-O me dices ya qué pasa o me va a dar algo. - Espeto de pronto. No aguanto más esa situación de tensión. Ella resopla y juega con el anillo de plata que rodea su pulgar.
-Necesito que me hagas las fotos de promoción de mi nuevo disco. - Podía haber dejado volar mis ideas por cualquier parte y jamás se me hubiera ocurrido eso. No es que fuera malo, pero desde que salió del armario hemos hablado mil veces de que no vamos a mezclar el trabajo con nuestra relación. A ella eso le ha dado igual siempre, he sido yo la que quise dejar claro ese aspecto. No mezclar las cosas para que no hubiera malentendidos ni entre nosotras ni con personas externas que hablaran de preferencias o trapicheos. Quiero llegar lejos en la fotografía, todo lo que pueda, pero no a costa de mi relación con la mejor voz femenina de España.
-Ya sabes que no...
-Lo sé, lo sé perfectamente. - Me interrumpe. - Pero te lo pido como un favor. El chico con el que iba a hacerlo ha tenido un accidente de moto y no puede. Sabes que si no fuera urgente no te lo pediría...
-No sé, Malú. ¿No hay otra opción? - Cada vez está más nerviosa. Su pierna ha cogido un ritmo tan rápido que me va a taladrar el suelo.
-No la hay. Nos exigen que presentemos las fotos pasado mañana y no tenemos tiempo para encontrar a otro buen fotógrafo. - Me dispongo a decir algo, pero me corta antes de que pueda hacerlo. - Sí, existe la opción de coger a un fotógrafo peor, pero ni mi equipo quiere ni puedo hacerlo... - Justo lo que iba a proponer. Me conoce demasiado. - Es algo importante. Son fotografías de promoción para un disco y no pueden salir mal. Si se tratase de un proyecto para una revista estaría encantada de coger a otro, pero no. Necesito a alguien eficaz y tu eres la mejor que conozco.
-Está bien, está bien. Lo haré.
-¿De verdad? - Se inclina hacia mi con los ojos iluminados y una sonrisa que habla sola. No puedo evitar sonreír yo también y asentir con la cabeza. Inmediatamente se lanza a mis brazos y ambas caemos sobre el sillón. Me da besos hasta perder la cuenta. Está tan feliz que no controla sus movimientos y nos tira a ambas al suelo. Se ríe y me río, como siempre desde hace mucho tiempo. Es una buena forma de vivir.
-¿Cuándo empezamos? - Pregunto mientras me siento en el suelo.
-En cuanto vuelvas de trabajar. - Abro los ojos de par en par.
-Cari, llego de trabajar a las nueve de la noche.
-Ya lo sé, pero es cuando teníamos pensado hacerlo y no podemos retrasarnos. ¡Tenemos dos días! En esta noche tenemos que hacer las fotografías y las tienes que haber editado para pasado mañana. ¿Podrás? - Es muchísimo trabajo. Por un momento me duele la cabeza y me agobio. Pero es por ella, y por ella convierto todas las cruces en caras, y convierto todos los imposibles en realidades.
-Claro que podré.
Vuelven a llover besos de su agua sobre mi cuerpo. Me pasaría así todo el día, o toda la vida, pero ambas tenemos cosas que hacer. Malú se va a hablar con todo el equipo. Tiene que darles la noticia de que ha conseguido que sea yo lo que haga las fotografías. Me dice que en un rato me pasará lo que el otro chico ya tenía preparado para que, sobre eso, yo me pueda mover y hacer algo similar pero con mi estilo. Y no sé de dónde voy a sacar el tiempo. Salgo de trabajar a las ocho y a las nueve he quedado con el equipo de Malú para empezar la sesión.
De camino a la revista todo ese estrés se agolpa en mi cabeza y sale a la luz con un inmenso dolor. En cuanto llego, lo primero que hago es tomarme una pastilla. Tengo demasiadas cosas que hacer y no puedo limitarme por el dolor. Entro al despacho del jefe con mis carpetas y mi cámara y me lo encuentro en la misma postura de siempre: sentado frente al ordenador, seguramente jugando a algún juego.
-¡Hombre, mi fotógrafa preferida! - Me mira por encima de las gafas. El hombre es un vago, pero también muy simpático y da gusto trabajar con él. - Pasa, pasa. - Me hace un gesto con la mano para que entre y me siente frente a él.
-Dime que no hay mucho que hacer hoy...
-Pues estás de suerte. - Pasa las páginas de la agenda y al decir aquello me quita un peso de encima. - Le están terminando de hacer una entrevista al chico que ganó la semana el concurso de cocina de la televisión. Cuando acabe pasa contigo para unas fotos.
-¿Algo en particular?
-Lo típico. Se ha traído el gorrito y unos cuchillos, así que utilízalos para las fotos.
-Genial. - Me levanto dispuesta a ir a la sala e ir preparando las cosas. Si solo tengo eso de trabajo será una tarde fácil y puede que incluso salga antes de la hora.
-Espera, espera. - Demasiado bien sonaba todo... - También hazte unas fotos a ti. - Ésto último me sorprende y por mi cara se da cuenta. - Fotos de cara y de cuerpo entero.
-¿Para qué?
-No seas cotilla... Ya lo sabrás.
Se levanta y con pequeños empujones me echa del despacho. Me ha generado mucha intriga, pero decido quitármelo de la cabeza para no tener más preocupaciones de las que ya tengo. Voy a la sala de fotografías y, afortunadamente, casi detrás de mi entra el chico con el que voy a trabajar acompañado de la becaria. Pronto empezamos. Es un hombre de mediana edad muy agradable que hace que las fotos salgan de manera fluida. Con cuchillos, sin ellos, con gorro, sin él... Todo sale bien y me sonrío por dentro. En menos de una hora hemos terminado la sesión, aunque queda lo más difícil: editar las fotografías. Me siento frente al portátil y abro todos los programas que necesito para ello.
Quitar brillos por un lado, ponerlos por otro, pequeños retoques faciales... Y listo. Cuando voy a apagar el ordenador son las 19:28. Entonces se me enciende la bombilla. Mierda, no he abierto el correo para diseñar la sesión de mi novia. Lo hago rápidamente y ahí está. Se trata de un documento lleno de imágenes y letras que ocupa más de quince hojas. Además, al tratarse del diseño de otra persona es mucho más difícil descifrar sus intenciones y el trabajo se multiplica por dos. Pero me quito los pensamientos negativos de la cabeza y me pongo a ella. Nunca he sido de esas personas que se vienen abajo o se rinden antes de hacer las cosas. Cojo aire y empiezo a leer, y cuando me quiero dar cuenta y he terminado son las 20:03. No voy del todo mal de tiempo. No me ha quedado todo lo bien que me gustaría pero en el tiempo que tengo es lo mejor que puedo conseguir.Cierro el ordenador, recojo las carpetas y al ir a guardar la cámara me acuerdo de las misteriosas fotos de mi misma que me pidió el jefe. Con la ayuda del trípode y el temporizador me las hago corriendo y a las ocho y media estoy montada en el coche de camino al sitio donde se hará la sesión. Según lo que me han dicho y el proyecto que he estado estudiando tiene que ser un lugar oscuro. Posiblemente un estudio. Pero cuando me voy acercando me doy cuenta de que no es así... La carretera va oscureciéndose y cada vez está más desamparada. Al escuchar el famoso "Ha llegado a su destino" del GPS estoy donde menos me podía imaginar: una comisaría en medio de la nada. Lo primero que pienso es que me han dado mal la dirección, pero compruebo que estoy equivocada cuando el joven guardia de la entrada me hace una señal y viene corriendo.
-Eres Patricia, ¿no? - Asiento con la cabeza. - En seguida te abro. Dejas el coche en el aparcamiento y habrá un compañero esperándote que te llevará con Malú y su equipo.
Le doy las gracias y hago lo que me dice. Al dejar el coche se me acerca otro chico joven, tal y como me dijo el de la entrada. Me da dos besos y se presenta. Se llama Daniel y va a ser quien me acompañe por la prisión. Seguro que no tiene más de treinta años. Sus ojos son marrones, su pelo rubio y de cuerpo es tal y como esperas que sea un policía: alto y fuerte. Cuando ve que llevo la cámara, focos y el portátil rápidamente lo coge el todo. Le digo que no hace falta, pero insiste en hacerlo. Pasamos por pasillos y pasillos hasta que se para en una puerta blindada.
-No te preocupes porque hoy no hay presos. - Me susurra con una sonrisa mientras introduce las llaves y da unas cinco vueltas.
Al abrir me encuentro todo un espectáculo. Es un pequeño pasillo central con tres celdas a cada lado. Es pequeño porque la prisión tiene dimensiones reducidas. Además, no parece una cárcel. En una de las celdas están todas las prendas del vestuario que vamos a utilizar, en la otra hay cuatro personas con ordenadores y cables preparando el proceso de edición, en la tercera está el servicio de catering para amenizar la noche y en una última se encuentra mi chica con Paula haciéndose los retoques finales en el pelo. Cuando me escucha entrar se levanta de un salto para acercarse a mi, y yo siento que se para el mundo. No puede estar más atractiva. Llevo puesto un pantalón de cuero corto con unos tacones de vértigo que le hacen unas piernas que te invitan a volverte loco con ellas. En la parte superior se ha puesto una camisa del mismo material y del mismo color. Le encanta el cuero y le sienta de lujo. Y por último la cara. Su pelo largo y ondulado parece revuelto y alocado, aunque cada mechón está retocado y tratado con sumo cuidado para que de esa sensación de rebeldía. Le han pintado los ojos de un negro intenso que le resalta el iris. Dan ganas de querer naufragar en ellos. Por lo demás, apenas lleva maquillaje, pero para el tema de la sesión no necesita más.
-Estás... - Comienzo a decir con el poco aliento que tengo. - Increíble,
-Cari, céntrate que tenemos mucho trabajo. - Me pide dándome un beso en la mejilla. Como si fuera tan fácil dejar de mirarla y coger la cámara. - ¿Te ha dado tiempo a mirar lo que te he mandado?
-Sí, claro. Pero no me imaginaba que fuéramos a hacerlo en una cárcel...
-Creía que te darías cuenta al leer el proyecto.
-No... Pensaba que en un estudio con unos barrotes y cadenas sería suficiente.
-Ya que hacemos las cosas, las hacemos bien. - Se ríe y me guiña un ojo. Si vuelve a hacer eso se me para el corazón.
-Ni siquiera sabía que en las prisiones dejaran grabar.
-Y no suelen dejar, pero una tiene sus contactos... - No sé cómo se me había podido olvidar que Malú siempre consigue lo que se propone. Preparo los focos dentro de una celda y le digo que venga para empezar. Según lo que ella me mandó, hay que conseguir que las fotos transmitan rebeldía. Romper las normas y saltar los obstáculos para lograr la anisada libertad. Se decidió así porque la etapa que está viviendo la cantante consiste en eso. En superar sus miedos para ser feliz. Y justo eso es lo que mi chica quiere transmitir con el disco y las canciones que ella misma ha compuesto. - A ver, para empezar te pones detrás de los barrotes y simplemente haz lo que tú creas. Yo luego te voy diciendo.
Me obedece y la sesión va sobre ruedas. Jamás había sido tan fácil un trabajo. Nos entendemos. Yo sé lo que ella quiere transmitir y ella sabe las expresiones exactas que necesito que aparezcan en su rostro. Pone la cara entre dos barrotes y tira de ellos como si quisiera abrirlos. Click. Una foto perfecta. Su mirada con los ojos entrecerrados traspasa el objetivo y da una sensación de sensualidad estupenda.
-Eres Patricia, ¿no? - Asiento con la cabeza. - En seguida te abro. Dejas el coche en el aparcamiento y habrá un compañero esperándote que te llevará con Malú y su equipo.
Le doy las gracias y hago lo que me dice. Al dejar el coche se me acerca otro chico joven, tal y como me dijo el de la entrada. Me da dos besos y se presenta. Se llama Daniel y va a ser quien me acompañe por la prisión. Seguro que no tiene más de treinta años. Sus ojos son marrones, su pelo rubio y de cuerpo es tal y como esperas que sea un policía: alto y fuerte. Cuando ve que llevo la cámara, focos y el portátil rápidamente lo coge el todo. Le digo que no hace falta, pero insiste en hacerlo. Pasamos por pasillos y pasillos hasta que se para en una puerta blindada.
-No te preocupes porque hoy no hay presos. - Me susurra con una sonrisa mientras introduce las llaves y da unas cinco vueltas.
Al abrir me encuentro todo un espectáculo. Es un pequeño pasillo central con tres celdas a cada lado. Es pequeño porque la prisión tiene dimensiones reducidas. Además, no parece una cárcel. En una de las celdas están todas las prendas del vestuario que vamos a utilizar, en la otra hay cuatro personas con ordenadores y cables preparando el proceso de edición, en la tercera está el servicio de catering para amenizar la noche y en una última se encuentra mi chica con Paula haciéndose los retoques finales en el pelo. Cuando me escucha entrar se levanta de un salto para acercarse a mi, y yo siento que se para el mundo. No puede estar más atractiva. Llevo puesto un pantalón de cuero corto con unos tacones de vértigo que le hacen unas piernas que te invitan a volverte loco con ellas. En la parte superior se ha puesto una camisa del mismo material y del mismo color. Le encanta el cuero y le sienta de lujo. Y por último la cara. Su pelo largo y ondulado parece revuelto y alocado, aunque cada mechón está retocado y tratado con sumo cuidado para que de esa sensación de rebeldía. Le han pintado los ojos de un negro intenso que le resalta el iris. Dan ganas de querer naufragar en ellos. Por lo demás, apenas lleva maquillaje, pero para el tema de la sesión no necesita más.
-Estás... - Comienzo a decir con el poco aliento que tengo. - Increíble,
-Cari, céntrate que tenemos mucho trabajo. - Me pide dándome un beso en la mejilla. Como si fuera tan fácil dejar de mirarla y coger la cámara. - ¿Te ha dado tiempo a mirar lo que te he mandado?
-Sí, claro. Pero no me imaginaba que fuéramos a hacerlo en una cárcel...
-Creía que te darías cuenta al leer el proyecto.
-No... Pensaba que en un estudio con unos barrotes y cadenas sería suficiente.
-Ya que hacemos las cosas, las hacemos bien. - Se ríe y me guiña un ojo. Si vuelve a hacer eso se me para el corazón.
-Ni siquiera sabía que en las prisiones dejaran grabar.
-Y no suelen dejar, pero una tiene sus contactos... - No sé cómo se me había podido olvidar que Malú siempre consigue lo que se propone. Preparo los focos dentro de una celda y le digo que venga para empezar. Según lo que ella me mandó, hay que conseguir que las fotos transmitan rebeldía. Romper las normas y saltar los obstáculos para lograr la anisada libertad. Se decidió así porque la etapa que está viviendo la cantante consiste en eso. En superar sus miedos para ser feliz. Y justo eso es lo que mi chica quiere transmitir con el disco y las canciones que ella misma ha compuesto. - A ver, para empezar te pones detrás de los barrotes y simplemente haz lo que tú creas. Yo luego te voy diciendo.
Me obedece y la sesión va sobre ruedas. Jamás había sido tan fácil un trabajo. Nos entendemos. Yo sé lo que ella quiere transmitir y ella sabe las expresiones exactas que necesito que aparezcan en su rostro. Pone la cara entre dos barrotes y tira de ellos como si quisiera abrirlos. Click. Una foto perfecta. Su mirada con los ojos entrecerrados traspasa el objetivo y da una sensación de sensualidad estupenda.
Coge unas cadenas y me pide ayuda para enredarse en ellas. Click. Otra instantánea maravillosa en la que trata de liberarse de los hierros. Unas horas después, antes de lo esperado, hemos acabado y tenemos muchísimas fotografías buenas para elegir. Lo más difícil de todo el proyecto ha sido tener que resistirme las ganas de hacerla mía. De vez en cuando me daba un pico cuando le gustaba lo que hacía, pero eso era insuficiente e incluso me daba ganas de más. Verla así, con ropa de cuero, parte del cuerpo al descubierto y poniendo caras sensuales me ha tenido encendida durante horas.
-Amor, necesito ir al baño. ¿Me acompañas?
- Sí, espera. - Les doy la cámara a los compañeros de edición. - Id pasando las fotos al ordenador. Tardará un buen rato porque hay muchas.
Cojo la mano que me está tendiendo mi chica y andamos hacia la puerta. Daniel, el policía de antes, nos abre la puerta y nos indica dónde está el baño. No está lejos, así que ni siquiera tiene que acompañarnos. Nada más entrar me dirijo al grifo y me empapo el rostro de agua helada.
-¿Qué? Acalorada, ¿no? - Comenta sentándose en el lavabo.
-¿Cómo?
-Ahora no disimules que sé que llevas con el calentón toda la sesión. - Me río en cuanto escucho sus palabras. Me ha pillado.
-Me conoces demasiado. - Asiente y, tira de mí para situarme entre sus piernas. - Es que cielo, estás muy muy sexy. No me vuelvas a pedir que te haga fotografías de este tipo a no ser que estemos solas.
-¿Por qué?
-Pues porque me provocas...
-¿Por qué? - Tira de mi otra vez para ponernos mucho más cerca.
-Porque con esas piernas, esos ojos, esa boca... Me vuelves loca.
-Oye... - Se acerca a mi oído y me rodea el cuello con ambas manos. - ¿No te pone pensar en hacerlo en el baño de una cárcel? - En cuanto susurra eso y su aliento me roza la oreja todos los sentidos se me alteran. Ni siquiera me da tiempo a responderla. Se baja de un salto y me empuja hasta que choco con una pared y me empieza a besar como si quisiera encontrar en mis labios las respuestas a todas las preguntas.
-Amor, necesito ir al baño. ¿Me acompañas?
- Sí, espera. - Les doy la cámara a los compañeros de edición. - Id pasando las fotos al ordenador. Tardará un buen rato porque hay muchas.
Cojo la mano que me está tendiendo mi chica y andamos hacia la puerta. Daniel, el policía de antes, nos abre la puerta y nos indica dónde está el baño. No está lejos, así que ni siquiera tiene que acompañarnos. Nada más entrar me dirijo al grifo y me empapo el rostro de agua helada.
-¿Qué? Acalorada, ¿no? - Comenta sentándose en el lavabo.
-¿Cómo?
-Ahora no disimules que sé que llevas con el calentón toda la sesión. - Me río en cuanto escucho sus palabras. Me ha pillado.
-Me conoces demasiado. - Asiente y, tira de mí para situarme entre sus piernas. - Es que cielo, estás muy muy sexy. No me vuelvas a pedir que te haga fotografías de este tipo a no ser que estemos solas.
-¿Por qué?
-Pues porque me provocas...
-¿Por qué? - Tira de mi otra vez para ponernos mucho más cerca.
-Porque con esas piernas, esos ojos, esa boca... Me vuelves loca.
-Oye... - Se acerca a mi oído y me rodea el cuello con ambas manos. - ¿No te pone pensar en hacerlo en el baño de una cárcel? - En cuanto susurra eso y su aliento me roza la oreja todos los sentidos se me alteran. Ni siquiera me da tiempo a responderla. Se baja de un salto y me empuja hasta que choco con una pared y me empieza a besar como si quisiera encontrar en mis labios las respuestas a todas las preguntas.
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