miércoles, 3 de septiembre de 2014

BUSCANDO LA RESPUESTA EN LAS OLAS. (2x09)

Narra Patri. 

-Brindemos. - Marta coge un par de copas y me tiende una. 

-¿Por qué?

-Por estos dos días que hemos pasado aquí, lejos del agobio de Madrid. 

-Y porque volvemos a la capital con energías renovadas para conseguir cualquier cosa que nos propongamos. 

Asiente y con una sonrisa hacemos chocar nuestras copas. Saboreo la bebida y me sabe a ganas. Porque he pasado dos días en Valencia geniales que me han servido para tener las ideas claras y destensarme, pero ahora tengo ganas de llegar a casa y arreglar lo que he estropeado. O lo hemos estropeado ambas. Me da igual quién sea la culpable, lo que tengo claro es que voy a tomar cartas en el asunto. Me niego a perderla porque no estoy preparada para ello. Y también me niego a que por una tontería estemos distanciadas. Ella forma parte de mi corazón y sacarla de ahí sería como estar muerta en vida. O quizás simplemente muerta. 

Dejo la copa en una pequeña mesa y me tiro de cabeza al mar. Desde un yate las cosas se ven con otra perspectiva. La familia de Marta tiene importantes empresas alimenticias, por lo tanto no escasea el dinero. Fuimos a Valencia porque la joven nació allí, y en cuanto su tío se enteró de que íbamos nos dejó un piso cerca del puerto y un pequeño yate. Le dijimos que no hacía falta, pero se empeñó. Y menos mal que acabamos cediendo, porque nos gustó tanto que hemos pasado casi los dos días enteros en el mar con unas vistas magníficas. Me declaro completamente fan del lugar en el que el agua se junta con la inmensidad del cielo en el horizonte. 



-¿No te metes? - Pregunto desde el agua. 

-No, prefiero tomar el sol. - Está tumbada en el suelo del yate, con el cuerpo embadurnado de crema y unas gafas de sol que le ocupan media cara.
 
-¿Para ponerte morena? - Me responde con una risa que significa que sí. - ¡Venga ya! ¡Si te pones más morena vas a parecer un conguito! 

-Tú el conguito de chocolate blanco y yo negro. 

-Imbécil, que he cogido color. 

-Claro, el blanco también es un color. - Carcajea sola orgullosa de su broma. Subo al yate por la pequeña escalera, intentando hacer el menor ruido posible y me acerco a ella para escurrirme el pelo en su cuerpo sin que se lo espere. - ¡Joder! ¿Qué haces? ¡Te mato!

-Sólo es agua, nena. - Bufa y se pasa la toalla por el cuerpo. Me bajo unos milímetros la parte de abajo del biquini. - Mira, ¿ves cómo se nota la marca del moreno? 

-Eh, eh. ¡Para! - Se tapa los ojos. - El streapteas te lo reservas para tu novia. No quiero que me tenga más manía de la que me tiene. 

-Estás muy graciosa hoy, ¿no?

-Hay que ponerle a las peores rachas las mejores sonrisas. 

Para ella también está siendo una etapa dura. Conoció a una chica hace unos meses y no tardó nada en enamorarse de ella. Al parecer es un par de años mayor que Marta y trabaja en un colegio. Tenía novio, pero al conocer a mi ex le dejó. Lo dejó casi todo por ella. Triunfó el amor más allá de lo físico. Se alejó incluso de su familia. Vivían una historia de amor de esas que quiere vivir cualquiera, donde sólo importa que quieres, que te quieren y que todo lo que te rodea puedes relacionarlo con la persona a la que quieres. Pero el día de mi fiesta las cosas fallaron. Celia, así se llama la chica, había hablado con su familia y las dudas de si lo que hacían estaba bien o mal le impedían seguir con la relación al cien por cien. Llamó a Marta llorando para cortar con ella. "Te quiero, pero no sé sí seré capaz de enfrentarme a mi familia por esto." Eso le dijo. De ahí la borrachera, los besos con el chico y la lágrimas de más tarde. 

-¿Cuáles son tus planes para cuando volvamos? - Pregunto tumbándome a su lado para exponerme al sol. 

-Voy a recuperarla. Me niego a perderla. Dejó por mí una relación de años con un hombre, ¿y ahora le va a temer a su familia? Para nada...

-¿No conoces a sus padres?

-No se ha atrevido a presentármelos. Conocí a su hermano y es un encanto. 

-Ya tienes a alguien de la familia ganado. 

-En realidad me la tengo que ganar a ella. Si me quisiera realmente no tendría dudas. 

-No seas extremista. Por lo que me has dicho te quiere. Sólo necesita tiempo y comprensión. 

- Daré lo que haga falta por Celia... - Suspira. - ¿Y tú? ¿Qué harás?

-No rendirme. Voy a plantarme en su casa hasta que se de cuenta de que la quiero. Necesito aprender a quitarle esos celos. 

-Dile claro todo lo que sientes...

-Siempre se lo he demostrado... ¿No vale? - Se encoge de hombros. No sabe qué decir, y yo menos. 

Pensar en volver a Madrid me provoca miles de temblores. A mí, que nunca tengo miedo a nada. A mí, que tendría que pisarme un elefante para derrumbarme. Pero bueno, ya todo el mundo sabe que Malú es mi debilidad. Por ella tiemblo, sangro, grito, río... Lo que sea. Ella lleva al extremo cada uno de mis sentimientos. Puedo estar radiante de felicidad o sumirme en la peor depresión imaginable. Calderón de la Barca dijo una vez que si el amor no es locura, no es amor. Al leer eso me paro a pensar y llego a la conclusión de que nosotras nos amamos. Porque perderme en sus besos es locura. Encontrarme en sus ojos es locura. Cómo me revoluciono al ver su sonrisa es locura. Pero, si nos hace querernos de este modo... ¡Bendita locura!

Al día siguiente, con maletas en mano, ponemos rumbo a Madrid. Nos vamos al poco de que el sol se deje ver porque por la noche empiezo mi nuevo trabajo. Fotografiar a Dani Martín. Aún me cuesta creérmelo. Hemos quedado en un garaje de las afueras para hacer la sesión. He perdido la cuenta de los mensajes que he recibido en estos días recordándome horas, lugares o estilismo. Quizá parece agobiante, y puede llegar a serlo, pero es lo que me gusta hacer y disfruto con ello.
 
-Muchas gracias por estos dos días. - Salgo del coche para ayudar con su maleta. 

- Gracias a ti por invitarme. - Dejo sus cosas en el suelo y la abrazo con fuerza. Entre nosotras no queda amor de pareja, pero fue la primera mujer a la que quise con tanta intensidad, y eso se quedará ahí para siempre. Es muy especial. - Mucha suerte con tu chica. Ya me contarás. 

-Lo mismo digo. 

Le doy un último beso en el moflete y vuelvo al coche. Pongo rumbo directamente a casa de Malú. No quiero ni pasar por la mía por miedo a arrepentirme. ¿Qué me depara? No lo sé. Puede cerrarme la puerta en la cara, besarme nada más verme, o quizá ni me abre. Pero tengo que descubrirlo antes de que las dudas me hagan enfermar. 

Cuando llego a la puerta de su chalet veo su coche, por lo tanto sé que está dentro. Llamo al timbre lo más decidida posible, que no es mucho, pero sí lo necesario para pulsar. No escucho a los perros ladrar y eso me extraña. Quizás estén en el jardín o ha salido a dar una vuelta. Observo la hora. Las 13:53. No es momento de pasear a los animales. De pronto escucho algo al otro lado. La puerta no se abre pero sé que está ahí. Lo noto. Es como una presión que incluso hace que de un paso hacia delante, quedando a milímetros de la madera que sigue sin abrirse. 

-Ábreme. - Le ruego sin obtener respuesta. - Tienes la mano en el pomo, seguro. Gírala. - Pasan los minutos haciéndose eternos. - Pues espero que este felpudo tan mono sea cómodo, porque no me pienso ir. 

Sin más, me siento en el suelo con las piernas cruzadas y la espalda apoyada en la pared. No me voy a ir. No sólo porque quiera arreglar lo nuestro, también porque necesito que su sonrisa me ilumine el túnel, a ver si de esa forma logro guiarme entre sus calles. Quiero ver sus ojos y escuchar su voz, aunque sea para mandarme a la mierda. En definitiva, me muero por saber lo que piensa. Desbloqueo el móvil y pongo su música al mayor volumen posible. No le gusta nada que lo haga porque le da vergüenza, prefiere cantarme al oído, y la verdad es que me siento una afortunada por ello. 

-Te va a dar una insolación. - Por fin su voz. Cómo la añoraba en directo. No abre, pero al menos habla. Es un paso más. 

-Será por tu culpa. No te voy a negar que estoy sudando como un pollo y me puedo marear en cualquier momento. - Es mentira, pero tengo que usar todas mis armas para intentar debilitar su orgullo. - Podrías sacarme una vaso de agua. 

-Como mucho te saco el cuenco de Danka. - Río silenciosamente para que no se de cuenta. Hasta enfadada me encanta su humor. - Quita la música, por favor. 

-No quiero. "Te abriré las puertas del alma de par en par, dispuesta a hacer todo a tu voluntad." - Empiezo a entonar la canción que suena en ese instante con el objetivo de desesperarla. Que se rinda y me abra. Canto más alto. Sé que en ese instante me odia. Y, al fin, abre la puerta. Me quedo mirándola sin atreverme a mover ni un músculo. Va descalza, con una camiseta de tirantes ajustada y un pantalón corto. Preciosa, aunque se ponga lo que se ponga lo estará siempre. Incluso cuando no se pone nada. 

-Si no entras rápido vuelvo a cerrar la puerta. - Me pongo de pie dando un salto y entro apresuradamente. Cierra la puerta y se gira para mirarme. En serio, echaba demasiado de menos tenerla a dos pasos. Estoy segura de que lo hace sin querer, pero se le escapa una diminuta sonrisa. Entonces me apetece besar sus labios. Me abalanzo hacia ellos y sólo consigo impactar contra su mejilla debido a que se gira bruscamente. Me sienta como una puñalada que me niegue ese beso. - No vayas tan rápido, tenemos que hablar. 

-Yo no quiero hablar. - Cojo aire con fuerza y luego lo expulso por la boca. - Quiero sentirte. 

-Ya, pero resulta que mientras estábamos enfadadas te has ido a la playa con tu ex. - Sonríe irónicamente. - ¿Te lo has pasado bien?

-¿Sabes por qué me fui? Para intentar aclararme las ideas y ver cómo solucionar lo nuestro. ¿Y sabes lo que he hecho allí? Pensar en ti y en lo mucho que te necesito. 

-Es curioso porque me dices eso pero, en cambio, has estado tomándote copas en medio del mar. - La miro extrañada, sin entender cómo sabe eso. - Joder, Patri. Que tienes Twitter y subiste una foto de unas copas en un barco. - Tiene razón, no me acordaba de eso. Siempre tan atenta... Para bien y para mal. 

-Pues si has visto la foto también habrás visto la frase que la acompañaba. - Se queda pensativa y niega con la cabeza. -Sólo ves lo que te interesa. 

-Me cabreé tanto al verlo que lo cerré de golpe. - Protesta rápidamente. - Venga, dime qué ponía. 

-"Ojalá las olas del mar sepan susurrarme cómo arreglar esto, por ahora sólo me dicen que no sea tan tonta como para dejarte ir." - Recito el tuit porque me acuerdo perfectamente. 

-Tú y tus frases. - Sonríe de lado y me mata. Necesito más. Avanzo un poco y cojo sus manos. - Escúchame. - Tiene la cabeza hundida. - Yo te quiero a ti. 

-¿Y por qué tratas a Marta de esa forma? - Esa es la pregunta que menos me gusta y que no me apetece responder. Al menos no ahora. Recordar ese momento tan doloroso de mi pasado quema por dentro. 

-Simplemente sé que se lo hice pasar mal... - Cambio de tema radicalmente antes de que siga pidiendo explicaciones. - Ahora tiene novia. El día de la fiesta lo dejaron y por eso estaba así de mal, pero quiere volver. Está muy enamorada. - Empujo su cabeza hacia arriba para que me miré a los ojos. - Como yo. Estoy enamorada de ti. Quiero dejar zanjado el tema de Marta porque me duele que te lo tomes así. Es sólo mi amiga. ¿Vale? - Asiente sacando una pequeña sonrisa. - Esa mini sonrisa no me vale. Déjame claro que se acabaron los celos. 



Sonríe entonces con más ganas y me besa, poniendo sus manos a cada lado de mi cara. Me pongo nerviosa como si fuera nuestro primer beso. Mariposas, gusanos, arañas... Todos dan vueltas por mi cuerpo haciendo que me estremezca. Dos días sin probar sus labios y ya echaba de menos su sabor, su movimiento, su forma de hacerme sentir frágil... Ha elegido la mejor forma de dejarme claro que ya no hay celos. Cuando sobran las palabras y es el corazón el que manda no hay nada más que hacer. Un beso. Un simple beso nos da la respuesta. Yo no entiendo de muchas cosas en está vida, pero de lo que sí sé es de lo que se siente al estar enamorada. Y sé lo tengo que agradecer a ella. 


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¡Hola, chicos! He subido el capítulo ahora porque me la ha pedido por Ask alguien diciéndome que había pasado un día pésimo. Por lo tanto, creo que se merece que se lo dedique. Ya te lo he dicho, pero repito: no dejes que nada ni nadie te quite la sonrisa. De verdad, os lo digo a todos, hay que ser feliz. Nos pase lo que nos pase, debemos sentirnos afortunados por seguir en el camino de la vida. Hay momentos malos y momentos buenos. En los buenos se disfruta y aprecian. A los malos hay que plantarles cara. Mirar fijamente al problema y decirle que eres fuerte y que no vas a dejar que te hundan. Incluso podéis decirlo en voz alta. Hay una frase en este capítulo que dice: "Hay que ponerle a las peores rachas las mejores sonrisas". De verdad pienso que esto es así. Con una sonrisa, una risa, un "quiero ser feliz" rondando por nuestra cabeza... Las adversidades se pasan mucho más fácil. ¿Veis? Me encanta enrollarme JAJAJAJAJA. Simplemente me apetecía escribir esto... Si habéis llegado hasta aquí es que me tenéis algo de aprecio jajajaja

Bueno, espero que os haya gustado el capítulo. Muchas gracias. 

¡Vamos a sonreír! 

@NovelaconMalu

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