1. @Novelateconozco.
- Cómo sea ella la mato, juro que la mato. - Voy gruñendo mientras bajo las escaleras y me dirijo a la puerta. - Esta es tonta. - Por el video portero veo a Patri girando sobre si misma y buscando algo en su bolso, seguramente las llaves.
Le abro la puerta para que entre y veo como se lleva la mano al pecho del susto que se lleva. - Pero quieres entrar!! - Le grito al ver que esta quieta como un pasmarote. Con alguna dificultad llega hasta la puerta principal.
- ¿Te he despertado? - Pregunta con miedo.
- Es lo que pasa cuando me estaba costando coger el sueño y tocan al timbre.
- ¿Yo he tocado el timbre? - Dice extrañada y señalándose a si misma. Madre mía, la borrachera que lleva es importante. Pongo los ojos en blanco y la cojo del brazo para que entre.
La llevo a la habitación y empiezo a desvestirla para meterla en la ducha. Me cuenta toda su noche de fiesta y yo no entiendo ni una palabra de lo que me dice. La empujo hacia la ducha y abro el grifo de agua fria. Pega un grito ahogado y a pesar de mi enfado no puedo evitar reirme.
- Dios! Esta helada. - Se queja.
- Te jodes, eso por despertar a tu novia.
La tentación de meterme con ella y hacerle el amor es demasiada alta. Pero no, el enfado y el saber que en cuatro horas tengo que ir a trabajar, me frenan.
En otra ocasión ni me lo hubiera pensado.
La ducha de agua fría parece haber hecho efecto, por lo menos ya vocaliza.
- ¿Nos comemos un helado? -
- ¿Ahora?
- En verano cualquier hora es buena para comer helado. Vamos!
Y ahí estábamos casi a las cinco de la mañana tiradas en el sofá, comiendo helado y hablando.
- Y después de estar dando vueltas como unos tontos, hemos acabado en la discoteca de siempre. - Mientras Patri me cuenta su fantástica noche se me van cerrando los ojos, pero a ella parece no importarle, no deja de hablar. - Por cierto, he visto a Jorge, te manda saludos. - La miro extrañada, no sé de que Jorge me habla. - Jorge, tu ex, el que me presentaste ese día en el restaurante. - Ya ni me acordaba de que había estado con él, hace bastante tiempo ya de eso. - Que no es por nada, pero tenías el gusto en el culo, esta muy estropeado.
- Jorge siempre ha estado muy bueno, reconócelo. Además, yo siempre he tenido muy buen gusto, tss.
- Te voy a decir yo dónde tienes el gusto. - En un segundo la tengo encima de mi cuerpo dejando besos y mordiscos por mi cuello, con sus manos volando por mis piernas y haciendo que la temperatura de mi cuerpo aumente. Y mi cabeza recordándome que que ya solo me quedan tres horas de sueño.
- Patri no.
- Patri si....
En menos de dos horas me ha revolucionado. Me ha enfadado, me ha hecho reir, me ha excitado y me ha llevado a tocar el cielo. Si una persona te hacer sentir todas esas sensaciones y más, es que merece la pena tenerla en tu vida...Y Patri merece mucho la pena.
2. Chica de la voz bonita :')
Hice caso omiso a la llamada, y busqué la posición idónea para descansar. Por la hora que era supuse que sería algún borracho. Cuando creí que ya había conseguido encontrarla y mi cuerpo estaba aparentemente relajado, el irritante ruido de la puerta volvió a sonar. Sobresaltada me dirigí a abrir con la intención de mostrarle a la misteriosa persona que se escondía tras la puerta mi indudable enfado. Al abrir, y ver de quién se trataba, mis ideas cambiaron por completo. ¿Qué hacía ella aquí? Y ¿por qué no me había avisado de que venía? ¿Y a estas horas? Miles de preguntas se acumulaban en mi cabeza, pero no era capaz de comenzar a soltarlas por orden sin atragantarme.
-No preguntes, primero déjame explicarte.
-Carol ¿qué cojones ha pasado? - Mi corazón en ese momento sentía que su lugar estaba en otro lado y deseaba salir por mi boca lo antes posible.
-¡Relájate! ¿Puedo...? - apartó su mirada de la mía y la puso dentro de mi casa.
En ese momento mi mente no paraba de darle vueltas a todo e intentaba buscar una explicación a esa inesperada visita.
Con Carol no había tenido nunca mucha relación y por eso me alarmaba tanto que estuviera aquí, hoy, sin previo aviso, a las cuatro de la madrugada. Todas las conclusiones a las que mi cabeza llegaba tenían algo en común, Patri.
-Dímelo ya por favor, ¿le ha pasado algo a Patri?
-No exactamente...- su mirada se entristeció de un segundo a otro y sus ojos encerraban un mar de lágrimas que le pedían a gritos salir - Es mi madre Malú, ha tenido un accidente de coche y está muy grave en el hospital.
- ¿Qué? -Mente en blanco, palabras que taladraban mis oídos haciendo que cada una de ellas llegara más adentro de mi sin freno alguno, cara descompuesta y sentimientos a flor de piel.
- Ella salía de trabajar y llegando a casa, un conductor con unas copas de más, se la llevó por delante... - su voz era débil, apenas imperceptible para una persona a más de dos metros de nosotras.- Recibimos una llamada y directamente fuimos al hospital. Patri no quería preocuparte y menos sabiendo lo que ha pasado, pero sentía que tenía que decírtelo.
- Lo siento... - Mis palabras estaban buscando un hueco por el que salir, pero el nudo que se formó en mi garganta impedía que su búsqueda finalizara con éxito.
- Sé que las cosas entre mi madre y tú no están bien, pero Patri ahora te necesita más que nunca.
¿Y qué se supone que tenía que hacer yo ahora? ¿Ignorar todo lo que me había dicho y ayudarla a recuperarse? Mi corazón me decía que fuera corriendo a apoyar a la mujer de mi vida, que probablemente se encuentre en uno de los peores momentos de la suya, pero mi cabeza se negaba a dejar fluir mis sentimientos. Sabía que era orgullosa, pero ¿tanto como para dejar tirada a Patri en una situación tan delicada como esta? Necesitaba pensar, aclararme las ideas, dejar enfriar el asunto y que las cosas trascurrieran por su debido camino, pero no había tiempo. Ella me necesitaba más que nunca y no entendía cómo podía ser tan egoísta y estarlo pensando todavía, cuando al contrario, ella seguro que no hubiera tardado si cinco segundo en coger sus cosas y venir a por mi. Yo necesitaba tiempo y Carol una respuesta. Y ninguna de las dos cosas las tenía.
3. @Desi_madrid21
Me levanto pensando en matar al que en ese momento este llamando a la puerta y susurro - con lo que me ha costado dormirme coño - Voy lentamente abrir. Con calma pero sin prisa.
Abro la puerta y la cara me cambia por completo. De repente el sueño que sentía había desaparecido y mi cuerpo, en ese momento, se lleno de preocupación. En la puerta estaba mi madre, la mujer que me trajo al mundo. Estaba cabizbaja con los ojos hinchados de tanto llorar. Cuando iba a preguntar que habia pasado , se me adelantó y me abrazo llorando desconsoladamente. La metí en casa como pude sin despegarme de ella ni un solo instante, quería demostrarla que siempre estaría a su lado como tantas y tantas veces había estado ella conmigo. Nos sentamos en el sofá y cuando por fín se tranquilizó decidí dar el paso y preguntar.
- ¿Mamá, que ha pasado?- Mientras acariciaba su mano.
-Malú, no aguanto más esta situación... Todo el día discutiendo, enfados, si ni si quiera mirarnos a la cara. Lo quiero pero no puedo más cariño, no puedo más.-Se volvió a derrumbar entre mis brazos mientras las lágrimas empezaban ha aparecer en mi rostro.
-Mamá... No sabía que estuvierais tan mal. Porque no me habías dicho nada? Sabes que estoy a tu lado - Acompañado de un dulce beso en la frente.
-Cariño no quería preocuparte. Estas de gira y hasta arriba de cosas. No quería que esto afectará a tu trabajo. Se lo importante que es para ti. Tu hermano Jose tampoco sabe nada pero... Hija, he tomado una decisión.
-Vais a separaros? - mis lágrimas llevaban tiempo pidiendo salir a gritos. Por mucho que intentaba aguantar , por mi madre, no lo pude evitar.
- SÍ Malú, quiero el divorcio.
CONTINUARÁ.....
4. @Apruebadeti_
Me sobresalto inevitablemente. Mis nervios se disparan al son de mis latidos, que aumentan de ritmo conforme pasan los segundos. No es normal que alguien me visite a horas tan extrañas. Al menos sin avisar. Estaba sola porque Patri tenía una cena de amigas de adolescencia. De estas en las que te lías contando anécdotas hasta el amanecer.
Entro sin darme demasiada prisa. De nuevo el sonido del timbre vuelve a retumbar en todos los lugares de la casa. Es realmente ensordecedor en el silencio de la madrugada. Una camiseta que tengo tirada por el salón me sirve para cubrirme.
Me asomo por la mirilla. Pero la poca luz de la calle no me permite distinguir de quien se trata. Aún así abro la puerta. Mi sexto sentido me dice que debo hacerlo. Rara vez me falla. Y no me equivoco.
Allí está. Con esa carita de niña buena que tanto me gusta. Aparta su melena rubia hacia atrás con un gesto de lo más sexy. Lleva una camiseta de tirantes semi-transparente y unos shorts de color azul que me invitan a abandonar la poca cordura que me queda cuando la tengo delante. Conozco su locura, así que no me sorprende que esté rondando mi puerta a las tantas de la madrugada. Ella es así. Niego con la cabeza mientras la miro sonriendo.
—Hola... -susurra con un suave hilo de voz apenas imperceptible. Necesito leer sus labios para adivinar sus palabras.
Su tono de voz sumado a la hora que marcan las agujas del reloj hacen que la preocupación me invada. Tal vez esta no sea una de sus locuras.
—¿Que haces aquí? ¿Estás bien? ¿Has bebido? ¿Ha pasado algo? -disparo una pregunta tras otra sin darle tiempo para contestar.
—Sssshh! Pareces mi madre cariño... -dice posando su dedo índice sobre mis labios. Y acto seguido lo que deja sobre ellos es un beso. Un dulce beso que me sabe a gloria.
—Patri, ¡son las cuatro de la mañana! ¿Que quieres que piense? -digo sin dejar de observar sus preciosos ojos —Además... Tu no tendrías que estar con tus...
Su dedo vuelve a aterrizar en la pista de mis labios impidiendo que mis palabras salgan a la luz. Me calla sin más. Pero me dedica una de sus sonrisas para quitarle hierro al asunto. Y sucumbo. Claro que lo hago. Me quedo prendada de ella y una sonrisilla de enamorada se adueña de mis labios. Porque si. Porque ellos solos, sin consultarlo con nadie, han decido sonreír.
—¡Vístete! Quiero llevarte a un sitio.
—Cielo, definitivamente te has vuelto loca.
—Malú, deja de quejarte. Tienes cinco minutos a partir de ya -dice tajante con un aire de mandona que me pone a mil.
Obedezco sin rechistar. Sé que acabará convenciéndome. Siempre lo hace. Subo hasta mi habitación. Me visto con lo primero que saco del armario. Una camiseta y un pantalón corto. Con este calor seria capaz de irme en ropa interior. Pero no es cuestión de ser portada hasta en los periódicos de la prensa internacional. Me convertiría en la Miley Cyrus española. Y ya no tengo edad para eso.
Mi chica continua en el mismo lugar que antes. Cuando me ve aparecer abre el primer cajón del recibidor y registra entre un montón de llaves que guardo allí. Sin pensarlo dos veces saca las de mi coche. Se apropia de ellas y me dirige de la mano hasta el vehículo. Desconozco el motivo, pero esta exultante. Y me encanta verla así. Así que sigo sin dudar cada una de sus indicaciones.
Subo en el asiento del copiloto. No tengo ni idea de donde vamos a las cuatro y pico de la madrugada. Lo único que tengo claro es que las ojeras de mañana me van a llegar hasta el suelo. Y odio mis ojeras.
Trato de adivinar a donde nos dirigimos. Pero me resulta imposible. La escasa señalización no ayuda demasiado en mi intento fallido por encontrarme. La oscuridad de la noche se apodera de la carretera por la que circulamos. Tanto que la mayoría del camino lo hacemos con las luces de largo alcance. Suerte que no nos cruzamos ni a un solo coche.
Y llegamos hasta donde ella quería. Nos detenemos en algún lugar del mundo. A saber en cual. No se ve absolutamente nada. La miro con cara extrañada. Patri se parte de la risa al verme así. Risa que me contagia sin saber por qué. Le encanta sorprenderme. Baja del coche. Abre mi puerta y me invita a hacer lo mismo.
—Cierra los ojos -ordena.
—Cielo, no se ve un carajo. ¿Crees que es necesario que los cierre?
—Hazme caso por favor.
Cierro los ojos. Y no es muy distinto a tenerlos abiertos. Oscuridad en cualquier caso. Noto sus manos posarse delicadamente sobre mi cintura. Me estremezco al sentirla. Doy pequeños pasos. Tan pequeños que Patri se encarga de acelerarlos. Y me acoplo a ellos. Camino con la confianza que solo ella es capaz de transmitirme. Podría caminar con los ojos cerrados al borde de un precipicio a cien mil metros de altura si fuera ella la que guiara mis pasos.
Paramos de golpe. Apoya su cabeza en mi hombro. Noto su respiración en mi cuello. Y eso me vuelve loca. Sonrío todavía con los ojos cerrados.
—Ya puedes abrirlos... -susurra en mi oído sin cambiar su posición.
Y lo hago. No sé donde estoy. No sé que lugar es ese. Pero tengo Madrid a mis pies. En pequeñito. Como si se tratará de una fotografía. Multitud de luces blancas iluminan ese precioso paisaje. Se distinguen a lo lejos los edificios más imponentes de la ciudad. Me quedo fascinada ante tanta belleza. Me encantan las ciudades de noche. No se que tienen... Pero algo tienen.
La miro sin decir nada. Mis palabras se han quedado pequeñas para enfrentarse a este momento. Así que me basta con compartir una mirada. Una mirada llena de complicidad. Sin decir nada le agradezco que me haya traído hasta aquí. El destello chispeante de sus ojos es casi más bonito que todo aquello. Está preciosa. Alumbrada solo con el fuerte reflejo de la luna. Acaricio su cara con suavidad y la beso lenta pero intensamente.
Sabe responderme a la perfección. Nuestras lenguas se buscan sin ninguna prisa. Saben que se van a encontrar siempre que lo deseen. Porque están destinadas a ser una sola. Igual que nuestros labios. Con ambas manos pego su cuerpo al mio. Y la siento complemente. Ni una sola pizca de aire seria capaz de pasar entre ellos. Y no me importa. Me quedaría así de por vida. Porque de esta forma me siento segura.
Pero es ella la que deja de besarme. Se sienta en el césped y me mira desde abajo. Abro sus piernas y me siento en medio de ellas. Dándole la espalda y utilizando su cuerpo como respaldo. Sé que le gusta. Besa mi cabeza y me rodea con sus brazos. Y ese gesto me mata lentamente. Consigue romperme en mil pedazos con las cosas mas insignificantes. Y no es la primera vez. He vivido multitud de momentos así con ella. Pero esta noche estoy sintiendo cosas a las que todavía no puedo ponerles nombre. Quizá sea magia.
—A veces vengo aquí cuando nos enfadamos -dice deshaciendo el silencio. —Observo los edificios, las luces, la inmensidad de la ciudad. Toda la gente que habita en ella... Y me pregunto por qué.
—¿Por que, que? -pregunto con curiosidad.
—¿Por que yo entre tantas personas?
Y esa pregunta llega de la nada quebrando todos mis esquemas. No me molesta. Al contrario. Y aunque me pilla desprevenida no necesito pensarla ni dos milésimas de segundo.
—Porque eres mi más bonita casualidad... Porque me enseñas cada día a ser mejor persona... Porque gracias a ti sé lo que es el amor... Porque muero cada vez que te veo sonreír.... Porque no imagino una vida en la que no estés tú... -susurro haciendo pequeñas pausas entre cada motivo.
Giro la cara para mirarla. Noto como traga saliva. Aprieta los labios y una lágrima recorre su mejilla. Está totalmente emocionada. Me sorprende su reacción. Pero a la vez me encanta.
—Te quiero mucho tonta -y sello mis palabras con un beso.
—Malú...
—Dime.
—Cásate conmigo.
………
Y ahora yo reto a la jefa @novelaconmalu a que continúe mi continuación. Jijiji No me mates...
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JAJAJAJAJAJAJAJAJA bueno, como habéis visto la señorita @Apruebadeti_ me ha retado a continuar su relato y yo, teniendo en cuenta que durante toda su continuación no he podido dejar de sonreír.... Acepto el reto. Dejaré claro que lo que yo he escrito como continuación NO TIENE NADA QUE VER CON LA TRAMA PRINCIPAL DE LA NOVELA. LO QUE PASE AQUÍ NO INFLUYE EN LA HISTORIA.
Y bueno, aquí os dejo mi continuación a la continuación. Espero que os guste:
5. Continuación de la continuación. @NovelaconMalu
Siempre he pensado que el matrimonio no sirve para nada. Que es un simple papel donde pone muchas cosas sin sentido,o quizás tienen sentido y yo no se lo encuentro. Y al final firman los involucrados, al igual que si compraras un coche o un piso. ¿Acaso el amor es comparable a una venta? Tengo miles de descripciones imperfectas para el amor, pero desde luego "compra" no está entre ellas. Lo único que podemos cambiar por el amor es más amor. Ni dinero ni otras estupideces. Creo que no es necesaria una firma para demostrar que quieres pasar la vida con la persona a la que quieres. Eso se demuestra con otras cosas posiblemente mucho más simples. Hechos. Besos. Palabras. Sonrisas. Mariposas en el estómago. Te quieros que recortan kilómetros. Un corazón desbocado a causa de un suspiro deseoso. Miles de opciones lejos del matrimonio. Porque cuando el tiempo pasa el papel se puede romper, y lo único que nos queda son los recuerdos de todas esas acciones.
La tengo enfrente. Mirándome a los ojos muy de cerca y pidiéndome con ellos una respuesta. Le brillan más que nunca, y eso ya es decir. Quizá es una de las respuestas más cortas de mi vida, un si o un no, pero también una de las más difíciles. Diga lo que diga va a traer consecuencias, y todas me dan miedo. ¿Para qué una boda? Ni siquiera me lo ha pedido con un anillo como el resto de la gente. Ella es especial incluso para pedir matrimonio. Al pensar esto se me escapa un sonrisa pequeña que provoca la suya. Y pasa. Pasa que me cuelgo de la curva de sus labios y me sumerjo en la inmensidad de su mirada.
Y ahí, teniéndola nerviosa junto a mi, me da por pensar en todo lo que hemos vivido juntas y los sentimientos que me ha transmitido en tanto tiempo. Ninguno tiene desperdicio. Ese "no te vas a librar de mi tan fácilmente" al que le di menos importancia de la que merecía. El primer roce de nuestros labios en la pista de skate que me enganchó a ella. Esa primera vez, con nervios e inseguridades pero repleta de magia. Todas las demás veces, de todo tipo: relajadas, fogosas, tiernas... Su infinidad de locuras, como cuando me llevó a esa piscina desamparada. Su debilidad al darse cuenta de que la ha liado, como cuando se emborrachó. La ilusión en nuestro rincón de Almería. Su sonrisa jugando con mi hermano pequeño. El dolor de nuestra primera y única ruptura, que sirvió para darnos cuenta de que lo nuestro es inquebrantable. El reencuentro en la fiesta, donde volvió a despertar mil cosas que creía muertas. Sentirme libre corriendo de su mano por Madrid. Perder con ella la cabeza, aunque estuviera saliendo con otra persona, o dentro de un probador mexicano. Notar como me descompongo en un hospital extranjero y disfrutar de la forma con la que me hace fuerte. El bienestar que siento en los viajes lejanos al poder abrazarla sin complejos.
Acabo de poner algunos de nuestros momentos juntas, pero podría seguir durante toda mi vida. Y toda mi vida quiero seguir sumando experiencias a su lado. Me ha dado tanto que me siento incapaz de negarle el matrimonio. Con papel o sin él, voy a quererla igual. Si algo nos ha enseñado el transcurso del tiempo es que nuestra relación es fuerte, y una ceremonia no la va a romper. Entonces, ¿por qué negarle mi mano? Empiezo a verle un poco el sentido a casarme. No es porque me guste a mi, es porque a ella le hará feliz. Y si hay algo que pueda sacarle una sonrisa, yo deseo llevarlo a cabo. Porque mi felicidad depende de la suya. Os juro que no me imagino subida al altar vestida de blanco. Eso no es para mi. En cambio, si a mi lado está ella, también vestida de blanco y con esa sonrisa que enamora, no tengo ninguna duda de que quiero hacerlo.
Y me pregunto... ¿A cuánta gente le habrá pasado esto? Te tiras toda la vida renegando del matrimonio porque no le ves sentido hasta que, de pronto, alguien te hace entenderlo. Entender que detrás de las firmas en un papel hay dos personas que se quieren y, sobre todo, que quieren pasar la vida juntas. Entender que hay cosas que no las haces porque te hagan directamente feliz a ti, pero te aportan felicidad al saber que otra persona las va a disfrutar.
-Por favor, responde. - Se ríe de manera nerviosa. No sé cuanto tiempo llevaré sumida en mis pensamientos. - Sé que nunca has creído en el matrimonio pero...
-Sí, quiero. - La interrumpo. Se queda bloqueada, con los ojos abiertos y mi mano entre las suyas. - Sigo pensando que ese papel no va a hacer que duremos más. Pero también sé que no va a hacer que duremos menos, simplemente por el hecho de que lo nuestro no va a acabar nunca. Así que... Quiero.
Más brillo en los ojos. En los míos y en los suyos. Se apresura hacia mi boca y me besa. Besos lentos. Rápidos. Cortos. Largos. Intercalando te quieros. De todo tipo. Sé que no me he equivocado al dar esa respuesta, aunque sólo sea por ver esa reacción. No me voy a arrepentir porque la he hecho feliz, y eso es lo que más me llena en esta vida. Por su mejilla desciende una lágrima de felicidad, y cuando me quiero dar cuenta estoy llorando como una loca.
-¿Estás segura? - Me pregunta aún sobre mis labios.
-Al principio no, ahora si, y quién sabe qué pensaré luego. Pero, ¿desde cuándo la seguridad nos ha dado cosas bonitas? Casi todo lo bueno que hemos vivido ha sido gracias a tus locuras, y presiento que esta vez no va a ser menos. Te quiero y quiero hacerte sonreír todos los días.
- Te prometo que lo haces. - Vuelve a besarme, ahora mucho más sutil. Me da las gracias con cada movimiento de sus labios sobre los míos, pero lo que no sabe es que las gracias se las tengo que dar yo a ella, por miles de razones que creo innecesario enumerar. - Te quiero.
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Como ya he avisado, no se van a casar realmente en la novela. Sólo lo he escrito por el reto. Muchísimas gracias a los participantes y espero que me sigan llegando textos. ¡Gracias! :')
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