domingo, 17 de agosto de 2014

INEVITABLE Y DESGRACIADAMENTE CELOSA. (2x05)


Narra Malú. 

-Sí, Marta. Es mi amiga y me apetecía invitarla. - Me responde tan tranquila. 

-No, de amiga nada. - Cojo un cigarro nerviosa y lo enciendo. 

-¿No puedo ser su amiga? Que tuviéramos algo en su momento no quiere decir que vaya a pasar nada. - Bufo y me levanto para asomarme a la barandilla. Intento tranquilizarme entre calada y calada. 

- ¿Cuándo volvisteis a hablar? - Pregunto. Noto que se mueve y segundos después la tengo abrazándome por la espalda, dejando caer delicados besos en mis hombros. 

-Vino al funeral de mi abuela. De vez en cuando hablamos por el móvil y ya. No te dije nada porque ni me acordé, es una tontería. 

-No sé, Patri. - Suspiro y observo Madrid a mis pies. Siento vértigo y no es por la altura. - La verdad es que no me hace gracia que tu primer amor venga a la fiesta. 

-Joder, Malú. - Se pone seria y me obliga a darme la vuelta. No me abraza. No me toca. La distancia que nos separa es pequeña pero a mi se me hace inmensa. - Fue mi primer amor, sí. Pero ahora es una amiga, no hay más. No entiendo a qué vienen estos putos celos. 

Prácticamente grita las últimas palabras y yo me siento diminuta. En cuanto se da cuenta de que se ha pasado, alarga el brazo para acariciarme pero se lo aparto de un manotazo y desaparezco con paso firme. Porque si ella se pone así de borde, yo más. No es ningún secreto que a veces me puede el orgullo. Me encierro en el baño dando un portazo que resuena por toda la casa y echo el pestillo. Ando apresuradamente de un lado para otro intentando recuperar el control. Pero es que no soy capaz de entenderlo. Un primer amor es especial. Es esa persona con la que aprendiste a amar y compartiste tus primeras experiencias. Sé que al mirarla recuerda cosas del pasado y me comen los celos. No conozco a Marta personalmente, pero me había hablado de ella en algunas ocasiones, siempre con una sonrisa en los labios. Hasta ahora no le había dado mayor importancia porque estaban lejos la una de la otra, pero ahora las cosas han cambiado. Marta ha vuelto y me desespera saber que han vivido una bonita historia juntas, porque ahora van a poder recordarla. No tardo en escuchar a Patri al otro lado de la puerta. Me pide perdón y suplica que le abra, pero no obtiene respuesta por mi parte. 

-¡O me abres o tiro la puerta abajo! - Grita con todas sus fuerzas. Por un momento dejo de escucharla, pero la serenidad dura poco. - Apártate. - Obedezco casi sin darme cuenta y ella comienza a golpear fuertemente la puerta. No me lo creo. 

-¿Eres imbécil? - A pesar de que lo chillo creo que no me escucha. - Te vas a hacer daño, ¡joder! - Poco a poco van cediendo los tornillos del pestillo ante mi atónita mirada. - ¡Para de una puta vez! - Y me hace caso, pero porque ya se ha salido con la suya. Ha abierto la puerta. Irrumpe en el baño sudorosa y con el pelo alborotado. 

-Ahora escúchame. - Viene hacia mí y coge mis manos. No hay dulzura en sus gestos, simplemente protesta. - Yo te quiero a ti y me da igual Marta. Es mi amiga. Va a venir a la jodida fiesta, la vas a conocer y verás que no hay de qué preocuparse. ¿Entendido? - Joder. No sé si habré entendido o no, lo que sí tengo claro son las enormes ganas que me han entrado de comerle la boca. 

-Cielo, te has cargado la puerta... - Sonrío tímidamente y se da la vuelta para comprobarlo. Lo ve y se empieza a reír nerviosa, como si se acabara de dar cuenta de lo que ha hecho. - Estás loca. 

-La culpa es tuya por...

No la dejo acabar. Giro su cabeza y la beso ansiosamente sin que se lo espere. Al principio no reacciona, sólo se deja besar, pero no tarda en seguirme el juego. Su lengua entra en acción. Con las manos por debajo de mi camiseta, como tanto le gusta, me atrae consistentemente hacia su cuerpo. Le saco la camiseta por la cabeza y sigo con mi recorrido de besos por su cuello. Respiro en su oído y muerdo su oreja, acelerándole la respiración. Se deshace de mi camiseta y me acaricia cada desamparado milímetro de la piel. Entonces bajo mi mano hasta debajo de su ombligo y... llaman a la puerta. Y es imposible ignorarlo porque suena decenas de veces. 



-Joder, ¿quién cojones es? - Si a mi me ha sentado mal, a Patricia peor. Se queja mientras vuelve a ponerse la camiseta torpemente. 

-Es Paula. 

-¿Paula?

-Sí, viene a maquillarnos y peinarnos para la fiesta. 

-Gracias por avisar, cielo. - Me saca la lengua y se va corriendo a abrir. Y yo me quedo en el baño para refrescarme porque el calor que tengo es similar al que se siente cuando te acercas al sol. 

Mientras Paula maquilla y peina a mi chica, yo me voy a mi casa para coger la ropa de la fiesta. A lo tonto llevo casi dos días sin pasar por ahí. Y lo más importante: dos días sin ver a mis perros. Menos mal que mi hermano vive cerca y les da de comer cuando se lo pido. Nada más abrir la puerta todos los animales se abalanzan sobre mi. Tengo que hacer mil maniobras y esquivar muchas patas para evitar caerme. Me lamen tanto que posiblemente me hayan borrado capas de piel. Voy con prisas, pero no me puedo resistir y salgo a dar un paseo con ellos. Tomar el aire nos vendrá bien a todos, o esa es la excusa que me pongo. Cuando regresamos a casa lo hacemos cansados y con la lengua fuera, tanto ellos como yo. Les pongo agua y beben como si no hubiese un mañana. Hemos corrido y jugado hasta la fatiga. Definitivamente sí necesitaba ese tiempo con mi zoo. No pensar, no recibir llamadas. Simplemente disfrutar con ellos. 



Tras darme una ducha rápida y coger la ropa para la noche, vuelvo a montarme en el coche con destino a casa de mi novia. Últimamente paso más tiempo allí que en mi chalet. La idea de vivir juntas ha salido en varias ocasiones, pero terminamos descartándola siempre porque ni ella va a dejar su nuevo ático, ni yo puedo meterme en su casa con todos mis animales. Así que por ahora vivimos así, alejándonos del refrán que dice que la convivencia mata a las parejas. Aunque tiene que ser bonito compartir hogar con la persona a la que quieres y sé que algún día nos lanzaremos a hacerlo. 


-Tía, ni te imaginas lo guapa que ha quedado Patricia. - Paula me recibe así cuando llego a casa de mi chica. - Corre, está en el baño. 

-No sé yo... Los milagros no existen. - Alzo la voz para que me escuche mientras subo las escaleras hacia la segunda planta. 

Cuando entro al baño se gira para verme y estoy a punto de desplomarme. Si pensaba que ayer iba guapa, no os imagináis cómo va hoy. Su sonrisa y sus ojos son lo único que existe en ese momento. Y realmente pienso que si pusiera en cualquier guerra una de sus sonrisas todos los ojos se clavarían en ella y las armas caerían al suelo. Porque ella es así. Es capaz de lograr lo impensable. Incluso la veo capaz de encontrar el principio y el final del jodido infinito. Hace rato que no parpadeo porque no quiero perderme su imagen ni por una milésima de segundo. Tampoco respiro y eso sí es un problema. Su pelo rubio forma unos perfectos bucles en los que me encantaría sumergirme. Lleva un vestido largo por detrás y corto por delante de color verde que complementa con un fino cinturón que se amolda perfectamente a su cintura. Va preciosa dejando ver sus kilométricas piernas. 



-¿Tan mal voy? - Se acerca a mi riéndose. 

-Estás increíble... - Admito. - A todo el mundo se le va a caer la baba cuando te vean.

-No te pases. - Murmura. - Tú también vas a la fiesta y eres especialista en ser el centro de todas las miradas. 

-No digas tonterías. - Me acerco a su boca poniéndome de puntillas. Lleva unos tacones más altos de lo normal. - Es tu fiesta y vas a brillar más que nadie. - La beso dulcemente. 

-¡Venga tortolitas! - Paula da palmadas desde la puerta. - Patricia quítate el vestido que se mancha. Y vamos a comer que se hace tarde y también tengo que arreglar a Malú. Menos besos.
 
-Mira que eres mandona. - Me quejo.

- De mandona nada, es que también tengo que vestirme yo. - Hablaba muy rápido. Patri y yo nos mirábamos y reíamos. Apenas la escuchábamos. Nuestros ojos se habían imantado y no veía la forma de despegarlos. - No nos va a dar tiempo a nada. 

Finalmente decidimos hacerle caso y ponernos manos a la obra. Patri prepara para comer solomillo a la pimienta. Siempre ha sido uno de sus platos estrella. No sé cómo lo hace porque no me deja estar presente, dice que es secreto de familia, pero la salsa que le echa es inmejorable. Después me toca pasar por las manos de Paula. Le pido que no se exceda con el maquillaje y así lo hace. Lo justo para ir lo suficientemente arreglada. En el pelo más de lo mismo, mis ondas habituales un poco más peinadas de lo normal. Me pongo una falda de cuero negra con una camisa blanca semitransparente. Las dos me dicen que estoy genial y un sinfín de piropos más. Pero no estoy tan guapa como mi chica, ni quiero estarlo. Quiero que todos los asistentes de la fiesta la miren a ella. Sentirme orgullosa de tenerla a mi lado y disfrutar pensando que soy poseedora de la perfección en su estado físico.


 
Cuando entramos al local, de la mano, se hace el silencio y las luces cambian de color. Segundos después todos los invitados empiezan a cantar el 'Cumpleaños feliz'. Patricia no se lo espera. Le entra la risa tonta y yo me limito a mirarla admirada. La gente aplaude y nosotras vamos saludándolos uno a uno. Yo creía que sería mala idea juntar a famosos con los amigos de mi chica, pero me equivocaba. Miro de un lado a otro y me doy cuenta de que han congeniado a la perfección. Nos acercamos a un grupo de chicas jóvenes y Patri me susurra al oído que no me ponga nerviosa, así que supongo que voy a conocer a Marta. Y no puedo hacerle caso, irremediablemente me pongo de los nervios. Rápidamente todas las chicas envuelven a la fotógrafa en un inmenso abrazo. Yo me quedo a un par de pasos para no molestar y las analizo con la mirada para ver si descubro quién es ella. A algunas ya las he visto en otras ocasiones, sólo hay tres que no me suenan. 

-Ven. - Patri me tiende la mano. - Chicas, Malú y yo hemos vuelto. - Todas aplauden y me muero de vergüenza. - La mayoría ya la conocéis. - Voy dándole besos a todas mientras me va diciendo los nombres hasta que sólo queda una. - Y por último, Marta. 

-Encantada. - Intento ser lo más amable posible con ella, porque por ahora no me ha hecho nada. Es morena, más alta que yo y con los ojos oscuros. - Espero que os lo paséis muy bien. 

-¡Bailad algo con nosotras! - Dice Susana. Patri acepta encantada. 

-Cielo, yo voy a hablar con Vane que tenía que contarme algo. - Le doy un rápido beso y me despido de las demás con la mirada. - Luego nos vemos, chicas. 


La noche va transcurriendo entre bailes, copas y entretenidas conversaciones. Con un poco de alcohol todo el mundo es más divertido. Rubén y José se han hecho con el control de la música y ponen lo que las da la gana. Incluso ha sonado una canción de niños que la gente ha bailado sin tapujos. También ha sido divertido ver a Pastora y Vanesa subir a un pequeño escenario para cantar una extraña felicitación improvisada, o Antonio Orozco y Patri bailando reggaeton encima de la tarima. Creo que ya no queda nadie en su sano juicio. Y cuando pienso que no puede pasar nada más sorprendente, veo a mi chica subir al escenario y carraspear. Me espero lo peor. 

-Malú, sube que te tengo que decir una cosa. - No va borracha, simplemente contenta, pero me niego a subir porque tengo miedo de sus actos. - ¡Por favor!

-¡Qué suba, qué suba! - Todos corean y acabo cediendo. 

-Bueno, deja de ponerte roja que parece que vas a explotar. - La gente se ríe y yo me pongo más colorada. Me coge de la cintura acercándome a ella. - Yo sólo quiero darte las gracias por llegar a mi vida hace años. Si no fuera por ti no sé dónde estaría. Me hiciste poner los pies en la tierra y tener algo por lo que preocuparme y luchar. Hace poco más de un año nos perdimos la una a la otra y lo recuerdo como el peor momento de mi vida, y ahora que nos hemos recuperado no pienso ser yo la que te pierda. Cariño, que tu risa me da la vida y tus lágrimas, si son de alegría, también. - Justo me aparta una gota que desciende por mi mejilla. - Ayer me decías que nos estábamos volviendo unas ñoñas y tienes toda la razón. - La gente se ríe junto a nosotras. - A veces siento que no soy suficiente para ti, pero afortunadamente en esta vida no eliges de quién te enamoras, y a mi me tocó la lotería contigo. Te quiero, Malú. 

Nos besamos y la gente se vuelve loca aplaudiendo y vitoreando. Y no es para menos. Estoy tan feliz que no tengo palabras para responder. Ella lo sabe y simplemente me deja manchar su hombro con lágrimas. 

-Te quiero mucho. - Murmuro en su oído. Me da un beso en la frente y vuelve a ponerse el micrófono en la boca. 

-Y bueno, yo no canto tan bien como ella. - Se dirige a la gente. - Pero me apetece cantar una canción con la que siempre pienso en ella. 

-¿Vas a cantar? - Asiente y me pongo a reír. Mi hermano sube al escenario con la guitarra para acompañar su voz, y a mi me traen una silla para que me siente a escucharles. En cuanto toca las cuerdas sé de qué canción se trata porque la ha cantado muchas veces. Lo que nunca me había dicho es que le recuerda a mi.
 
- 'Asegurarme tu sonrisa es mi rutina preferida...' - Es 'Mi rutina preferida' de Miss Caffeína. No canta bien, tampoco mal, pero lo hace con todas sus ganas por mi, y eso me parece mejor que la voz de la mismísima Adele. - 'Quizás el mundo no es de todos. Es tuyo y mío,
es mío y tuyo, nada mas...' 

Link de la canción: http://youtu.be/QnUSvLhWmRY

Cuando para de cantar ambas tenemos los ojos inundados en lágrimas, e incluso algunas personas también tienen que coger los pañuelos. Y es que soy incapaz de borrarme la sonrisa de la cara. Cuanto más la miro más consciente soy de que sólo puedo ser feliz a su lado. Entre aplausos bajamos del escenario agarradas de la cintura. Os prometo que en cuanto rozo su cuerpo me siento segura, esté donde esté. 


Entra la madrugada y todo sigue igual de genial. Estoy tomando algo en un sofá con la banda cuando Patri aparece pidiéndome con prisas que vaya con ella. Me lleva a un extremo de la barra desde donde vemos cómo Marta se lleva un chupito a la boca. Por su aspecto deduzco que no es el primero, ni el segundo, ni probablemente el tercero. Además hay un chico con ella. Ambos se devoran. No creo que a eso que están haciendo se le pueda denominar "beso". 

-Lleva casi una hora sin parar de beber. - Mi chica confirma mis pensamientos. - Y además no se quita a Roberto de encima. 

- Tampoco parece que quiera que se vaya... 

- Malú, que es lesbiana. 

-Yo era hetero y mírame, loquita por ti. 

- ¿Puedes ponerte un poco seria? - Suspira y se lleva las manos al pelo. 

-¿Pero qué quieres que haga? - Subo el tono de voz. - Cualquiera diría que estás celosa, coño. 

-La única celosa aquí eres tú. Yo sólo quiero ayudar a una amiga que la está cagando. - Sé que es verdad, que vuelvo a estar celosa, así que trato de respirar antes de hablar.
 
-¿Y cómo vas a ayudarla? 

-No lo sé... Creo que lo mejor será que me la lleve a casa. - Palidezco y deseo no haber escuchado lo que me acaba de decir. 

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