Narra Malú
-¿Qué haces aquí? - Pregunto levantándome.
-He ido a tu casa pero no estabas. - Se quita de encima a los perros y me mira. - Al pasar con el coche te he visto aquí y he parado.
-No hay quien tenga un momento de intimidad...
- ¡Estábamos todos preocupados! - Resopla y se acerca a mi, envolviéndome con su brazo. - Cuéntame qué ha pasado, anda.
-Nada. - Me revuelvo intentando deshacerme de sus brazos, pero me coge con más fuerza. Con él es imposible tratar.
-Hermanita, que no soy tonto. Ayer os fuisteis las dos de la fiesta de forma muy extraña, luego es imposible contactar con vosotras y ahora te encuentro aquí con cara de haberte pasado toda la noche llorando.
-José, pasa que no sé lo que pasa. - Me siento en la roca de nuevo y él me imita sin dejar de abrazarme. - Que desde que ha llegado su ex no consigo estar bien con Patri, y tampoco veo que ella ponga mucho de su parte por mejorar la situación.
-Tranquila. - Me acaricia la cabeza con toda la dulzura del mundo. - Seguro que es una discusión de enamoradas y no tardáis en volver a estar bien.
- No me apetece ni verla ni mirarla. Por si fuera poco se ha ido a la playa con Marta, según ella lo hace para despejarse.
-Malú, sabes que Patri no te engañaría nunca. Confía un poco en ella y espera a que vuelva para hablar y solucionar las cosas.
- No sé si quiero solucionar las cosas... - Pronuncio esas palabras y siento que me desgarran la garganta al salir. No sé cuánto de verdad hay en ellas, y eso es lo que más me preocupa.
-Hermanita, te voy a decir una cosa. - Coge mi barbilla y hace que nuestros ojos se miren intensamente. - Te juro que nunca he visto a nadie más enamorado que vosotras. Es increíble cómo os brillan los ojos cuando os miráis. Estéis donde estéis, cuando os dais un beso, parece que el mundo se para sólo por vosotras. En serio, desprendéis algo especial. Magia. Y aunque os enfadéis mil veces seguiréis hacia adelante.
Me quedo pensando en todas sus palabras. José me ha sorprendido. Él siempre es el que bromea, el que se ríe, y rara vez se le ve hablando así, dejando que los sentimientos se escapen. Tiene razón en lo que ha dicho. He sentido eso de que el mundo se para cuando nos besamos, o nuestros ojos bailan al mirarse. Lo que no sabía es que era tan obvio y la gente se daba cuenta. Y ahora mi mayor duda es si al volver a mirarla sentiré lo mismo o sólo me quedará la rabia.
-Joder, hermanito. ¿Desde cuándo hablas así? - Se ríe poniéndose colorado. - ¿Qué te da tu novia?
- No te voy a decir lo qué me da Rebeca... - Me mira pícaramente ganándose un puñetazo en el hombro. - ¡Oye, no se pega! ¿Sabes? seguro que este enfado os viene bien... - Le miro extrañada y pido que explique eso. - Sí, ya sabes, dicen que cuanto mayor es el enfado mejor es la reconciliación.
Vuelve a ganarse un golpe, esta vez en el pecho. Espero y deseo con todas mis fuerzas que se nos pase a las dos el orgullo y el cabreo, y se cumpla todo lo que ha dicho mi hermano.
Pasamos allí un rato. Yo intentando que mi mente se distraiga y él empeñado en sacarme sonrisas. Y lo consigue. Deja a un lado al romántico chico que ha sacado hace unos momentos a la luz y vuelve a aparecer el José burlón. Pero sea el que sea le quiero, y tengo infinitas razones por las que estarle agradecida en esta vida.
De pronto suena mi móvil. Es mi manager. Descuelgo y descubro a una Rosa enfadada. Mucho. Ni siquiera entiendo las primeras frases que dice. Le pido que se calme y resopla en varias ocasiones. Por fin vocaliza y me pregunta que dónde estoy. Al parecer teníamos una reunión hace quince minutos para debatir cosas sobre el vestuario de la gira. Me lo comentó el otro día, pero con tanto ajetreo se me había pasado. Le digo que voy corriendo y cuelgo.
-Hermanito, te necesito.
Nos metemos en su coche y me lleva hasta el lugar de la reunión sin ni siquiera pasar por casa. Quince minutos después bajo a toda velocidad del vehículo y le digo a mi hermano que le avisaré cuando salga para que me recoja. Cuando entro a la sala todos me matan con la mirada. Cinco hombres serios, la estilista, dos chicas a las que no conozco y Rosa. Al verles bien trajeados me doy cuenta de que yo voy en chandal, con gorra y una cara desastrosa. Miro al suelo y camino hacia una silla vacía. Me muero de vergüenza. Me alivia un poco que mi estilista me acaricia la mano intentando transmitirme algo de fuerza. En cambio, al otro lado tengo a Rosa echando humo por las orejas.
-Luego hablaremos tú y yo... - Me advierte acercándose a mi oído.
Empieza la reunión. La verdad es que no sé para qué la hacemos. La gira ya estaba comenzada, pero se han empeñado en retomarla con cambios de vestuario. A mi me encanta el actual. Tonos negros, cuero y rock. Y al final de la reunión sigo viendo igual de tontería habernos juntado para eso. Los cambios en la ropa que van a hacer son mínimos. Algún brillo más, una falda algo más corta, quitar mangas a un vestido... Detalles que podríamos solucionar perfectamente con unas llamadas. Para colmo todas las conversaciones son frías, sin la mínima posibilidad de entrever sonrisas. Es imposible disfrutar de eso.
Al acabar, pretendo irme esquivando las palabras de Rosa. Pero es demasiado lista, y cuando creo que la he despistado aparece tras una esquina.
-¿Se puede saber en qué estás pensando para llegar tarde a esta reunión?
-Lo siento, no he pasado un buen día... - Agacho la cabeza.
-Joder, Malú. ¿Sabes quién era el hombre del bigote? - Niego. - ¡Ese hombre invierte una pasta para que tú puedas ponerte esos modelitos que tanto te gustan!
-Rosa, échame toda la bronca que quieras porque me lo merezco. - La miro cogiendo valor. - Pero no ahora.
-Dime una cosa. ¿Cada vez que discutas con tu novia vas a ser una irresponsable en tu trabajo?
-Siempre me he volcado cien por cien en mi trabajo. Rara es la vez que llego tarde o no lo doy todo en los escenarios. - Me pongo muy seria porque ha tocado un tema que me duele. - Y es verdad que las pocas veces que no he estado bien ha sido por Patricia, ¿pero qué quieres que haga? Todos pasamos malos días, y los míos son cuando no estoy bien con mi novia. Sé que no te gusta Patri porque es lo único por lo que puedo fallar en mi trabajo, pero estaría bien que empezaras a aceptarlo. - He dicho todo sin apenas respirar, así que paro para coger aire y añadir una última cosa. - Estoy cansada de ocultarme, así que puede que pronto saque a la luz nuestra relación.
-Eso complicaría todo y traería problemas.
-Lo sé, y espero poder contar con tu ayuda.
Salgo del edificio con el corazón a mil. Quiero muchísimo a Rosa. Con ella siempre hay que estar al cien por cien en el trabajo. Y lo suelo estar, pero en cuanto bajo un poco el listón las broncas son tremendas. Nunca me ha dicho que le caiga mal Patri, al contrario, suele tener buenas palabras para la fotógrafa. Pero en cuanto fallo las culpas son directamente para mi novia y la forma que tiene de volverme loca.
Llevo pensando desde que volvimos de nuestras mini vacaciones en salir del armario ante el público. Me da pánico, lo reconozco. Pero sería un gran paso en nuestra relación y creo que es necesario para ser un poquito más felices. Ni siquiera se lo he comentado a mi novia porque tengo dudas, aunque sé que tarde o temprano pasará y debo estar preparada. Seguro que ella estaría encantada. Aprecio su forma de vivir la vida, la falta de vergüenza que le caracteriza.
-¿Malú? - Me giro y veo a la persona que menos me puedo esperar.
-¿Aitor?
-El mismo. - Sonríe. - Dame un abrazo, mujer.
Viene hacia mí y me envuelve entre sus gruesos brazos. Hacía mucho tiempo que no le veía. Estaba muy guapo, como siempre. Tenía un poco más de barba y el pelo hacia arriba. Así me gustaba ponerle el flequillo cuando estábamos juntos. No siento nada por él, pero no tengo quejas de lo bien que me trató. Aunque más tarde me di cuenta de que nunca estuve enamorada de Aitor, sí que le quise. Fue alguien muy importante con quien pasé una etapa bonita que me ha dejado buenos recuerdos.
-Qué fuerte estás. - Le miro de arriba a abajo. Va con una camiseta de manga corta ajustada que resalta sus músculos y un pantalón corto deportivo.
-La verdad es que voy bastante al gimnasio. - Se sonroja y me señala una bolsa deportiva que lleva colgada al cuello. - Ahora mismo vengo de allí.
-¿Y tu rodilla?
-Casi perfecta ya. - Da pequeños saltos para demostrarme que no le duele. - Oye, ¿vamos a tomar algo y nos podemos al día?
-Ahora no puedo, acabo de enviarle un mensaje a mi hermano para que venga a recogerme. ¿Esta noche?
-Perfecto, esta noche.
Concretamos que vendrá a cenar a mi casa. Mejor eso que ir a un restaurante lleno de gente, y más teniendo en cuenta que es sábado. Unos minutos después de despedirme de Aitor aparece José con el coche. Se está quejando, como de costumbre. Dice que los perros le han llenado el coche de pelos porque he tardado mucho, pero le doy un beso enorme en la mejilla y me perdona. Entre mis hermanos siempre solucionábamos los piques así. Tenemos ganas de gritarnos un poco y luego de darnos cariño. A veces pienso que incluso nos peleamos para luego recibir ese beso de reconciliación.
Me deja en mi casa haciéndome prometer que voy a estar en contacto para que no crean otra vez que me ha pasado algo. Y también me hace jurarle que voy a sonreír, estar tranquila y que cuando solucione las cosas con Patri me acordaré de él. Es definitivamente un pesado, pero sin darme cuenta he sonreído más en ese rato con mi hermano que en todo lo que llevaba de día.
Me ducho tranquilamente. Son las ocho y Aitor quedó en aparecer a las nueve. Me visto básica, con unos vaqueros y una camiseta de tirantes, y bajo a la cocina para empezar a preparar la cena. Mis macarrones con diferentes quesos. Mi especialidad y una de las pocas cosas que me quedan bien en la cocina.
Mientras los estoy preparando mi tripa ruge recordándome que llevo sin tomar nada desde el café que desayuné cuando vino Vanesa. Entonces me doy cuenta de que le prometí a la cantante que le llamaría y aún no lo he hecho.
-¡Ya pensaba que no ibas a llamarme! - Es lo primero que oigo cuando descuelga.
-Es que he estado un poco liada. No me acordaba de que tenia reunión y he llegado tarde.
-Tendrás a Rosa contenta... - Murmura irónicamente.
-Ya sabes, bronca monumental. - Remuevo la salsa de quesos en la cacerola. - Pero bueno, ya sabemos cómo es.
-Mañana te llamará para pedirte perdón. Oye, ¿y sabes algo de Patri? - Silencio. Supongo que eso vale como respuesta. - Malú, no te preocupes. En cuanto vuelva a Madrid lo arregláis.
-Eso decís todos, pero yo no lo veo tan fácil...
-Luego nos tendrás que dar la razón a todos. - Se ríe al otro lado lado del aparato y yo lo hago con ella. De pronto llaman a la puerta. - ¿Han llamado?
-Sí, me he encontrado esta tarde con Aitor y le he invitado a cenar.
-¿Qué? - Le sorprende más de lo que yo me espero. - No hagas ninguna tontería, eh.
-¿Qué voy a hacer, Vane?
-La carne es débil...
-Ya, pero es que yo últimamente soy más de pescado.
Las carcajadas que produce son desmesuradas. Y yo estoy contenta, porque voy sintiéndome con más vida. Más feliz. Aunque sé que falta algo importante en mi día para poder tener una sonrisa completa. Me despido de la cantante y voy a toda prisa a abrir la puerta. Nos saludamos con una cálido abrazo. La verdad es que me hace ilusión pasar con él la velada. Es uno de los mejores chicos que he conocido en mi vida. Siempre tiene palabras y gestos agradables. Peca de bueno, y quizá yo elegí a Patri porque prefiero a una persona más alocada que me saque de la rutina.
Pasamos la cena hablando un poco de todo. Ha vuelto a trabajar en el bar de siempre y con la rodilla ya está genial. Va una vez por semana a rehabilitación por seguridad, pero nada comparado a los dolores de antes que ni le permitían dormir. Le pregunto por su hermana y me comenta entusiasmado que está muy contento con ella. Se quedó estudiando en Madrid con su novio, con el que comparte casa. Le veo muy contento y eso me llena de felicidad. Sé que lo pasó muy mal por mi culpa y me alegro de que ahora esté así.
-¿Y con Patricia? ¿Qué tal? - Se lleva la taza de café a los labios.
- Está en la playa... - Escondo la mirada y parece darse cuenta de que la pregunta no ha sido muy acertada.
-Joder, lo siento. - Se acerca y me acaricia la espalda.
-No pasa nada, es una discusión... - Murmuro forzando una sonrisa. - Mejor no hablemos de eso, dime cómo te va a ti. ¿Has encontrado a alguien?
-Bueno... - Se sonroja y aparta la mirada. Esa sonrisa de tonto le delata.
-¡Cuéntamelo todo!
-Aún no es nada serio. Nos estamos conociendo.
-Pero si te brillan los ojos hablando de ella. - Me río y él se rasca la nuca de manera nerviosa. - ¿La conozco?
-No, la conocí al poco de volver de México. Yo estaba mal y ella fue como una vía de escape.
-Oye, siento lo que te hice pasar... Te prometo que me siento fatal cada vez que lo pienso. No te lo merecías.
- No te preocupes. Eso quedó en el pasado. Contra un amor como el vuestro no se puede luchar. - Me guiña un ojo y me entran unas ganas terribles de achucharle. Y lo hago. Me encanta ver que, después de todo, estamos manteniendo una conversación como amigos.
-Venga, dime algo más de la chica que te trae loco.
-Pues es muy guapa, muy maja, muy deportista...
-Se te cae la baba. - Paso mi mano por su barbilla haciendo que le limpio. - Y si te gusta tanto, ¿por qué no es aún nada serio? ¿Ella no siente lo mismo?
-Ella siente más... - Su sonrisa ahora es más débil. - Eso es lo que pasa. Que yo no olvido en menos de dos meses a alguien de quién he estado tan enamorado... Hay personas que marcan muy fuerte. Y no quiero hacerle daño, así que aún no es el momento.
Sé que se refiere a mi, al igual que sé que no me lo dice con ninguna mala intención. Pero me duele y me hace temblar saber que, aunque sea un poco, sigue sintiendo algo por mi. Y me duele más aún que por eso no pueda llegar a estar todavía con otra persona.
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