosa. Si se pensaban que con una sopa fría y un filete más duro que una piedra iban a aplacar mi estómago estaban muy equivocados. Me moría de hambre, pero los médicos me aseguraron que una buena dieta durante algunos días evitaría que hubiera problemas en mi organismo.
Para dormir me puse un documental de La 1, siempre lo hacía cuando no conciliaba el sueño. Me levanté de madrugada para ir al baño y tuve que llamar a una enfermera, yo solo no podía. Casi me da un ataque de vergüenza. Con tantas lesiones hacer cualquier cosa era complicado.
El desayuno del día siguiente no pudo ser peor: un vaso de leche y una galleta de cereales. Una de las cosas que peor llevaba de estar encerrado en un hospital era no poder comer como Dios manda.
La primera visita del día fue la de mi madre. Se trajo varias revistas de corazón para no aburrirse, como si yo no tuviera boca para dialogar. Le pedí que me sacara el iPod del abrigo para poder escuchar música y al verlo me di cuenta de que tenía varios arañazos por culpa del accidente. A pesar de ello, funcionaba a la perfección.
Me pasé de canción en canción hasta la hora de comer. Mejor será no hablar de la comida... igual de malo como todo lo demás. Al cabo de un rato vino mi hermana, aún con la mochila del instituto.
-Podías haber pasado por casa. –Fue lo primero que le dije cuando la vi.
-Yo también te quiero, hermanito. –Su irónica voz me hizo reír a carcajadas mientras nos dábamos un abrazo. - ¿Qué tal la noche?
-Vergonzosa. Tengo que librarme de la escayola y las vendas como sea.
Me contó toda su mañana en el instituto. No es que me importara mucho, pero su forma de relatar las cosas me hacía reír y me alegró mucho. Mi madre nos había dejado solos hace rato para ir a la cafetería y comer algo.
-¡Ay! ¡Se me olvidaba! – Buscó en su mochila hasta sacar el cargador de mi móvil. – Al fin sabremos si hay noticias de tu amada.
Su mirada pícara me puso nervioso. A saber si habría intentado contactar conmigo y, si lo había hecho, cómo de enfadada podía estar. Encendimos el móvil y 7 de las llamadas perdidas eran suyas. Además mandó varios whatsapps. “¿Vas a tardar mucho?” “¿Dónde coño te has metido?” “No me lo creo…” “¿Ha pasado algo?” “Llámame cuando puedas”. Muy contenta no se la notaba…
-Llámala, venga.
Dudé durante más de un minuto, con el móvil en la mano. No tenía nada que perder, lo mejor sería llamar. Varios tonos y nada. No me lo cogió.
-Es una famosa, estará ocupada.
Asentí y dejé el teléfono en la mesilla. Esperaba que fuera ese el motivo por el cual no cogiera el teléfono. No quería perder lo poco que habíamos creado juntos.
Raquel se fue a por algo de picar a la tienda. Agradecí que lo hiciera porque me apetecía estar tranquilo un rato. Aunque no duró mucho, porque en breve alguien llamó a la puerta.
-Pasa.
Una chica a la que no reconocí entró en silencio y cerró la puerta tras ella. Llevaba unas gafas, un gorro y una gran bufanda. Era imposible saber quién era pero en ese momento no supe pronunciar ninguna palabra para preguntárselo. Comenzó a quitarse los accesorios y al dejar su cara al descubierto me quedé sin aliento. Era ella. Estaba allí.
-Hola… -La joven me sonrió recordándome que estaba completamente colgado de ella.
-¿Cómo… cómo… cómo has sabido dónde estaba? –Tartamudeé ridículamente.
-Digamos que tengo contactos. – Se produjo un largo silencio. Uno frente al otro nos quedamos mirándonos a los ojos, que por cierto, tenía la mirada más cautivadora que jamás me había encontrado.
-Malú… siento no haber aparecido esa noche… yo…
-No te puedes disculpar por haber tenido un accidente. –Me cortó y se aproximó a mí, cogiéndome de la mano. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de pies a cabeza. –Me has tenido muy preocupada.
-¿De verdad?
-Claro. Yo no me disfrazo para ir al hospital sin que me reconozcan por cualquiera. – Soltó una pequeña sonrisa. Sus declaraciones me estaban dejando atónito. – Oye, Aitor…
-¡Aitor! ¡Mira a quién me he encontrado!
Mi hermana llegó en el momento menos oportuno acompañada de Rubén, mi mejor amigo. Les quería mucho, pero no podían haber sido menos oportunos. Cuando nos vieron la cantante soltó mi mano fugazmente. Mierda. A saber cuándo conseguía que volviera a hacerlo. Suspiré y miré a Malú. Me sorprendió verla aún con su preciosa sonrisa.
-Malú, estos son Raquel y Rubén, mi hermana y mi mejor amigo.
"Porque vuelvo a verte otra vez,
vuelvo a respirar profundo
y que se entere el mundo
que no importa nada más."
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